El Ayuntamiento de Barcelona no quiere a Don Quijote

Los hechos que cuenta el periodista Germán González desde Barcelona y publicados por El Mundo, uno de los periódicos que compro y leo a diario, son estos:

El partido político Ciudadanos hizo una propuesta al Ayuntamiento de Barcelona para instalar una estatua de Don Quijote en el barrio de la Barceloneta. La propuesta fue dirigida a la Comisión de Derechos Sociales, Cultura y Deporte del Ayuntamiento, pero fue rechazada. El portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento, Paco Sierra, recordaba en la propuesta la relación del Quijote con la ciudad de Barcelona. Votaron a favor de la misma el Partido Popular y el Partido ‘Pel Canvi’. Sumaron en contra los votos de Comunes, Partido Socialista de Cataluña y Esquerra Republicana. La señora alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, como era de esperar, también fue contraria al proyecto.

Yo alucino con el analfabetismo cultural de estos políticos, en especial por lo que a Don Quijote se refiere. Desde esta plataforma de Protestante Digital les recuerdo la entrañable relación de Cervantes con Barcelona.

En una conferencia dictada por Concha Espina el 19 de diciembre de 1916 en Barcelona, donde describe el encuentro de Don Quijote con el mar, la poetisa cántabra recuerda: “Aire tibio, fragancia de los huertos maduros, tribu de árboles gentiles, mullida senda, cantares de las fuentes, acompañaron al viajero en la noche hacia la costa”.

Don Quijote y Sancho llegan a las playas de Barcelona “la víspera de San Juan en la noche. Originarios de las tierras secas de La Mancha, ni caballero ni escudero habían visto jamás el mar, que parecióles espaciasísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera que en La Mancha habían visto… El mar alegre, la tierra jocunda, el aire claro, comenzaron a moverse y a hacer un modo de escaramuzas por las sosegadas aguas”.

¿Han leído los señores políticos y señoras políticas del Ayuntamiento de Barcelona los elogios que Don Quijote dedica a la ciudad en conversación con don Álvaro de Tarfe? Les recuerdo que tales elogios se encuentran en el capítulo 72, segunda parte de Don Quijote: “Barcelona, archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos y correspondencia grata de firmes amistades, y en sitio y en belleza, única”.

Pregunto, señores y señoras regidores y regidoras del Ayuntamiento de Barcelona, un hombre de pensamientos tan firmes y elevados respecto a Barcelona, ¿no merece una estatua en vuestra ciudad?

José María Micó, autor del libro Don Quijote en Barcelona, escribe: “Era un destino ineludible, una suerte de Finisterre narrativo y simbólico al que Don Quijote no acude sólo por despecho, sino por necesidad, vocación, es decir, porque siente su llamado”.

¿Entonces? Entonces leamos al Duque de Rivas:

Porque el ser agradecido

la obligación mayor es

para el hombre bien nacido.

Concha Espina, ya citada, añadió en su conferencia dirigiéndose a los habitantes de Barcelona: “Don Quijote es el hombre más justo de todos los tiempos y todos los caminos; viene a vosotros, los catalanes, con una especial solicitud, cargado de virtudes y pasiones que, si convienen en conjunto a la humanidad, son, por excelencia, patrimonio del espíritu español, y merecieron personificarse en Don Quijote bajo el dominio soberano de un alma española a quien hicieron universal la divina gota del ingenio y la humana semilla del dolor”.

Damas y caballeros que gobernáis el Ayuntamiento de Barcelona: Don Quijote no buscaba una estatua en vuestra ciudad, pero la merece, y del mejor material posible.

Además, ¿os parece poco que tras años de duras batallas Don Quijote fuera derrotado precisamente en Barcelona? Cervantes pudo haberlo dirigido a cualquier playa más cercana de Andalucía, pero eligió Barcelona, donde ahora negáis el pan y la sal y una estatua más que merecida a su héroe.

El capítulo 74 del Quijote, donde se describe la derrota del caballero de la alegre figura –Don Quijote no era un hombre triste– a manos del Caballero de la Blanca Luna, en realidad el bachiller Sansón Carrasco, produce en quién lo lee una fuerte emoción. Quebrantan el corazón las palabras del vencido al vencedor. Derribado de su Rocinante, caído en tierra, molido y aturdido, sin alzarse la visera, como si hablara desde dentro de una tumba, dice al farsante de la Blanca Luna con voz debilitada y enferma: “aprieta, caballero, la lanza y quítame la vida, pues me has quitado la honra”.

Don Quijote ensalza la ciudad de Barcelona cuando llega a ella y también cuando la abandona. Al salir de la ciudad camino de su Mancha nativa, Don Quijote dice a Sancho refiriéndose a Barcelona: “¡Aquí fue Troya! ¡Aquí mi desdicha, y no mi cobardía, se llevó mis alcanzadas glorias! ¡Aquí usó la fortuna conmigo de sus vueltas y revueltas! ¡Aquí se oscurecieron mis hazañas! ¡Aquí, igualmente, cayó mi ventura para jamás levantarse!”.

Allí, en la Barcelona de Cataluña, donde vuestra ignorancia, vuestros rencores o vuestros prejuicios, señores y señoras de los muy partidos Comunes, de la alcaldesa Ana Colau, PSC y Esquerra Republicana, le negáis al mundialmente reconocido y alabado Don Quijote de La Mancha un símbolo perpetuo frente a vuestras playas.

Mi reconocimiento a Paco Sierra, representante de Ciudadanos en el Ayuntamiento, quien se ofreció a regalar la negada estatua con la única condición de que sea instalada en la playa de la Barceloneta.