Aquí van algunos ejemplos de las mentiras más comunes de nuestro tiempo.
“No hablarás contra tu prójimo falso testimonio”
Una sociedad que quiere perdurar y florecer necesita como fundamento que la verdad goce de alta estima. Donde la mentira es lo normal y no la excepción, la convivencia y el progreso se vuelven imposibles. Aquí van algunos ejemplos de las mentiras más comunes de nuestro tiempo:
1. Vivimos en un estado de bienestar fundado en la mentira del cuidado estatal a base de endeudamiento público cada vez más alto.
Aunque ningún político lo admite fácilmente, es una verdad comprobable que nuestro estado de bienestar se basa en un endeudamiento público descontrolado. Los países occidentales, entre ellos España, se ven confrontados con esta cruda realidad: las pensiones y el sistema sanitario no pueden financiarse en las condiciones actuales. Es evidente que en los próximos años se va a subir la edad de jubilación, posiblemente a los 70 años. La idea que una persona se pueda jubilar como muy tarde a los 65 años o incluso antes será cosa del pasado. La baja natalidad (que de momento tampoco se compensa con la inmigración de extranjeros en muchos casos con baja calificación para el mercado laboral) juntamente con una creciente expectativa de vida hará pedazos los cálculos actuales. Sin embargo, ningún gobierno lo admite. Solamente escuchamos de forma unísona: las pensiones están aseguradas. No hay nada asegurado en este mundo y aún menos en el año 2020. Algún día los pensionistas futuros y presentes se van a dar cuenta de la gran mentira que ha supuesto esta promesa.
2. El dinero que usamos se basa en la mentira de un contravalor que no existe.
Lo que tenemos en nuestras carteras es estrictamente una mezcla entre papel y algodón (llamada billetes). Nada más. Lo demás se basa en promesas de los gobiernos y sus respectivos bancos centrales. Lo que valen estas promesas se ha experimentado en docenas de países a lo largo de las últimas décadas. El valor real de una moneda se demuestra en el día cuando la gente le retira la confianza. Y esto ha sido el destino de todos los sistemas monetarios fiat 1 ;sin excepción. El euro no va a ser una excepción. Una de las estrategias para tranquilizar a la población es el mantra: los ahorros están asegurados - por lo menos hasta un límite de 100.000 euros. Esto es una limitación completamente artificial y arbitraria. Además habría que preguntarse: a la hora de la verdad ¿qué voy a poder comprar con 100.000 euros? Si cada español decidiera acudir mañana a su banco para retirar todos sus ahorros, el sistema financiero colapsaría de inmediato. Es la pesadilla de todos los gobiernos. Por lo tanto, se suele impedir con un procedimiento que los argentinos hace 20 años han bautizado “corralito”. Mantener a la gente con la idea de que el banco en cualquier momento está en condiciones de hacer frente a sus obligaciones, es una de las mentiras más creídas en nuestro tiempo. Ya lo dijo Henry Ford en el año 1928: “Si la gente entendiese cómo funciona nuestro sistema financiero, creo que habría una revolución antes de mañana”. Pues, la gente no lo entiende, ni les interesa hasta que es tarde. A veces uno está tentado a pensar que la credulidad del ser humano no tiene límites.
3. Nuestro bienestar se paga a coste de un endeudamiento cada vez más grande y no por la buena gestión de los gobiernos.
Ningún gobierno europeo ha reducido su endeudamiento de forma sustancial en los últimos 10 años. Todo lo contrario: en tiempos de corona, el endeudamiento estatal se dispara hasta niveles irreversibles. Esto incluye España. En el caso español el aumento de la deuda estatal - muy en contra de las afirmaciones oficiales - es auténticamente preocupante. A pesar de todos los recortes y ayudas comunitarias, el endeudamiento sigue creciendo. Y sin embargo se hace todo lo posible para que la gente no comprenda esta evidente verdad: si el país fuera una empresa estaría en suspensión de pagos.
4. La mentira y la difamación en la política se han convertido en el modus operandi.
Es una triste verdad que en el momento en el que un político abre la boca, por regla general miente. Las medias verdades, por cierto, también son mentiras. La falta de credibilidad de nuestros gobiernos y de la clase política en términos generales ha llegado a niveles difíciles de soportar. El debate político entre los partidos se suele reducir al reproche “y tú más”. El sistema político es tan corrompido que asusta.
