Cuando se olvida al pobre, se le oprime, se le despoja o se pasa de largo ante su dolor, se imposibilita toda relación cúltica.
A veces resulta duro y arduo hablar de ciertos temas bíblicos que casi nadie toca y que van pasando al olvido. ¿A quién le apetece hablar de cultos vanos o, en su caso, de cultos molestos? Sin embargo, yo pienso y me arriesgo bajo el lema de que hay que hablar de los temas bíblicos, sean molestos o no. A ello vamos.
A lo largo de la historia de los últimos siglos del cristianismo, se ha tenido la tendencia de considerar como esencial y prioritario ciertos elementos rituales del culto. Hoy diríamos que lo auténticamente cúltico sería todo aquello relacionado con la adoración, la alabanza, la evangelización, la oración, la ofrenda, la fiesta cúltica en general. Estas valoraciones se daban ya en los tiempos proféticos. Se tenían estos elementos como únicos y esenciales del ritual. Dios tiene que gritar y rechazar esos cultos que, para Dios, eran vanos, molestos a sus oídos e insolidarios porque se hacían de espaldas al dolor del prójimo necesitado.
El compromiso social, el preocuparse por los colectivos marginados que, en el contexto bíblico, están representados por los extranjeros, los huérfanos y las viudas, los desvalidos y los pobres en general, los abusados y oprimidos, se ha tenido, en el mejor de los casos, como algo no esencial y, en muchos casos, como aspectos secundarios, más o menos voluntarios, cuando no se le ha tenido en el rincón del olvido.
“No me hagáis cultos vanos, me son molestia, no los puedo aguantar”, grita Dios contra los cultos que se hacen de espaldas a los aspectos solidarios del cristianismo con los pobres, y siendo sordos a los aspectos éticos que afectan a nuestra conducta en relación con el prójimo. Cultos de espaldas a la misericordia, frente a tantas y tantas problemáticas del prójimo apaleado, de espaldas a la búsqueda de justicia para con los excluidos y abusados por los ricos y poderosos del sistema. Pues bien, esos cultos no solamente eran vanos, sino que también eran, y aún son, molestos a los oídos de Dios, aunque hicieran cilicio, ceniza, ayunos y rituales sin fin.
¿Acaso no conocemos los textos bíblicos que nos muestran a un Dios que no se complace en el culto, ni en la alabanza, ni en la oración, cuando no va precedido de una relación con el prójimo en el sentido de compromiso social, practica de la misericordia, denuncia de toda opresión y búsqueda de justicia para con los abusados y agraviados? Cuando se olvida al pobre, se le oprime, se le despoja o se pasa de largo ante su dolor, se imposibilita toda relación cúltica. Se cae en los cultos vanos, en los cultos molestos.
Escuchad: “Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré”. Y así, Dios, hablando por el profeta Isaías, está rechazando el culto porque falta algo esencial que tenía este contenido: “Aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda”. Esto era lo que faltaba para que el culto a Dios fuera acepto. Ese compromiso con el hombre, esa actitud ante el prójimo, era necesaria y elemento fundamental del culto. Si estas premisas de misericordia y búsqueda de justicia se cumplen, el Señor acepta nuestro culto y rompe su silencio. Así, inmediatamente después, Isaías dice: “Venid luego”. No antes. No molestéis al Señor vanamente. Esto lo podéis comprobar leyendo Isaías 1:10-20.
Por tanto, el compromiso social, la práctica de la misericordia, la denuncia de la opresión y la búsqueda de justicia están estrechamente ligados al culto. Así, se nos muestra la vida cristiana como un conjunto, un todo que abarca la relación vertical con Dios y la horizontal con el prójimo. No puede funcionar lo vertical para con Dios si no funciona simultáneamente y va precedido de la responsabilidad que el hombre tiene para con su hermano. El compromiso con el hombre en debilidad, injustamente tratado u oprimido, es un requisito previo para el culto. Sin esto, el culto se convierte en “metal que resuena o címbalo que retiñe” que hace daño a los oídos del mismo Dios. Cultos vanos, cultos molestos a los oídos de Dios.
Cultos vanos y molestos. Prácticas rituales cansinas para Dios. Así, en la Biblia se nos muestran grupos religiosos que buscan a Dios cada día, que piden justos juicios, que quieren saber los caminos de Dios, que ayunan, que inclinan su cabeza como junco y hacen cama de cilicio y de ceniza. No se puede ser más religioso buscando a Dios continuamente. Sin embargo, Dios no contestaba. Estos religiosos acaban montando en cólera contra Dios por su falta de respuesta. Y Dios les dice: Me buscáis “como gente que hubiese hecho justicia”. Dios no escuchaba sus peticiones ni se daba por aludido en sus cultos porque no cumplían con los requisitos previos: el compromiso social con el prójimo, la práctica de la misericordia, la búsqueda de justicia y la denuncia de toda opresión.
En Isaías 58, ayunaban y hacían todo tipo de rito, pero oprimían a sus trabajadores y pasaban de largo ante el clamor de los pobres. Dios rechaza su ritual y les dice: ¿No es el auténtico ritual el que “partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?”. Hasta entonces, yo no responderé ni escucharé, dice el Señor. Tu culto será vano, tus rituales cúlticos me serán molestos.
Así, cuando se cumple el requisito previo al culto, basados en la búsqueda de la justicia, la práctica de la misericordia y la denuncia de la opresión y la maldad, responde el Señor. Así dice la Escritura: “Entonces invocarás y te oirá el Señor; clamarás y dirá él: Heme aquí”. Esto lo podéis ver en Isaías 58. Tu culto ya no será nunca más vano ni molesto para el Dios de la vida.
No en vano, la definición de la auténtica religión de Santiago pone en primer lugar el atender a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones. ¿No se ve relación entre el culto y la práctica de la misericordia, entre el culto y la búsqueda de la justicia, entre el culto y la denuncia de toda opresión? ¿En qué consiste el auténtico culto? ¿Acaso podrían ser cultos vamos o molestos a los oídos de Dios? Señor, ayúdanos a practicar el auténtico y verdadero culto, que no hagamos rituales que molesten al Creador.
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