Miedo al silencio

Farrah Fawcett era una de las tres actrices que protagonizaban la serie televisiva Los Ángeles de Charly. Se hizo muy famosa no sólo por su interpretación, sino también por su belleza. Un día, hablando de ese tema en una entrevista para la prensa en los Estados Unidos dijo una frase admirable: “La razón por la que los chicos americanos prefieren la belleza al cerebro, es porque para ellos es mucho más fácil mirar que pensar”.

Creo que esa situación se da en todos los países del primer mundo: el problema de no pensar es mucho más grave de lo que creemos. La sociedad y los medios de comunicación nos empujan a vivir así, porque saben que de esa manera controlarán mucho mejor nuestro comportamiento. Si no somos capaces de pensar y meditar en lo que estamos haciendo, haremos siempre lo que los poderosos quieran.

Incluso en los últimos años, ha surgido una nueva manera de llevar el día a día, cada vez más personas pasan todo el tiempo escuchando música en internet, o con la tele o la radio encendida oyendo lo que otros hablan, porque no pueden soportar el silencio. No quieren pensar ni enfrentarse consigo mismas. No quieren saber realmente cuales son sus pensamientos ni tampoco lo que les espera en la vida. No quieren reflexionar ni meditar; por eso el silencio les da miedo.

La sociedad “piensa” por ti para que hagas lo que ellos quieren. Muchas de las actividades a las que le damos un valor incalculable son absolutas tonterías: detente por un momento y piensa si está bien que entreguemos millones de euros a alguien que le pega a una pelota con los pies (por poner sólo un ejemplo), mientras otra persona que está trasplantando un corazón en un país de África, apenas tiene medios para hacerlo. Recuerda que a mi me encanta el deporte  y varios de mis amigos viven en ese mundo, así que no lo digo por descrédito a ellos, sino para que recapacitemos sobre  cuales son los valores de nuestro primer mundo.

Hoy existen personas que ganan millones de euros explotando a trabajadores en los países del tercer mundo, para después darles “donativos” de lo que les sobra apareciendo como seres magnánimos, en lugar de pagarles de una manera digna a los que hacen el trabajo. El “no pensar” nos ha llevado a vivir sólo de lo aparente, de lo que se ve; con lo que hemos perdido la dimensión de lo realmente importante. ¡Y a nadie parece preocuparle! Necesitamos renovar nuestra mente pensando, orando, leyendo, conversando de lo que merece la pena, tomando buenas decisiones sin creer todo lo que los demás nos dicen… Tal como la Biblia nos enseña, “Nuestro hombre interior se renueva de día en día. Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:16-18).