Su fascinación, sin embargo, por la persona de Jesús nos llena de esperanza. Kafka decía que Jesús es “un abismo de luz, que si no cierras los ojos, te puedes caer dentro”.
¿Qué llevó a “la reina de los vampiros”, Anne Rice, a la fascinación por Jesús como la Luz del mundo? La escritora de la trilogía de El Mesías –titulada en inglés como “Cristo El Señor”, traducida por Ediciones B– ha muerto a los ochenta años de un derrame cerebral. La autora de libros de terror descubrió a Jesús como “el héroe definitivo sobrenatural”. Parecía que había clavado sus vampiros en un ataúd para siempre, “reflejo de un mundo sin redención”, cuando anunció en 2010 que dejaba de ser cristiana, por negarse a ser “antigay, antifeminista y en contra del control de natalidad artificial”.
Rice había vuelto a la fe de su infancia, el catolicismo irlandés en que se crió en los años 40 y 50. Cuando publicó El niño judío en 2005 dijo: “Jesús quiere que yo cuente su historia”. Con fervor de conversa, su página web se encabeza a partir de entonces con una cita de San Agustín: “Pero nosotros, Oh Señor, aquí somos tu manada pequeña; haznos Tuyos, extiende tus alas sobre nosotros y volaremos bajo ellas, ¡a Ti sea la gloria!”. Allí dirigía a los interesados en la fe católica a una página de televisión religiosa, aunque seguía anunciado el baile anual de vampiros que se realiza en Nueva Orleans, pudiendo escucharse el discurso que ha hecho allí este mismo año.
“Este libro –dijo– busca presentar un relato de ficción realista de nuestro Señor en el Tiempo”. El prólogo de la siguiente edición en inglés advertía que esta obra “tiene su raíz en la fe en que el Creador del universo se hizo hombre en la persona del Señor Jesucristo y habitó entre nosotros”, citando Juan 1:14. En ese sentido, la novela “afirma y acepta el hecho del magnífico misterio de la Encarnación”. Sus fuentes son “la Historia, así como los evangelios”, que dan una “imagen del mundo en el que nuestro Señor pudo haber vivido, como un niño pequeño, en guerra y paz, día a día”. Anne Rice acaba además su preámbulo con la expresión latina Ad majorem Dei gloriam, dando la gloria a Dios por todo su trabajo.
[photo_footer]Rice había vuelto a la fe de su infancia, el catolicismo irlandés en que se crió en los años 40 y 50.[/photo_footer]
Nació en 1941 con el apellido de su padre, O´Brien, que luego cambió por Anne Rice. Su padre trabajaba en Correos, pero escribía historias también y hacía esculturas. Su madre murió cuando ella tenía 15 años. Como era de misa y comunión diaria, quería ser monja, ya que las mujeres no podían ser curas.
[ads_google]div-gpt-ad-1623832402041-0[/ads_google]
Anne jugaba de niña en las calles de Nueva Orleans. Alrededor de ella, robles retorcidos, rodeados de musgo, guardan las ruinosas mansiones, donde parece que habitan los fantasmas de sus novelas. Agarrada a la mano de su padre, visitaba las criptas del cementerio de Lafayette, pasando sus dedos por los nombres de aquellos que murieron víctimas de la fiebre amarilla. En su mente fabricaba ya historias, mientras pensamientos oscuros llenaban aquella belleza con imágenes de vudú y sombras que se esconden de la luz.
Abandona el catolicismo a los 18 años, cuando dejó de “creer que era la única iglesia verdadera establecida por Cristo para conceder la gracia”. Estaba entonces en la universidad, donde recuerda que había “una intensa presión sexual”, pero sobre todo personas y libros de autores existencialistas como Sartre o Camus. Cuando en 1959 Rice dejó su casa para ir a la universidad en Texas, se encontró con que la rígida doctrina de la Iglesia estaba reñida con las crecientes dificultades de su nueva vida: “Mi niñez había sido tan protegida que no parecía adecuarse al mundo moderno. Sentí que tenía que analizar mi fe y conciliarla con el mundo que me rodeaba. Mi infancia había sido muy reprimida y obsesionada por el sexo. Me pareció que, cuando aceptaba un mundo sin Dios, aceptaba la realidad y dejaba de creer en la ilusión”.
