Los ángeles como viajeros entre dos mundos interfieren en los acontecimientos de este mundo. Y su presencia es real.
Los ángeles son los trabajadores de Dios, encargados de tareas específicas. La raíz de la palabra “ángel” en hebreo, está relacionada precisamente con el trabajo. Tienen horario continuo. No hay indicios de que ellos tengan día de descanso o vacaciones. Incesantemente están activos.
Cuando Jesucristo estaba aquí en la tierra seguramente tenían turnos adicionales. Era el momento clave de la historia y esto se reflejaba en sus actividades. Solo quiero resumir algunas:
La lista no está completa.
Es evidente: cuando se hubo cumplido el tiempo, llegó la fase decisiva del plan de salvación de Dios. Ahora el Hijo asumió una naturaleza humana adicionalmente a su naturaleza divina. El cielo tocó la tierra. Jesucristo llevó a cabo su obra definitiva para redimirnos.
Los que trabajaban entre bastidores eran los ángeles. Estaban en alerta roja.
Hacemos bien en no pasar por alto el papel que desempeñaron ellos en la vida de Jesucristo. No podemos afirmar los grandes hechos del plan de salvación sin reconocer la realidad de todo lo que es el mundo espiritual.
Si leemos los evangelios, nos damos cuenta de esta inusual actividad de los ángeles dese el inicio hasta el final. Y una cosa nos llama la atención: son silenciosos, discretos y eficaces. Y jamás atraen la atención a sí mismos. En esto son un gran ejemplo a seguir.
Aunque no lo dicen, por el testimonio de los evangelios es evidente que ellos desean que el plan de salvación se lleve a cabo. Por eso acompañaban la venida del Hijo a este mundo con su adoración (Hebreos 1:6). En los evangelios vemos continuamente apariciones de ángeles. Y Jesucristo tenía mucho que decir sobre ellos.
Aquellos tiempos eran especiales y únicos. Pero el trabajo de los ángeles en esta tierra no terminó allí. Y ahora tal vez llegamos a uno de los temas más interesantes para nosotros: el ministerio de los ángeles con los creyentes y con la Iglesia en su conjunto.
Los primeros dos capítulos de la carta a los Hebreos nos dan alguna información muy interesante en este contexto. Son ellos los enviados “para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación.” (Hebreos 1:14). Es decir: nosotros.
Es interesante que los ángeles no se mencionan en la Biblia hasta después de la caída de Adán y Eva. Pero a partir de este momento son los instrumentos para que el plan de salvación se lleve a cabo en contra de la resistencia de las huestes malignas. Sus apariciones son, por lo tanto, muestras de la gracia divina. Ellos cuidan del pueblo de Dios (Hebreos 1:14). Sus apariciones son siempre una señal de la intervención directa y sobrenatural de parte de Dios.
Los acontecimientos de este mundo - no solamente los que contribuyen específicamente al plan de salvación - son influenciados y dirigidos por ellos. Un buen ejemplo de esto es el libro de Apocalipsis, y eso irrespectivamente de cómo lo interpretemos. El hecho queda: son ángeles que ejecutan las órdenes divinas en acontecimientos que ocurren aquí en la tierra. Los ángeles no solamente forman parte de la historia, sino que ellos hacen historia.
Pero también existe lo que podríamos llamar un ministerio de perfil bajo de los ángeles. Nos vigilan y nos observan (1 Corintios 4:9 y 1 Timoteo 5:21). Incluso están presentes cuando la iglesia se reúne. Me temo que somos muy poco conscientes de esto: en un culto de una iglesia no solamente están presentes los que vemos, sino también un número indeterminado de observadores celestiales. Confieso que esta es una de las razones por las que a mí personalmente me trae sin cuidado si predico en una iglesia donde hay 5 personas o 500. Prepararé mis mensajes exactamente con el mismo cuidado. Y no solamente por los 5 visibles, sino porque sé que voy a tener espectadores invisibles que también se merecen un sermón bien preparado.
Y aunque no los escuchamos: no me cabe duda de que forman parte de la gloria incluso de la iglesia más pequeña que se reúne en el local más feo.
Calvino escribió: “De aquí que estén presentes en las asambleas cuando los fieles se juntan para invocar a Dios, y que la Iglesia les sea como un teatro en el que admiran la inmensa y sorprendente sabiduría de Dios”.1
Cuando Dios mandó a los querubines con una espada de llamas para impedir que Adán y Eva entrasen de nuevo al paraíso en su estado caído, era una forma de ejercer la gracia divina con la presión eficaz de una amenaza angélica.
No cabe duda de que los ángeles conocen la relación de cada uno con Dios. Ellos nos aman y tienen el deseo de vernos reconciliados con Dios para compartir el cielo con nosotros (Lucas 15:10)
[destacate]No son gobiernos, ni élites escondidas ni conspiraciones internacionales las que rigen el destino del este mundo. Es nuestro Dios de Pacto y el ejército a su mando.[/destacate]Nuestro Dios envía a sus mensajeros para prestar ayuda a nosotros que aún estamos de peregrinaje a casa (Hebreos 2:16). Sin que nosotros nos demos cuenta, los ángeles reciben órdenes para trabajar en nuestro favor y beneficio. Están absolutamente sometidos a la voluntad divina. Un ejemplo muy ilustrativo es lo que ocurre a Pedro en la cárcel. Dios escucha las oraciones de la iglesia por la liberación de Pedro, y ni Pedro ni la iglesia se lo creen.
No siempre ocurren milagros de este tamaño. Pero ocurren. Y lo que es más sorprendente aún es que desde el ángel de rango más bajo hasta el arcángel Miguel, todos están al servicio del Señor y al servicio de la Iglesia. Pero al formar parte de la creación de Dios tenemos tajantemente prohibido venerarlos o adorarlos.
En su comentario sobre Hebreos 1:14, el teólogo puritano John Owen hace hincapié en la expresión “enviados” y comenta que esto es algo continuo y constante. “Están en la presencia de Dios y enviados continuamente por Él, a veces unos y a veces otros - pero siempre los adecuados para su cometido.”2
Los ángeles son instrumentos de Dios para llevar a cabo su gobierno sobre toda la creación. Los procesos históricos no se entienden aparte de la participación de ángeles. Pero en el último instante todo tiene un propósito mayor: el bienestar del pueblo de Dios. Para conseguir esta meta, imperios enteros aparecieron y desaparecieron. Esta es la buena noticia detrás de las noticias de cada día: no son nuestros gobiernos, ni conspiraciones internacionales las que rigen los destinos de este mundo. No es una élite escondida o poderes a la sombra. Es nuestro Dios de Pacto y el ejército a su mando.
Los ángeles como viajeros entre dos mundos interfieren en los acontecimientos de este mundo. Y su presencia es real. En la medida en la que un creyente madura en su fe, va ganando fuerza la convicción de esta realidad.
Los ángeles nos prestan sus servicios incluso cuando esta vida termina. Todos tenemos que morir algún día, a menos que el Señor vuelva antes. Pero incluso muriendo, no estaremos solos. Dios mandará a sus enviados especiales para acompañarnos en nuestro camino a casa. Lucas 16:22 expresa con claridad lo que en Job 33:23 parece algo enigmático: ángeles nos acompañarán a la presencia del Señor y recogerán a los elegidos del Señor para su Reino eterno (Mateo 24:31).
La expectativa de estas cosas nos facilita tremendamente despedirnos de este mundo cuando nos toque. Es el momento en el que a todos de repente se nos abrirán los ojos. Y finalmente conoceremos a nuestros consiervos que ya llevan muchos años cerca de nosotros.
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