Entre las personas afectadas por la pobreza y la exclusión está el prototipo de la mujer pobre y extranjera. No solamente muchas de ellas están indocumentadas, desplazadas a causa de los diferentes conflictos bélicos y sociales, sino que las mujeres, junto con los niños, son víctimas también del crimen del tráfico humano.
El número de mujeres migrantes es similar al de los hombres. En España tuvo una característica especial: antes, y en mayor número que los hombres, llegaron las mujeres. Era más fácil para ellas ubicarse en el mundo del trabajo doméstico, en el cuidado de ancianos y enfermos, en la limpieza y otros tipos de trabajos sencillos, para no hablar de la prostitución.
Muchas de ellas trabajaron sin ningún tipo de contrato ni de seguridad social. Aceptaban todo tipo de trabajos. No habían salido de sus países solamente por la búsqueda de mejores oportunidades para cambiar de vida, sino porque escapaban del fantasma del hambre y de otros tipos de conflictos culturales, familiares y sociales.
La mujer inmigrante tiene factores afectivos que les hacen sufrir que no son tan claros en los hombres. El hecho de tener que dejar a sus hijos en su país de origen supone unos desgarros afectivos fuertes. En los despachos de atención individualizada de nuestros centros hemos visto a mujeres llorar cuando se les pregunta por sus hijos. Además, son mujeres en edad fértil que, al llegar al país de acogida, suele quedar de nuevo embarazadas. Nuestro centro Da Vida está trabajando con mujeres embarazadas en situaciones de crisis o dificultad social y el noventa por ciento de las usuarias de Da Vida son inmigrantes de muy diferentes países. Muchas de ellas se ven con dificultad de trabajar por el hecho de la maternidad. Tienen que acudir a los centros asistenciales para proveerse de alimentos infantiles, accesorios para sus bebés, ropa infantil, a la vez que buscan también las asistencias de las diferentes asociaciones que les pueden proveer de ropa y alimentos, tanto para ellas como para sus hijos.
La tragedia de la mujer inmigrante sería mucho mayor si no fuera por las diferentes Asociaciones y ONGs que están haciendo un trabajo asistencial y de integración social con estas mujeres. En este sentido es importante conocer que, muchas de las mujeres inmigrantes que van por las calles con sus carritos que portan a sus bebés, las ropas con que los visten y se visten, y los alimentos que consumen, parten, en un porcentaje bastante alto de casos, de las ayudas asistenciales que se ofrecen desde los centros evangélicos como Misión Urbana que, a su vez, depende de las iglesias evangélicas en el ámbito interdenominacional.
Las políticas en torno a la mujer, no debieran olvidar este sector tan importante de la mujer inmigrante. Si los gobiernos están buscando la paridad en los trabajos oficiales y la igualdad de trato, no deben pensar solamente en la mujer integrada en las sociedades ricas occidentales, sino enfocar también, muy directa y humanamente, la problemática de la mujer inmigrante que también requiere una igualdad de trato tanto en las retribuciones como en las posibilidades de acceso a los diferentes puestos de trabajo.
También se deberían fijar mucho en las condiciones en que desarrollan sus trabajos y en la seguridad de éstos. Sepamos que hay muchas mujeres inmigrantes trabajando ilegalmente, abusadas en cuanto a los salarios y el número de horas trabajadas. Las problemáticas de falta de seguridad en el trabajo, de abusos, de posibles malos tratos, de sobrecargar el número de horas trabajadas y de recibir un bajo nivel salarial, se pueden dar de una forma alarmante e indigna entre las mujeres inmigrantes en nuestro país. Por tanto la mujer no sólo necesita una facilidad de recepción en el país de acogida, sino que alguien vele por su seguridad y protección para que no se caiga en una nueva manera de practicar una nueva esclavitud llena de abusos y de explotaciones indignas.
También hay que tener en cuenta que la mujer cae más fácilmente en manos de las organizaciones mafiosas que trafican con mujeres jóvenes a base de engaños para acabar con ellas en el submundo de la prostitución. El tema de la explotación sexual de las mujeres inmigrantes sería un tema que se debería tratar de una forma más exclusiva por ser una de las miserias de la humanidad.
Nosotros, desde Misión Urbana, hemos animado mucho a los grupos de mujeres de nuestras iglesias evangélicas para que tomen responsabilidad especial por estas coetáneas suyas que están sufriendo junto a nuestras puertas. Muchas veces han respondido apoyando nuestros Campamentos con mujeres y con niños y en otros temas de ayuda al área de la mujer inmigrante como es nuestro Programa Da Vida, pero creemos que las iglesias deberían usar más sus posibilidades de acogida y de ayuda para centrarse en esta área tan importante como es la ayuda a la mujer inmigrante que se encuentra dentro de nuestras fronteras.
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