Quiero poner solo un ejemplo:
Jean-Claude Juncker era hasta hace poco presidente de la Comisión Europea y del eurogrupo, el órgano político que controla el euro. Normalmente hablaba en frases ambiguas como el oráculo de Delfos. Pero de vez en cuando - raro acontecimiento en la vida de un político - hablaba sin tapujos, probablemente inducido por excesos de alcohol. La primera cita ya tiene años, pero no ha perdido nada de su actualidad:
"Nosotros decidimos algo, lo presentamos al público y esperamos un poco, a ver lo que pasa. Y si no se levanta un gran revuelo y no hay sublevación porque la mayoría no entiende que es lo que se ha decidido, entonces seguimos, paso a paso, hasta que no haya marcha atrás".2
Y la otra, más clara todavía:
"Si la cosa se pone seria, hay que mentir.” 3
Mentirosos así nos gobiernan a través de una moneda basada en una mentira. Y así nos va.
Pero antes de lanzar la primera piedra sobre nuestra casta política, cabe recordar, que ellos simplemente representan una sociedad que en lo cotidiano ha hecho de la mentira una forma de comportamiento normal.
No hay que olvidar que una sociedad donde la mentira acampa a sus anchas, no tiene futuro porque la mentira lleva directamente al caos. La esencia de la mentira es una negación de la realidad y, por lo tanto, es peligrosa. Jesucristo dijo: “Sea vuestro hablar: sí, sí; no, no porque lo que es más de esto del mal procede.” (Mateo 5:37).
Y sin embargo nos hemos acostumbrado tanto a exagerar, manipular, no decir toda la verdad o cambiar los hechos. La mentira es precisamente la característica del diablo. Él es la personificación de la mentira. Él “es mentiroso y padre de la mentira.” (Juan 8:44b).
El cristiano, por lo tanto, se debe caracterizar por su integridad, rectitud, honestidad y el rechazo de la mentira. Son calidades que en una sociedad corrupta brillan con luz propia. Como siempre es el primer paso hacia una renovación de nuestra sociedad el enseñar con el propio ejemplo.
Hay otra área donde la honestidad y el rechazo de la mentira es fundamental: en el mundo laboral y comercial. Aunque en muchas empresas se aplica todavía el principio del “pan para hoy y hambre para mañana” es obvio que esta práctica de negocios no es sostenible a largo plazo. Un cliente defraudado difícilmente comprará el mismo producto dos veces. El famoso “fraude de etiquetas” es bastante extendido, pero en la medida en la que otros negocios y empresas trabajan con más honestidad y transparencia, los productos fraudulentos al final tienden a desaparecer. El cliente siempre honra a los que honran su palabra. Curiosamente en la política nunca se aplica el mismo criterio. Una solvencia comercial adquirida a lo largo de muchos años de comercio honesto, siempre pagará sus dividendos a largo plazo.
Si tuviéramos un mercado auténticamente libre que se orientara por las necesidades y deseos de los clientes casi automáticamente se expulsarían las ovejas negras del sector. El fraude y el engaño, sin embargo, se instalan en economías y sectores altamente monopolizados o protegidos por gremios y subsidios estatales. Es un fenómeno curioso que incluso una persona que en lo personal se caracteriza por su falta de respeto a la verdad, siempre escogerá una empresa que le preste un servicio honesto y transparente. Y el beneficio propio se consigue con más facilidad cuando una empresa no engaña y trabaja de forma transparente y honesta. Es una gran ventaja para personas con una ética basada en la honestidad. Por eso, aquellos que honran los diez mandamientos tienen mayor éxito en el mundo comercial que personas que escogen estrategias fraudulentas.
Un creyente que entrega su producto o servicio al precio convenido, en las condiciones acordadas, en la calidad prometida y en el tiempo establecido llamará la atención. Y si en lo visible y comprobable no falta a la verdad, será mucho más creíble cuando hable de las cosas invisibles e espirituales.
Notas
1 “fiat” viene de la palabra latina “hágase” y es una alusión al crear algo de la nada.
2 Der Spiegel 52/1999 del 27 de diciembre 1999, p. 136
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