¿Cómo se pueden organizar eventos en estadios en el corazón del mundo musulmán, a una frontera de La Meca, en los que los principales actores den testimonio de Jesús, ante la mirada de más de la mitad de la población mundial? Respuesta: organizando la Copa Mundial de la FIFA en Qatar.

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A pesar de todas las controversias que rodean este lugar, la cobertura de la Copa del Mundo de este año, ahora en la fase de semifinales, no puede evitar las presentaciones en directo de jugadores de muchos equipos diferentes dando abiertamente gracias a Dios por los goles marcados... o simplemente por el privilegio de formar parte del acontecimiento.

Eso quedó claro en el partido inaugural, cuando el equipo anfitrión se enfrentó a Ecuador, cuyo capitán y delantero Enner Valencia marcó dos goles. En ambas ocasiones, todo el equipo se arrodilló en círculo, señalando y mirando al cielo en señal de agradecimiento a Dios.

Un vídeo ampliamente difundido mostraba a los jugadores de la selección de Ecuador orando en una habitación de hotel. “Siempre lo hacemos, en grupo, antes y después de los partidos”, explicó uno de los integrantes del equipo, añadiendo en su propio inglés: “Todos somos muy creyentes. Al final, independientemente del resultado, damos gracias (a Dios) por haber salido bien del campo y no haberse lesionado a nadie”.

En los últimos años, los comentaristas occidentales se han acostumbrado en cierta medida a estas expresiones de fe en los campos de fútbol, pero siguen respondiendo con cierta incomodidad y sorpresa ante su intensidad y sinceridad.

En el mundo occidental, especialmente en Europa, estas profesiones de fe por parte de jugadores de todos los continentes desafían la persistente visión del cristianismo como una fe de blancos en decadencia, condenada a los márgenes de la historia.

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Centro de gravedad

Para los que sufrimos de “eurotunelvisión”, viendo el mundo como si Europa fuera el centro de todo lo que importa, la visión ya familiar de jugadores no europeos señalando al cielo tras marcar goles es un recordatorio de que el centro de gravedad del cristianismo se ha desplazado de Occidente al mundo mayoritario.

Se calcula, por ejemplo, que la población cristiana africana supera ya los 600 millones de personas, cifra muy superior a la población total de la Unión Europea.

El crecimiento exponencial del cristianismo pentecostal en América Latina también ha influido en la Iglesia católica, y se refleja en los testimonios de algunos de los principales futbolistas del continente. 

Muchos de los jugadores europeos que hablan abiertamente de su fe tienen raíces inmigrantes. Solo en el equipo neerlandés, Denzel Dumfries (Aruba/Inter Milán), Jurriën Timber (Curaçao/Ajax), Coady Gapko (Togo/PSV), Georginio Wijnaldum (Surinam/Roma) y Memphis Depay (Ghana/Barcelona) oran juntos y comparten su fe cristiana en el campo.

Gapko marcó tres goles durante la fase de grupos, y tras marcar contra Senegal publicó el Salmo 121:1 en Instagram: “Alzo mis ojos a las colinas, ¿de dónde viene mi ayuda? Mi ayuda viene del Señor, el Creador del cielo y de la tierra”.

Memphis Depay suele señalar al cielo en las celebraciones de sus goles y sus victorias, y escribe en las redes sociales: “Toda la gloria a Dios”. En agradecimiento a Dios por su talento, ha creado una fundación en Ghana para ayudar a niños ciegos y sordos.

Tatuajes

Otros creyentes en acción en Qatar son Olivier Giroud, (Francia/AC Milán), que recientemente fue editor invitado de una revista cristiana, hizo campaña para Puertas Abiertas y se tatuó en el brazo: Latijn Dominus regit me et nihil mihi deerit, (“El Señor es mi pastor, nada me falta”); o su compañero de equipo, Antoine Griezmann, que también lleva su fe tatuada en el brazo.

Los ingleses Bukayo Saka, Marcus Rashford y Raheem Sterling, el capitán de Estados Unidos, Christian Pulisic, el uruguayo Edinson Cavani y muchos más.

Lionel Messi, para muchos el mejor de todos los tiempos, ha liderado a Argentina en unas sensacionales victorias contra Países Bajos y Croacia. Él sabe que no lo es [el mejor de todos los tiempos], y tiene un tatuaje de un Jesús coronado de espinas en la parte superior del brazo derecho. Aunque no declara abiertamente su fe católica, no la oculta.

Los capitanes de los dos equipos que jugaron en el partido de cuartos de final entre Brasil y Croacia son creyentes declarados y compañeros de equipo en el Chelsea, Mateo Kovacic y Thiago Silva. Neymar Jr, compañero de Silva en la selección brasileña y actualmente uno de los futbolistas más famosos del mundo, es pentecostal, diezma sus ingresos a la iglesia, lleva a menudo una cinta en la cabeza en la que se lee “100% Jesús”, y da testimonio de que hay algo más en la vida que el fútbol. 

Tras la derrota de los brasileños en los penaltis a manos de Croacia, Neymar decía a sus fans: “¡La vida solo tiene sentido si nuestro máximo objetivo es servir a Cristo!”.

Jeff Fountain, Director del Centro Schuman de Estudios Europeos. 

Este artículo se publicó por primera vez en el blog del autor, Weekly Word.