Si no estamos al tanto en breve la iluminación de los balcones, los muñecos de nieve, elfos, renos, trineos, lazos de color rojo y demás adornos navideños habrán copado toda la simbología de la Navidad. Un artículo de Elisabeth Padilla Casas.
Es una expresión que en nuestra lengua suele usarse cuando se ha producido un lío, un asunto es confuso, desordenado o problemático. Parece que puede tener un origen histórico-bíblico que vendría dado por el caos y la confusión que debieron encontrarse María y José al llegar a Belén, la ciudad a la que habían acudido muchos foráneos a cumplir la orden dada por el emperador de que todos debían empadronarse. Pero no es de ningún lío de lo que os voy a hablar. Me gustaría compartir con vosotros una experiencia vivida hace unos días.
Había acudido a un centro comercial para hacer unas compras y me encontré a mí misma, con uno de mis nietos, buscando el “Belén” que tradicionalmente ponían allí. En su lugar descubrí un decorado de lo que parecía ser un pueblo nórdico con casitas iluminadas desde dentro, tejados nevados y lleno de pequeños elfos que cada cierto tiempo cobraban vida y se movían en un espectáculo de luz y sonido que hacía las delicias de los más pequeños. Me quedé tan despagada que me puse a reflexionar sobre ello.
En mi casa nunca hemos puesto el “Belén”. No sé qué costumbres pueden haber en otras latitudes. Aquí, ya digo, en mi familia y como “buenos protestantes” eso no formaba parte de nuestra cultura ni eclesial ni familiar. A nuestro alrededor los símbolos religiosos de la Navidad abundaban, y el “belenismo” era uno de ellos, probablemente el más importante. Una de las señas de identidad del pueblo evangélico (bueno, a mí me sigue pareciendo que en España se nos definía mejor cuando se nos llamaba “protestantes españoles”) siempre ha sido tener una enseñanza muy definida sobre cómo vemos el tema de las imágenes a la luz de la enseñanza bíblica.
Pero ahora llega la Navidad y temo que estemos perdiendo la batalla de los símbolos. De repente (bueno, quizás se ha ido gestando poco a poco ) hay una corriente laicista bastante beligerante que ve en el “Belén” o “Nacimiento” una ofensa para otras creencias. Hay que retirar del espacio público cualquier referencia religiosa. Pues el origen y significado de la Navidad es el que es.
El nacimiento de Jesús es un hecho histórico, contamos la Historia en dos periodos, “antes de Cristo” y “después de Cristo”, para muchos pensadores y filósofos Jesús fue un Sabio y un Maestro y el Islam lo considera uno de sus Profetas. El nacimiento humilde, la estrella de Belén guiando en un camino de antemano desconocido, el canto de los ángeles a los pastores con el “No temáis…Paz a vosotros” han sido símbolos que forman parte de nuestra cultura, incluso para los no creyentes, desde hace siglos.
Yo no sé vosotros, pero yo ya estoy muy saturada de renos, de “Papás Noeles” y de elfos, y mira que me parecen graciosas esas orejillas puntiagudas en la publicidad de este año de El Corte Inglés ( Ummm... ¿cómo me quedarían a mí?). ¿Y qué decir de la cancioncilla que se te incrusta y te trepana el cerebro? Yo misma me vestí de Papá Noél el año pasado y cargué con un saco en el que había puesto todos los regalos de la familia. Todo por ver la cara de los peques al verme llegar. Así que no es que le tenga manía. Creo en la convivencia.
Pero este año estoy un poco en alerta. Probablemente sea una tendencia que hace tiempo había comenzado pero que a mí no me había afectado hasta ahora. ¿Qué ha podido cambiar? ¡Ahhh…claro! Ahora tengo nietos. Vaya, eso lo explica todo. Voy andando por la calle y veo peligros para niños donde antes nada llamaba mi atención. Paso por un puente en el que el espacio entre los barrotes me parece más ancho de lo prudente y ya estoy poniéndolo en conocimiento del Ayuntamiento.
Y sí… ahora llega la Navidad y siento que estamos perdiendo la batalla de los símbolos.
Los niños que asistan a la Escuela Dominical, a las actividades de los “Juniors” o en cuyas familias tengan algún tipo de enseñanza religiosa cristiana aún tendrán referencias sobre la Navidad pero aquellos que se críen en un ambiente más laico corren el riesgo de conocer el nombre de los renos de Papá Nöel pero no saber que en Navidad se celebra el nacimiento de Jesús.
Creo que hay que intentar leer los tiempos y sus señales. Quizás hubo un tiempo para no poner “Belenes”. Como he dicho antes la simbología religiosa era abundante.
Pero los tiempos cambian. En este momento quizás toca replantearse ciertas cosas. Y más cuando no está muy clara la alternativa (más allá del símbolo del dólar que como al “Tío Gilito” se nos pone a todos en los ojos. El consumismo lo devora todo)
En mi casa ha llegado el tiempo de poner un “Belén”. No digo que todo el mundo lo tenga que hacer. Cada uno debe de ir tomando decisiones en base a la libertad de conciencia de la que tan orgullosos nos sentimos. Voy a usar esas imágenes como elementos pedagógicos. No quiero que mis nietos asocien la Navidad desde su más tierna infancia únicamente a elementos que nada tienen que ver con el motivo de su celebración. En mi mano está intentar contrarrestar eso.
-Mirad, la yaya ( sí, aquí donde vivo las abuelas nos llamamos también así, “iaia” ) ha puesto esta mesa especial, velas y luces porque vamos a celebrar el nacimiento de Jesús. Y después cantaremos villancicos. ¡Os he comprado unas panderetas preciosas…!
Sí, por primera vez he puesto un Belén en mi casa. Uno pequeñito, no tengo espacio para más. Pero suficiente para que cuando lleguen enseñarselo y decirles a cada uno de ellos: -“Mira cariño: hace mucho, mucho tiempo nació un niño muy, muy especial. Nació en un pesebre- (hasta que el cole no les lleve a visitar una granja-escuela probablemente no podrán entender qué significa, pero ahí quedará ) y su mamá lo envolvió en pañales (y seguiré con la historia ) Y cuando les cuente lo de los Magos les explicaré que por eso nos hacemos regalos.
No quisiera escandalizar a ninguno de mis hermanos protestantes. Ya sé que no somos de poner imágenes. Apelo a ellas como herramienta pedagógica. Creo que éstas no corren el riesgo de ser ni adoradas ni veneradas y sí que pueden servir al propósito para el que las voy a usar. Porque si no estamos al tanto en breve la iluminación de los balcones, los muñecos de nieve, elfos, renos, trineos, lazos de color rojo y demás adornos navideños habrán copado toda la simbología de la Navidad. A los cristianos nos toca luchar para que ello no ocurra. Sé que todo lo vivido en los primeros años de vida queda grabado para siempre. Sería una lástima que los niños asocien únicamente la Navidad a elementos que nada tienen que ver con ella.
No tenemos porqué hacer absolutamente lo contrario a otras ramas del cristianismo. Ni exactamente lo mismo. A veces discreparemos pero es normal que en otras ocasiones compartamos visión y creencias.
¡Feliz natalicio del Señor! ¡Feliz Navidad a todos!
Elisabeth Padilla Casas - Valencia
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