[photo_footer]La novela dice Rice que reflejaba su sentimiento de culpa y desdicha por estar apartada de Dios y de la salvación, perdida en un mundo sin luz.[/photo_footer]
Dos años más tarde, en 1961 se casa con “un ateo militante”, el poeta y pintor Stan Rice, “que no solo no creía en Dios, sino que estaba convencido de haber experimentado una especie de visión de la que había deducido la certeza de que Dios no existía”. Su marido comenzó a enseñar en la Universidad de San Francisco, donde dirigía el departamento de escritura creativa. Se mudan a Haight-Ashbury en tiempo de los hippies, cuando todos tomaban “ácido” a su alrededor. Su relación recibe entonces un golpe mortal: su hija Michele, nacida en 1966, muere de leucemia a los 5 años. Aturdida por el dolor, Anne se sentó y empezó a escribir. Cinco nebulosas semanas después, asegura que terminó el primer borrador de “Entrevista con el vampiro”.
Su primera novela fue publicada en 1976 y adaptada al cine en 1994 por Neil Jordan, en una película que interpretó Tom Cruise y Brad Pitt. La novela dice que reflejaba su “sentimiento de culpa y desdicha por estar apartada de Dios y de la salvación”, el hecho de sentirse “perdida en un mundo sin luz”.
Su libro estaba ambientado en el siglo XIX en Nueva Orleans, una ciudad donde ya no vivía. Su personaje es Lestat, un vampiro de una sexualidad ambigua, que se ha convertido en toda una figura de culto homo-erótico. Inicia así sus Crónicas Vampíricas. Luego hará una serie sobre brujas y un trío de libros eróticos, que van del sadomasoquismo a la pornografía más explícita, eso sí bajo los seudónimos de A. N. Roquelaure y Anne Rampling. De cualquier forma un historial algo vergonzoso para una escritora que vendió luego sus libros en centros religiosos.
Rice ha sido una autora que ha estado siempre fascinada por la historia. En 1993 se encuentra con un misterio que le resulta difícil de explicar: la supervivencia de los judíos. Esto le acercó de nuevo a Dios. En 1998 vuelve a la Iglesia Católica, pero según dice en la nota que cierra El niño judío: “Incluso entonces yo no me había acercado aún a la pregunta de Jesucristo y el cristianismo”. Lee entonces la Biblia, sobre todo cuando se encuentra deprimida, en traducciones literarias del Nuevo Testamento, pero será en el 2002, a la muerte de su esposo, que Anne se consagra a Cristo.
[photo_footer]A la muerte de su marido ateo, Anne se hace cristiana en el 2002.[/photo_footer]
Cuando uno lee esta novela, espera encontrar un Jesús que tiene más que ver con la crítica de los evangelios, que con la historia de la Biblia. No es así. De hecho Anne Rice va más allá. No sólo nace Jesús en Belén, algo negado por muchos estudiosos de la Escritura hoy en día, sino que de acuerdo con su tradición católica, María es siempre virgen. Rice se da cuenta que “había asimilado muchas nociones modernas acerca de Jesús, como que los evangelios eran documentos tardíos o que en realidad no sabemos nada sobre él”. Al empezar a estudiar el tema, se sumerge en los estudios críticos del Nuevo Testamento. “Esperaba descubrir que sus argumentos serían muy sólidos, y que el cristianismo, en el fondo, era una especie de fraude”. Observa sin embargo como “estos eruditos escépticos parecían tremendamente seguros de sí mismos”, pero “basaban sus libros en ciertas afirmaciones sin molestarse en analizarlas”.
Rice descubre que “muchos de los argumentos escépticos que insistían en que los evangelios eran por lo general sospechosos, o que fueron escritos demasiado tiempo después para tratarse de relatos de un testigo fiable” eran “especulaciones” y “suposiciones basadas en suposiciones”. Llega así a la convicción de que los evangelios fueron escritos antes de la caída de Jerusalén, el año 70 después de Cristo. Se guía para eso por algunos autores evangélicos como Bauckham, Hurtado, Blomberg, Carson, Morris o Wright, pero también otros especialistas como Robinson, Hengel o Jeremias.
Sus libros resaltan el aspecto conflictivo que se vivía entonces de continuas revueltas violentas, así como el contexto de un judaísmo bastante más helenizado de lo que imaginábamos. A algunos por eso les sorprenderá el uso tan generalizado del griego que hacen sus personajes, pero la verdad es que descubrimientos como los de la ciudad de Séforis parecen indicar que se hablaba mucho más de lo que pensábamos.
La autora es consciente que algunos no la tomarán muy en serio, porque piensan que ha caído en el misticismo y se ha vuelto loca. “La gente cree que estoy poniendo en peligro toda mi carrera”, dice, pero “no me importa si mis libros se venden o no”. Su historia sobre Jesús se situó rápidamente en las listas de best-sellers, un dato nada sorprendente en un país como Estados Unidos, en el que nueve de cada diez personas dicen creer en Dios. Aunque ella está sorprendida: “Esperaba ser menospreciada e ignorada, pero nunca esperé ser bien recibida”.
