Es, por tanto, en el campo educativo en donde debe darse la mayor preocupación social por la interculturalidad. La estructura monocultural de la institución educativa ha saltado hecha pedazos. Nos encontramos en un escenario diferente y con nuevos retos.
Hoy, el multiforme rostro de Dios se refleja en las escuelas de una manera clara. La diversidad de la raza humana, todos criaturas del mismo padre. La diversidad cultural, el pluralismo al que todos estamos llamados. Los niños que se están educando en la escuela pública, tanto inmigrantes como extranjeros, van a tener unos referentes culturales de los que van a carecer quienes se eduquen en escuelas clasistas con un reducido número de niños procedentes de la inmigración.
Los niños educados en la interculturalidad que hoy se exige a la escuela van a saber situarse mejor ante las diferencias. No solamente se van a dar cuenta de las diferencias entre los que proceden de unos u otros países, de unas u otras culturas, sino que van a saber apreciar mejor sus propias diferencias, las diferencias entre los niños de un mismo país. Para ellos va a funcionar mejor la frase de referencia: “Todos somos diferentes, todos somos iguales”. El rostro de Dios es sólo uno, un rostro que aglutina todas las diferencias de aquellos que son sus criaturas, aunque algunos, en nuestras culturas, sigamos pensando en el Dios abuelo, blanco, de largas barbas canosas e impasible a muchas de las cosas que ocurren en el mundo. La imagen que tenemos del rostro de Dios debe cambiar.
En la escuela se debe plantear con fuerza la educación intercultural. Una educación que se da, necesariamente hoy en España, en contextos de gran diversidad. La cultura va a ser una variable más entre muchas otras, como las de procedencia, las de etnia, las de color de la piel, estaturas y rasgos diferenciales múltiples. Los maestros tienen que estar atentos a la interculturalidad para que la cultura de procedencia, la etnia, la diferencia social o las costumbres, no supongan, para nada, un factor que condiciones el posible fracaso escolar, con lo que esto supone de futura exclusión social de estos chicos que pronto serán jóvenes y adultos.
Para que, realmente en la escuela, haya una educación intercultural, los maestros deben promover el diálogo entre las diferentes culturas, procurando que no se den situaciones de prepotencia cultural, siempre en plano de igualdad y mostrando la riqueza que todos podemos añadir a nuestra experiencia en el conocimiento que proporciona el diálogo intercultural. Hay que evitar todo atisbo de tendencias etnocéntricas para que no se llegue a ninguna prepotencia cultural excluyente. Los niños, que van a ser los protagonistas del futuro, deben estar educados en la interculturalidad que debe irles proporcionando el ambiente escolar.
La educación, tal y como ya dice la Declaración de los Derechos Humanos, debe favorecer la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos. Nunca como en estos momentos en España y en el mundo debemos recordar estos Derechos Humanos y debemos de ir dándole forma práctica en la escuela más plural y diversa que haya existido jamás tanto en nuestro país, como en los entornos europeos o mundiales. En la escuela es donde los alumnos deben tener las primeras experiencias interculturales. Si es necesario, en la escuela deberían existir clases prácticas de interculturalidad, ya que la escuela es el ámbito apropiado para el inicio de una integración igualitaria de los hijos de los inmigrantes que han venido a nuestro país a buscarse unas mejores condiciones de vida.
La escuela es el lugar adecuado para el debate de la interculturalidad. Estos niños serán los jóvenes y los adultos de nuestras sociedades en un futuro no muy lejano. Los fallos en la experiencia intercultural en la escuela puede ser un semillero de conflictos juveniles, que más tarde serán adultos, que deben tener la posibilidad de participar en igualdad en todos los derechos y deberes de la ciudadanía. Yo creo que la escuela no tiene sólo la función de ir suavizando las desigualdades escolares, sino que tiene una responsabilidad en el futuro de estos niños y de las desigualdades sociales que dimanan, en ocasiones, del no respeto a la diferencia y de no saber vivir la interculturalidad.
Los niños que no hayan sido educados en contextos interculturales, pueden estar en desventaja en las dinámicas sociales que se imponen, necesariamente, como inmersas en la interculturalidad. En una sociedad plural y diversa, la educación en ambientes interculturales es aconsejable.
Es por eso que no solamente la escuela pública debe de asumir los mayores niveles de escolares hijos de nuestros inmigrantes, sino que debería ser aconsejable u obligatorio que todos los colegios tuvieran un ambiente intercultural que se de en la pluralidad y en el diálogo entre culturas, no sea que algunos niños se encuentren después aislados en una sociedad a la que no entienden y se puedan crear en ellos actitudes xenófobas o racistas.
Así, pues, la iglesia y los creyentes, siempre preocupados por los temas educativos, deberían hacer una reflexión seria sobre la educación intercultural que, sin duda, tendrán que poner en práctica en los propios templos en su trabajo con los niños… porque las iglesias también son plurales y diversas, lugares idóneos también para el diálogo intercultural y para hacer una aproximación real a un Dios que acoge toda diferencia entre los hombres.
Si quieres comentar o