La Reforma y la estertórea voz del fraile Tetzel

La estertórea voz del fraile dominico Juan Tetzel escandalizaba al mundo. Gritos de un religioso embaucador, vendedor de indulgencias falsas. A algunos, más que escándalo, les causaba temor. Había muchos a los que les entraba el miedo, terror de los infiernos y del sufrimiento de sus propios familiares muertos. Era hasta ahí donde les quería guiar el fraile Juan Tetzel. 

[ads_google]div-gpt-ad-1623832500134-0[/ads_google]

Para esas gentes humildes y temerosas, era inevitable que se acercaran con temblor a este fraile y, de su propia necesidad, dejaran caer parte de su dinero en la hucha o caja de las ofrendas este fraile les presentaba, para liberar del purgatorio con indulgencias que servían tanto para los vivos como para los muertos.  

¡Tremenda mentira, tremendo robo demoníaco! Así, las gentes sencillas que amaban a sus muertos y que creían las palabras del fraile embaucador, echaban de lo poco que tenían en la injusta arca de Tetzel. El corazón del fraile se henchía de satisfacción con el sonido de las monedas en el fondo de la hucha. El despojo de los sencillos no le importaba nada.

A su vez, éste les arengaba con estas palabras que sonaban a oferta diabólica: “En el instante en el que la pieza de moneda resuena en el fondo de la caja, el alma sale del purgatorio”. Pobres gentes engañadas, embaucadas e indignamente tratadas por este fraile que vendía indulgencias para sacer dinero siguiendo al Papa León X a principios del siglo XVI, año 1516, para poder llevar a cabo las reformas y construcciones de la iglesia de San Pedro en Roma, siguiendo indicaciones del mismo Papa.

Época de Lutero. Tiempos en los que comenzaría la así llamada Reforma Protestante. Sensibilidades religiosas,, culturales, económicas y sociales totalmente diferentes a las de hoy, pero con religiosos deseosos de agrandar sus almacenes dinerarios con argucias y, quizás, llenos de ansiedad. El pueblo se dejaba engañar mucho más fácilmente que en nuestros días, aunque hoy sigue habiendo gente manipulada por los intereses religiosos de las élites llamadas cristianas o de otras confesiones religiosas. El dinero del humilde, siempre ha sido deseado como un imán que atrae las mentes y las conciencias de los vendedores en templos y otros lugares religiosos que pueden acabar convirtiéndose en sacrílegos.

Así, no nos deben extrañar las formas de expresión de este fraile dominico que con sus exageraciones, gritos y llamamientos a cuidar también de nuestros muertos, arrastraba a los más humildes despojándoles de su escaso dinero. Era la venta de las indulgencias contra las que se rebeló Martín Lutero. Las arengas de Tetzel son sumamente llamativas. Se ha citado cientos de veces. Yo mismo ya las he comentado, pero creo que merece la pena sacar una vez a la palestra pública alguna de ellas para que vean y comprueben de nuevo su maldad: “No hay pecado por grande que sea, que la indulgencia no pueda perdonar; y aún si alguno (lo que es imposible sin duda) hubiese violado a la Santísima Virgen María, madre de Dios, que pague, que pague bien y nada más, y se le perdonará toda la violación. Ni aún el arrepentimiento es necesario. Pero aún hay más: las indulgencias no solo salvan a los vivos, sino también a los muertos. Sacerdote, noble, mercader, mujer, muchacha, mozo, escuchad a vuestros parientes y amigos difuntos, que os gritan desde el fondo del abismo: ¡Estamos sufriendo un horrible martirio! Una limosna nos librará de él; vosotros podéis y no queréis darla”.

[ads_google]div-gpt-ad-1623832402041-0[/ads_google]

Es algo impresionante. ¿Cómo un espíritu como el de Lutero, conociendo el texto bíblico que desconocían la mayoría de sus coetáneos, incluyendo frailes, monjas, curas e incluso teólogos que hasta se jactaban de no conocer la Biblia, iba a permanecer callado practicando un silencio cómplice dentro de una iglesia como era la católica de la cual, en principios, él no quería renunciar? Yo no sé si hoy, si Lutero pudiera observar la iglesia católica a la que creo que el amó y que quiso reformar, volvería a indignarse y hacer otras noventa y cinco tesis de protesta y de deseos de reforma religiosa en nuestro aquí y nuestro ahora. No sé si también, en nuestro aquí y nuestro ahora, tendría nuevas tesis para la iglesia protestante que dice reconocer su trabajo en el siglo XVI.

Lutero también era muy duro en sus expresiones. Fijaos en una de sus tesis: “Irán al infierno, junto con sus maestros, todos cuantos afirman que por las bulas de las indulgencias tienen asegurada la salvación”. Se nota que el impacto que causó en él la venta de indulgencias de Juan Tetzel fue enorme. Para Lutero todas estas formas de expresión de ese fraile recaudador de fondos para la reconstrucción de la Basílica de San Pedro en Roma, eran formas impías de sacar fondos, robos sacrílegos, como él les llamó, impropios de la iglesia cristiana.

Hoy, la iglesia, o parte de ella, debe de evitar estas formas exageradas de recaudar fondos, sea a través de las trampas de la llamada teología de la Prosperidad u otras que fuerzan a los creyentes sencillos a dar de su escasez, mientras que otros, normalmente líderes, pueden llegar a enriquecerse. Por eso afirmaba que si, en caso de que Lutero volviera a la tierra de nuevo y se encontrara con ciertas arengas de llamados creyentes y en torno al dinero, no volvería a necesitar escribir otras tesis que llegaran al mundo en forma de un aldabonazo que despertara conciencias.

Pregunta: ¿habría de continuar la Reforma hoy en el mundo en el ámbito cristiano independientemente de las diferentes confesiones religiosas? Recordad la frase: “Ecclesia reformata semper reformanda est secundum verbum dei”. FELIZ TIEMPO DE CELEBRACIÓN DEL DÍA DE LA REFORMA.