Es peligroso especular sobre cosas que no sabemos acerca de Cristo. No obstante, Rice se acerca con respeto y reverencia a preguntas que los cristianos se han hecho desde los primeros siglos: ¿Cómo experimentaría Jesús el hecho de ser Dios y hombre al mismo tiempo? ¿Qué conciencia tenía de sí mismo? ¿Mantuvo de algún modo su omnisciencia? ¿Hizo milagros antes de su bautismo? Desde el punto de vista de la fe, no necesitamos saber las respuestas a todas estas preguntas, si no estarían en la Escritura, pero lógicamente todos nos las hacemos en algún momento de nuestra vida.
[ads_google]div-gpt-ad-1623832500134-0[/ads_google]
El uso que Rice hace en las primeras páginas de El Mesías de fuentes extra-bíblicas, al mencionar dos episodios de los evangelios apócrifos de la infancia de Jesús, extrañará a muchos. La autora da una explicación de ello al final del libro. Dice que son “leyendas, historias fantásticas, en algunos casos cómicas, pero que habían pervivido hasta la Edad Media”. Aun así, decidió “incorporar ese material, insertándolo en el armazón canónico lo mejor que ha podido”, ya que “estaba convencida de que contenía una verdad profunda y quería conservarla”. Aunque admite que “esto, por supuesto, no es sino una conjetura”. No sería por ello justo desechar los libros sólo por estas páginas.
[photo_footer]La escritora de la trilogía de 'El Mesías', titulada en inglés como 'Cristo El Señor', traducida por Ediciones B del Grupo Zeta, ha muerto a los ochenta años de un derrame cerebral.[/photo_footer]
Creo que ésta es una obra de fe de una persona que intenta honrar a Dios con su talento. Basa su obra en los Evangelios y cree que Jesús es, quién dice que es. Ella intenta ser “fiel a Pablo cuando dijo que Nuestro Señor se vació por nosotros”, pero lo entiende en relación con su “conciencia divina”. Es cierto que Cristo tenía una inteligencia humana. Hay cosas que no sabía, como el momento de su regreso en gloria (Mateo 24:36), ya que su naturaleza humana no era más omnisciente (sabiéndolo todo) que omnipotente (todopoderosa) u omnipresente (estar en todas partes). Dependía de la revelación de Dios, sea general por medio de la Creación y la Providencia, como especial por medio de la Escritura y Profecía, que Él también recibía directamente como Mediador. Pero Él era verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. Así que no debemos separar demasiado sus dos naturalezas, ni confundirlas.
No sé si estamos ante “una historia de conversión de las dimensiones de San Agustín”, como dijo el columnista David Kuo, asesor del presidente Bush y subdirector de la Oficina de Iniciativas Basadas en la Fe y la Comunidad de la Casa Blanca. Aunque tal vez tenía razón cuando dijo: “Anne Rice era una hija de la oscuridad. Vendió millones de libros que exploraban los rincones más oscuros del mundo espiritual. Vestía toda de negro. Rendía culto a la noche y a su ateísmo. Pero miren sus fotos ahora. Vean su sonrisa. Miren sobre todo la chispa de luz que hay en sus ojos. Su libro no es la Biblia, pero está inspirado por Dios”.
El problema es que Agustín renunció a toda su vida pasada. Rice no rechazó toda su carrera. Veía, de hecho, en ella un “potencial de redención”. Su obra Entrevista con el vampiro ha sido adaptada para el musical Lestat, que presentó Elton John pocos días antes de haber intercambiado promesas de fidelidad con su pareja en Londres. Esto le parece “maravilloso”, ya que se considera “socialmente liberal”. Estaba por eso orgullosa de su hijo, el novelista y activista gay de Hollywood, Christopher Rice. Ella no acabó siendo la católica conservadora que algunos querían. Estaba a favor del matrimonio homosexual, el aborto y el control de natalidad, aunque su nuevo hogar tenía un aire cada vez más monacal, con santos sobre pedestales que alzan sus brazos hacia el sol que entra por los altos ventanales de su casa, sobre el Pacífico.
Su fascinación, sin embargo, por la persona de Jesús nos llena de esperanza. Kafka decía que Jesús es “un abismo de luz, que si no cierras los ojos, te puedes caer dentro”. Ya que su grandeza está por encima de toda iglesia o denominación. La cuestión ahora es: ¿cómo podemos conocer a Jesús? Evidentemente no por medio de novelas como estas, sino por el testimonio histórico que nos han dejado los Evangelios. Como Rice, debemos seguir el consejo de Cristo mismo: “Escudriñad las Escrituras” (Juan 5:39). Porque “ellas son las que dan testimonio de mí”, dice Jesús.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o