El tweet de Dios sobre la rencillosa

En agosto de hace dos años hubo en el este de Madrid unas lluvias torrenciales que hicieron mucho daño en viviendas e infraestructuras. Concretamente, nuestro edifico se vio afectado, hasta el punto de que en un momento dado estábamos mi esposa, yo y un vecino recogiendo de noche con cubos el agua que se vertía desde el tejado al interior de las viviendas, al no poder la canalización desaguar tanta cantidad de lluvia como caía. Pero lo nuestro fue poca cosa, en comparación con lo que en otras poblaciones de Madrid, en ese momento, estaba ocurriendo. Ahora, cada vez que descarga una tormenta, miramos al techo con preocupación, porque el agua fuera de control puede ser temible.

Pero hasta las lluvias benéficas, que no son torrenciales, también se pueden convertir en un problema, si existe una avería que permita al agua ir por donde no debiera, convirtiéndose lo beneficioso en pernicioso. Ahora bien, si se dan las dos circunstancias conjuntamente de avería e impetuosidad, entonces tenemos el cóctel perfecto para que se produzca una calamidad. 

Hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘Gotera continua en tiempo de lluvia y la mujer rencillosa son semejantes; pretender contenerla es como refrenar el viento o sujetar el aceite en la mano derecha.’ (Proverbios 27:15-16). La ilustración es elocuente, porque el fenómeno que se está produciendo en el ámbito doméstico no es corriente. En primer lugar porque existe una rotura en el tejado, que ya ha venido dando problemas en circunstancias normales; se trata de una gotera que está ahí y cada vez que llueve su molesto efecto se hace notar. Pero el problema se agrava porque ya no se trata de un tiempo lluvioso normal, sino uno de especial intensidad, porque la palabra que se ha traducido como lluvia no es ninguna de las que en el Antiguo Testamento se emplean, sino una que solamente aparece en esta frase. Es decir, estamos ante una escena de destrucción sostenida y extraordinaria, siendo su resultado devastador, porque es un mal continuado en el peor tiempo posible.

Pues bien, esta acción se compara con la que ejerce una mujer rencillosa, es decir, dada a las contiendas. La obra de una mujer pendenciera, amante de las disputas, es semejante a la que este tweet acaba de describir. Del mismo modo que la vivienda física se puede anegar, por la gotera que se agranda en tiempo de tempestad lluviosa, así también la existencia se torna imposible al lado de una mujer dada a la rencilla, porque no se trata de un instante pasajero y aislado, sino de una prolongada acción, que va minando irremediablemente la paciencia y el aguante de cualquiera. El final del entorno donde ella se mueve no es difícil de predecir.

La segunda parte del tweet expresa de manera ilustrativa también la inutilidad de intentar algo para frenar la acción destructiva de la mujer rencillosa, porque así como es inútil procurar atajar el mal de la gotera en medio de la tempestad, igualmente resulta vano querer atajar el mal que esta clase de mujer produce. Como el viento no se puede esconder ni refrenar para que no se note su efecto, así es imposible pretender anular la demoledora acción de la mujer rencillosa. Igual que el viento hace caso omiso de cualquier conato para procurar gobernarlo, también esta clase de mujer ignora toda tentativa para que desista en su actividad.

Si la mano derecha es la mano del poder, porque es la mano de la destreza y hábil para hacer cosas, esa mano, con toda su capacidad, no puede impedir que el aceite con el que ha sido untada se delate a sí mismo, tanto por su facilidad para diseminarse como por su facultad de oler. Y cuanto más se intenta impedirlo, peor es el resultado. De igual modo, no hay manera de impedir que la mujer rencillosa se revele como es, porque nada puede rebajar su fuerza para manifestar ostensiblemente su naturaleza y si se procura, lo que se conseguirá será aumentar todavía más su belicosidad.

La acción perniciosa de esa clase de mujer se muestra en el ámbito donde se mueve, sea más reducido o sea más amplio. Si está en el hogar, su influencia se notará allí; pero si está en medio de la sociedad, allí se hará patente. Y cuanto más alto sea el escalafón que alcance en la vida, más destructora se hará su presencia, de ahí que en puestos de responsabilidad y de mando sus decisiones, motivadas por su propensión a la pendencia y al altercado, dejarán una estela de perturbación por donde quiera que pase, poniendo en peligro no solamente el reducido edificio de la convivencia familiar, sino el más extenso de la convivencia social.

La mujer rencillosa puede convertir su destructivo carácter en pensamiento y doctrina, enarbolando la bandera de la confrontación y la discordia, con lemas repletos de animadversión y resentimiento. No es una exageración que sea comparada con una gotera continua en tiempo de lluvia torrencial.