En la Biblia, además de las recomendaciones en cuanto a los inmigrantes en el Antiguo Testamento, tenemos también la figura del Jesús migrante. Éste tuvo que huir en la oscuridad buscando posibilidades de vida. En su rostro, el rostro del Jesús migrante, se apoyan todos los rostros desesperados de los migrantes del mundo hoy.
Así, pues, para la Iglesia hoy, las fuertes demandas de los valores del Reino de Dios que emerge en nuestra historia con la irrupción de Jesús mismo, debe motivar a la Iglesia Evangélica para plantearse toda una pastoral de la inmigración. Valores del Reino que se desgranan en las parábolas del Reino, que pone a los últimos como primeros, que a los trabajadores a los que nadie quiere contratar, finalmente son contratados por el Padre de la viña, y no sólo eso, sino que se les paga lo mismo que a aquellos que, por estar más fuertes o más cualificados, se les contrata a primera hora de la mañana, y además, se les paga los primeros.
Por tanto, la Iglesia, en su búsqueda de una pastoral de la inmigración, debe descender a la arena de la realidad e ir trazando líneas de ayuda y de dignificación de los inmigrantes, fundamentalmente de aquellos más oprimidos o empobrecidos.
Una pastoral de la inmigración, podría tener las siguientes áreas de preocupación:- A) Ayuda asistencial a los inmigrantes. Comenzamos por ésta y dejamos la ayuda espiritual para el final, aunque sabemos que ésta, la espiritual, debe estar en todo el proceso. Y no nos debe parecer extraño que una pastoral de la inmigración comience por ahí, por la ayuda práctica. Bíblicamente, no se puede dar el auténtico ritual de espaldas al dolor y el desamparo del prójimo que está en desventaja social. Por tanto a la base de una pastoral de la inmigración debería estar la ayuda asistencial: el dar de comer, vestir, informar sobre recursos sociales, sobre programas de búsqueda de empleo, sobre ayuda sanitaria, ayuda jurídica, proveer alojamientos siempre que se pueda y todo lo relacionado con favorecer su entorno social de manera que se pueda ir ubicando en nuestras sociedades como un nuevo ciudadano sin merma ninguna de su dignidad.
- B) Transmitir consuelo, acompañamiento, ánimo, aumentar su autoestima intentando no crear dependencias ni institucionales ni individuales. Para eso la Iglesia debe dotar de preparación a todos los que vayan a ser más directamente impulsores directos de esta pastoral. Es decir, la Iglesia debería formar a personas que tuvieran tiempo, a la vez que dotarles de los recursos suficientes para desempeñar su labor. O sea, responsables de la pastoral de inmigración debe ser toda la Iglesia, pero puede haber ciertas personas con una capacitación especial.
- C) Practicar la denuncia. Esto debe ser también parte imprescindible de una pastoral de la inmigración. Hacer labor profética. Denunciar las estructuras injustas que oprimen y marginan, así como toda situación, sea legal o no, que perjudique a los inmigrantes, a los nuevos ciudadanos en sus derechos civiles o fundamentales. La iglesia debe denunciar la opresión, la mala redistribución de bienes, los desiguales salarios, la explotación, el racismo, la xenofobia y la violencia contra los débiles. Para una pastoral de la inmigración, no pueden existir hombres iguales ante Dios, pero desiguales ante las leyes. Una pastoral integral debe trabajarse por la igualdad jurídica y social.
- D) La Iglesia debe asumir que su evangelización no se limita solamente a la verbalización de la palabra. Que la evangelización debe asumir también la denuncia de las estructuras de pecado y darse cuenta de que la acción social puede ser también evangelizadora. La acción social de una pastoral de la inmigración, entraría automáticamente a ser acción evangelizadora, no solamente sobre las personas a las que se ayuda, sino a toda una sociedad que observa la acción de los cristianos.
- E) El inmigrante tiene también derecho a conservar su identidad religiosa. La iglesia que acoge a inmigrantes debe estar dispuesta a favorecer cierta pluralidad y evitar el fanatismo identitario de ciertas congregaciones. Tienen que ser congregaciones de acogida, o sea, más abiertas y respetuosas con posibles formas que no encajan en la tradición de cierta iglesia local. Si llega el caso, incluso una pastoral de la inmigración debería estar abierta a cierto diálogo interreligioso, al cual estamos poco acostumbrados las comunidades evangélicas en general. Los cristianos inmigrantes también ponen en tela de juicio el eurocentrismo del cristianismo, invitándonos a la vivencia de un cristianismo universal, capaz de inculturarse en el seno de cualquier cultura de la tierra. Así, los inmigrantes nos invitan a que nuestra evangelización se inculturice teniendo en cuenta la diversidad cultural.
Así, la pastoral se va construyendo, pero debemos terminar el tema de la pastoral de la inmigración con otro artículo que complemente al actual. Será el próximo.
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