¿Acaso puede salir de esa iglesia algo bueno?

Al día siguiente, Jesús decidió ir a la región de Galilea. Encontró a Felipe y le dijo:

—Sígueme.

Felipe era del pueblo de Betsaida, de donde también eran Andrés y Pedro. Felipe fue a buscar a Natanael y le dijo:

—Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en los libros de la ley, y de quien también escribieron los profetas. Es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret.

Preguntó Natanael:

—¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?

Felipe le contestó:

—Ven y compruébalo.

(Jn. 1: 43-46)

Y también muchos, al tener noticias de cierta comunidad eclesial, según sea la idiosincrasia de sus fieles, según el barrio donde se ubique el local, según sean sus familiares, el pastor que la dirige, sus afiliaciones, la raza de quienes se reúnen en ella, o incluso el poder adquisitivo de sus miembros, solemos hacernos la misma pregunta: ¿acaso puede salir algo bueno de esa iglesia? Nuestra respuesta ha de ser siempre sí, porque es el Señor quien está por encima de todas las características que puedan molestarnos. Y si la voluntad de los congregados, sean pocos o muchos, es servirle, seguro que esa comunidad nos sorprenderá, aunque a simple vista surjan dudas y no lo aparente ante los que nos creemos supercristianos y, por lo tanto, superperfectos. Tampoco hay que tener prisa en exigir a nadie logros excepcionales, más bien dejar que se desarrollen si es que ante nuestros ojos tienen carencias, desear que aprendan y manifiesten sus dones, que haberlos, sin dudas los hay.

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Si somos de los que critican la paja que forma parte de alguna iglesia ajena a la nuestra y no vemos la viga que existe atravesando la nuestra, nos perdemos en la  ceguera. Una brizna de paja apenas perjudica, pero una viga puede impedir el libre tránsito de bendiciones.

De Jesús hablaron con dudas, como se habla de la gente de poca monta: ¿No es este el hijo del carpintero? Y de su familia: ¿no es su madre María? ¿No son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas, y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros?¿De dónde ha sacado todo esto? (Mt. 13:55)

Pues sí, de todas las iglesias puede salir algo bueno, o muy bueno, como son las personas compasivas, las que se duelen con las desgracias ajenas como si las estuvieran sufriendo en carne propia, las que acompañan a los que están solos, los pacientes que aguantan lo que se les echa encima. En definitiva, los que con humildad aman al Señor y, como imagen suya que son, ponen en práctica sus enseñanzas.

Para comprobar que lo que expongo es cierto, respondo como Felipe a Natanael: ve y conócelos.