La ley trans y el debate en el feminismo

El feminismo histórico es el que tiene sus raíces en el siglo XIX, y surgió a través de colectivos de mujeres protestantes antiesclavistas. De hecho publican el primer manifiesto colectivo en pro de los derechos de la mujer e inspirado en la Biblia: Declaración Seneca Falls. Defendía sencillamente la igualdad de derechos de las mujeres, en todos sus ámbitos. A este movimiento se unieron las sufragistas, las obreras textiles con sus huelgas y las mujeres de color esclavas, que culmina en la publicación de La cabaña de tío Tom, de Harriet

A partir de mediados del siglo XX surgen otros feminismos (2 ola y 3 ola, liberal, radical) hasta la actualidad, 4 ola, existiendo hoy muchísimas ramas diferentes. El próximo artículo lo dedicaré a ello.

Es ya de dominio público que las llamadas feministas históricas actuales han rechazado de pleno el borrador de la ley trans que pretende sacar adelante Irene Montero (*).

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Hacemos a continuación un breve resumen sobre los puntos más importantes en los que discrepan  las feministas históricas, que ven en la ley trans un retroceso en la igualdad. Tras conocer el borrador este colectivo escribió una carta abierta al presidente el Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado noviembre y ahora, tras conocer el borrador de la ley, ha hecho público un comunicado.

Entre  otras se encuentran la filósofa Amelia Valcárcel, la socialista Ángeles Álvarez y la escritora Laura Freixas, que ha tachado este lunes de “reaccionario” e “inconstitucional” el proyecto de la ley trans del Ministerio de Igualdad que dirige Irene Montero.

Para las feministas “históricas” creen además que “pone en peligro a la infancia”:

“Referirse a una ‘infancia y menores de edad trans’ no es en absoluto progresista, sino políticamente reaccionario y constitutivo de posible abuso infantil”, manifiestan, convencidas de que el borrador fomenta que niños y niñas tomen decisiones “no informadas, sino inducidas” y se les someta a terapias de conversión. Según señalan, los profesionales que trabajan en las unidades de endocrinología indican que un 85% de menores desiste del supuesto “ser trans” cuando superan la pubertad.

El grupo cuestiona contradicciones como que se exija “despatologizar” la transexualidad, cuando lo que se propone es “una medicalización permanente”. Critica además que Igualdad utilice la expresión “violencia intragénero”, como aquella producida entre personas del mismo género, al considerar que diluye la violencia contra la mujer; y se muestra en contra de reconocer jurídicamente la “identidad de género”, vaciando de contenido la categoría de sexo.

Explican que la identidad de género se define en el borrador como “la vivencia interna e individual del género tal y como cada persona la siente y autodefine, pudiendo o no corresponder con el sexo asignado al nacer”, pero “una vivencia interna e individual no puede generar efectos legales”. “Si el sexo es irrelevante a nivel jurídico, todas las políticas para combatir la desigualdad estructural que las mujeres padecemos se tornan irrelevantes”. El grupo considera el texto “claramente inconstitucional” porque su falta de claridad lingüística atenta a la seguridad jurídica, confundiendo sexo con género. “Todo lo que venimos señalando constituye un debate trascendental, ético y político, que no se puede hurtar a la opinión pública porque tiene graves consecuencias prácticas. El debate debe de ser amplio, profundo, abierto y multidisciplinar”, concluyen.

Pues en ese debate tendríamos que estar nosotros, como evangélicos, llevando nuestra visión. Como vemos, argumentan razones con las que coincidimos plenamente y que desde esta Plataforma Seneca Falls, así como desde otros colectivos evangélicos llevamos tiempo afirmándonos. Entre otros el comunicado que hizo la Alianza Evangélica Española hace unos meses.

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Aparte de estos argumentos contra la ley trans nuestro feminismo bíblico se define además por 4 afirmaciones y una negación. En nuestro próximo artículo hablaremos de ello.

Lo que me asombra es que ahora la opinión pública no se les echa encima como sí ocurre cuando somos colectivos evangélicos o cristianos los que argumentamos en contra de esta ley y otras que pretenden eliminar el sexo, manipular a los niños y quitar de en medio a los padres.

Parece que las feministas históricas no van tan desencaminadas en estos temas. Que siga así y que nuestra voz como mujeres feministas evangélicas se haga oír en la sociedad en este momento tan complicado y confuso de la historia donde hace falta más luz y más guía que nunca. Aprovechemos que en cierto modo en esta ocasión vamos con la corriente y no contracorriente.

(*) Fuente: La Vanguardia (9-2-2020) ”Manifiesto grupo Feminismo históríco sobre la ley trans”.