El tweet de Dios sobre el ejercicio de la libertad

Uno de los memorables párrafos de Don Quijote es el que dice: ‘La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.’ (Cap. LVIII, Parte II). Desde luego, bien sabía el autor de la obra lo que decía, al haber estado cautivo Cervantes cinco años en Argel, siendo destacable en el pasaje que atribuye ese precioso don de la libertad a Dios. Otro gran texto en el que se enaltece la libertad y se le atribuye a Dios es la Declaración de Independencia de Estados Unidos de 1776, que afirma: ‘Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.’ Por tanto, este texto presenta como verdad evidente, es decir, que no necesita ser demostrada, porque es irrefutable, que la libertad es un derecho inalienable, que no puede ser arrebatado, con el que los seres humanos hemos sido creados por Dios. Así pues, Cervantes y los fundadores de Estados Unidos estaban de acuerdo en lo mismo.

La libertad supone la capacidad de elegir y de decisión, la cual es al mismo tiempo un privilegio y también una responsabilidad. Es un privilegio, porque significa que estamos dotados de libre albedrío, del que están exentas otras criaturas, lo que nos eleva a una posición singular. En estos tiempos de robotización desmesurada, cuando las máquinas compiten con el hombre en cuanto a facultades, convirtiendo el mundo en un espacio en el que más y más son protagonistas e incluso pareciendo que nos desplazan a un puesto secundario, qué honor es saber que el don con el que fuimos investidos por nuestro Creador no puede ser nunca facultad de un robot, que jamás sabrá lo que es la grandeza de la libertad.

Pero este privilegio también supone una responsabilidad, porque según el uso que se haga del mismo, así serán los resultados. Es decir, con el uso de la libertad se abren dos escenarios de consecuencias, como son el del provecho y beneficio o el del quebranto y perjuicio. En el primer caso, el ejercicio de la libertad se convierte en fuente de bendición, en el segundo en temerario riesgo de insospechados efectos; de ahí la necesidad de ejercerlo con mucho cuidado, tal como se debe ejercer todo lo que es fundamental. 

Como el uso de la libertad es individual, también son individuales las consecuencias que se derivan, debiendo asumir cada cual los resultados que le corresponden. Nadie puede ejercer su libertad en nombre de otro o en sustitución de otro, porque se trata de una facultad personal e intransferible. Lo que hago, lo efectúo en mi nombre y su repercusión tiene que ver conmigo. Cuando se piden cuentas por lo realizado, no es a un tercero, sino a la persona que, ejercitando su libertad, actuó de determinada manera. El código penal de cualquier sociedad humana está basado en este elemental principio.

Hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘Si fueres sabio, para ti lo serás; y si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.’ (Proverbios 9:12). El texto contempla dos estados morales contrapuestos, como son el de la sabiduría y el de la burla, siendo dos alternativas que están a disposición de cualquiera y dependiendo de nuestra libertad de decisión escoger una u otra. Es evidente que una cosa es ser sabio y otra muy distinta ser un burlador. La primera está saturada de prudencia, inteligencia y humildad; la segunda lo está de insensatez, desvarío e insolencia. Pero una vez ejercido el derecho de elección, que Dios mismo nos ha concedido, los resultados serán para el sujeto que lo ejerció. Por eso el tweet continúa afirmando que la elección de la sabiduría repercutirá en quien la eligió, del mismo modo que la elección de la burla redundará en quien se decantó por ella.

Dado que la sabiduría tiene como raíz el temor de Dios, significa que los que optan por tomar a Dios en serio recibirán la ganancia de tal opción. Es decir, lejos de imaginar que se le está haciendo un favor a Dios, el que decide decantarse por la sabiduría, se hace un favor a sí mismo. Y viceversa, como la burla tiene como ingrediente esencial el desafío a Dios, los que escogen tal orientación recibirán el daño asociado. Lo que significa que lejos de pensar que se le está haciendo un daño a Dios, el que decide decantarse por la burla se hace daño a sí mismo.

Nuestros primeros padres fueron dotados de libertad y colocados en una posición donde se les abrían dos posibilidades, siendo advertidos de antemano de las consecuencias. Al escoger, hicieron uso de su libertad, pero como la elección fue mala, se labraron su ruina, perdiendo el Edén. Aquello fue libertad, pero libertad catastrófica.

Eres libre para escoger. Puedes hacerte un favor vital a ti mismo o puedes hacerte un daño letal a ti mismo. Tú decides.