Uno de nosotros

La cantante Joan Osborne llevó a los primeros puestos de las listas de éxitos en todo el mundo, una de las canciones de su cd Relish, que se titula One Of us; en ella intenta explicar lo que sucedería si Dios fuera “Uno de nosotros”…

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“Si Dios tuviera un nombre, ¿Cual sería? (…)

Si te enfrentaras con Él en toda su Gloria, 

¿Qué pregunta le harías?

Dios es grande, Dios es bueno

¿Cómo sería si fuera uno de nosotros? (…)

¿Y si fuera tan torpe como uno de nosotros,

Como un extraño en el autobús volviendo a casa?”.

Los evangelios nos enseñan que Jesús es Dios hecho hombre, no sólo como uno de nosotros, sino que ¡es uno de nosotros! Aceptó nuestras debilidades, flaquezas, nuestro dolor, nuestro depender del tiempo y del espacio…¡Fue uno más! Pero desgraciadamente, eso le llevó a ser un extraño para muchos, porque no esperaban que Dios asumiera todas nuestras limitaciones.

Es más, cuando el profeta Isaías le presenta, dice que es alguien “experimentado en sufrimiento” (Isaías 53:3). Eso sería lo más destacado de su “curriculum”. El Creador del universo, Dios Omnipotente y Señor de todo, quiso ser definido por su compromiso con cada uno de nosotros. El mismo profeta nos enseña que llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, que el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por sus heridas todos nosotros podemos ser curados. Se convirtió en el sanador de la humanidad, siendo el varón de dolores. Llevó todo nuestro sufrimiento para que nosotros podamos ser consolados; aceptó el desamparo de su Padre para que nosotros jamás nos sintamos solos.

Muchas veces pensamos, o incluso decimos: “Me gustaría que Dios me hablara, saber cómo es, conocer su carácter, que Él me hablara de alguna manera…” Dios ya lo ha hecho: mira a Jesús, Él es el Dios en toda su esencia. Jesús es uno de nosotros. 

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Cuando nos sentimos sin ayuda, pensando que nadie nos comprende; cuando sabemos que somos torpes y que aparentemente nadie jamás va a fijarse en nosotros… Cuando creemos morir de sufrimiento, tristeza, soledad o incomprensión, debemos recordar que Dios SI es uno de nosotros. Es entonces que nuestra vida puede verse en la dimensión correcta: “Yo sé que mi defensor vive y que El será mi abogado aquí en la tierra y aunque la piel se me caiga a pedazos, yo en persona, veré a Dios...con mis propios ojos he de verlo” (Job 19:25-27).

Cuando miramos a Jesús, Dios se revela por completo.