El sufrimiento inmerecido

King fue una miniserie que se rodó en los años ochenta sobre la vida del conocido pastor evangélico y premio nobel de la paz Martin Luther King. En la trama se narran algunos de los momentos más difíciles de la lucha contra la segregación racial, y el poder que los oponentes a la igualdad tenían. Cuando todos temen la fuerza de los que quieren seguir esclavizándolos, Martin les dice a los que están con él que no se preocupen, porque existe una fuerza mayor: “Ellos no conocen el poder del sufrimiento inmerecido”.

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Así es, el fuego de una causa justa no puede ser apagado por más que los que están en el poder se empeñen en hacerlo. El sufrimiento inmerecido es mucho más que un sentimiento, es la lucha desgarradora de aquellos que no tienen voz, de los que han sido maltratados por todos… Es la fuerza de los que saben que la justicia está de su lado aunque, aparentemente, nadie quiera comprenderlo.

Ser perfeccionados a través del sufrimiento no es una lección que pueda parecernos increíble, pero tampoco es una situación que nos agrade soportar, mucho más cuando el sufrimiento es inmerecido e injusto. Todos tenemos dentro de nosotros un profundo sentimiento de justicia, de tal manera que, cuando hacemos algo mal, sabemos que tarde o temprano recibiremos las consecuencias de lo que hemos hecho. No somos capaces de acallar nuestra conciencia aunque queramos, y en muchas ocasiones sólo logramos liberarnos de la culpa cuando sufrimos las consecuencias de nuestras malas acciones. 

Pero cuando sufrimos de una manera injusta, cualquier explicación sobra; todos los sermones del mundo son inapropiados y las razones que puedan darnos sobre nuestro dolor nos suenan, cuando menos, demasiado arrogantes. Sencillamente porque no podemos comprender las razones de lo que está pasando.

Es entonces cuando debemos recordar que el sufrimiento alcanza objetivos que jamás podríamos haber imaginado. A veces, el dolor de una persona puede evitar la desgracia de muchos ¡Incluso puede regalar la libertad a los demás! El dolor inmerecido de Jesús fue el que transformó la historia ¡Su muerte nos dio vida a nosotros! Aún así, nos resulta difícil de comprender, porque ninguno de nosotros quiere ponerse en el papel del redentor, por más que amemos a los que nos rodean.  Es en esos momentos que deberíamos recordar lo que Santiago le explicó a aquellos que estaban sufriendo de una manera absolutamente cruel en los primeros momentos de la historia del cristianismo: “Debéis teneros por muy dichosos cuando os veáis sometidos a cualquier clase de pruebas. Pues ya sabéis que cuando vuestra fe es puesta a prueba, aprendéis a soportar con fortaleza el sufrimiento” (Santiago 1:3).

Considerarnos felices en medio del sufrimiento es ir mucho más allá de lo que podríamos pensar, pero esa es la manera eterna en la que Dios ve las cosas. La injusticia y el sufrimiento siempre tienen un final, eso no debemos olvidarlo nunca.