Los ángeles son seres espirituales e inteligentes, creados como individuos y con nombre.
En un tiempo donde la dignidad de la vida humana sufre cada vez más atropellos, hacemos bien en recordar el lugar especial que Dios ha querido dar al hombre. Una forma de hacerlo es compararnos con los ángeles. Nos damos cuenta enseguida de una cosa: Dios nos ha dado un lugar de honor en su plan de salvación. Hemos recibido promesas que los ángeles anhelan saber. Nos preguntamos: ¿en qué se distinguen los ángeles de nosotros? Y ¿qué tenemos en común con ellos?
Para tenerlo más claro, es importante desprendernos de algunas leyendas urbanas. Un error muy extendido es la idea que un ser humano se convierte en ángel después de su muerte. De allí, por cierto, viene la expresión “ha pasado un ángel” cuando una conversación llega a un punto muerto y nadie sabe qué decir. Originalmente se refería al supuesto paso de un difunto en forma de ángel y el silencio respetuoso por su presencia invisible. Es interesante, pero nada más que folclore. Un ser humano lo seguirá siendo para siempre. Nunca se convertirá en un angel. Tampoco después de la muerte.
Son seres creados por Dios, normalmente invisibles para nosotros, que sirven día y noche en su presencia. Y la Biblia nos enseña algo muy interesante: no son superiores a los hombres. Es cierto: ellos tienen más poder y fuerza ahora. Pero hay una diferencia fundamental que nos distingue de ellos: los ángeles no fueron creados a la imagen de Dios. Adán y Eva sí. Dios creó a los ángeles antes que a los hombres, pero fue la primera pareja y sus descendientes quienes recibieron el mandato divino de administrar la tierra1. Incluso después de la caída no hemos perdido este privilegio. El hombre tiene una consideración especial en el plan de Dios. Nuestro rango es superior. De hecho, en 1 Corintios 6:2 leemos que algún día juzgaremos a los ángeles. Y los apóstoles nos instruyen que son los ángeles que aprenden ahora de nosotros ciertos detalles que tienen que ver con el plan de salvación.
Los ángeles son seres espirituales e inteligentes, creados como individuos y con nombre. No tienen sexo y por lo tanto no procrean ni forman familias. Su número, por lo tanto, no varía.
Un ser humano tiene cuerpo y alma. Nace, crece y muere. Los ángeles no viven el mismo proceso: en el día de su creación eran perfectos. Y no cambian, ni mueren. De los ángeles “malos”, llamados “demonios” hablaremos en otro momento.
Esa diferencia entre ángel y hombre se demuestra precisamente en la encarnación del Hijo de Dios. Jesucristo no vino para salvar a los ángeles caídos. Asumió la naturaleza humana, no la angélica. Nuestro Salvador no dejó esa naturaleza humana - ahora glorificada -, ni jamás la dejará. Eso permite solamente una conclusión: en la jerarquía de la creación, los ángeles ocupan un rango inferior al hombre.
[destacate]Los ángeles sirven a los creyentes, y jamás mandan sobre ellos.[/destacate]Desde su trono, el Señor manda a sus ángeles como “espíritus ministradores” para los creyentes2. Sirven a los creyentes, pero jamás mandan sobre ellos.
Y una cosa más nos puede sorprender: desconocen algunos detalles del plan de salvación3. No entienden por experiencia propia lo que significa que el Hijo dio su vida para la salvación de los pecadores. No son hijos adoptados del Padre, sino que siguen siendo siervos. Cristo murió por los hombres, no por los ángeles caídos.
Estas son algunas de las diferencias entre estos seres enigmáticos y nosotros. Es como para llenar un libro. Pero hay más. Mucho más.
Hablamos un poco de su naturaleza.
Hablar sobre lo invisible es como pedir a una persona que ha nacido ciega describir la belleza de una pradera llena de flores. Sin la ayuda de los que pueden ver será imposible. Lo mismo nos pasa con el mundo invisible. Pero gracias a Dios podemos “ver” con la ayuda de su Palabra.
Los ángeles no tienen cuerpo y son por lo tanto invisibles. Pero invisible no significa inactivo. No están sometidos ni al espacio, ni al tiempo. Pero no están en todos los lugares en todo tiempo. Tienen una naturaleza espiritual pero cuando es necesario pueden tomar forma humana. Ese detalle, por cierto, de los demonios no se dice ni una sola vez en la Biblia, a pesar de tantas historias de apariencias del diablo y sus demonios en forma humana. La Biblia no nos da pie para estas ideas.
Y en esa forma humana los ángeles aparecen varias veces en la Biblia. Algunos ejemplos: dos ángeles en forma de hombres pidieron a Lot salir de Sodoma. En el día de la resurrección, las mujeres que fueron a la tumba vieron dos hombres con vestidos relucientes. Uno estaba incluso sentado en la piedra de la tumba.4
Normalmente aparecen en forma de varones. Pero puede llegar como una sorpresa que no siempre es así. En Zacarías 5:9 se nos presenta a dos ángeles que aparecen como mujeres.
[destacate]Dios les ha dado inteligencia: Los ángeles tienen conocimientos profundos de muchas cosas.[/destacate]Otra cosa que nos llama la atención: el Señor ha provisto a los ángeles con gran inteligencia desde el inicio. Son seres espirituales, no tienen cerebro físico y a la vez tienen conocimientos profundos de muchas cosas. Al mismo tiempo quieren aprender y desean saber ciertas cosas que tienen que ver con el evangelio5. Más aún: aprenden por medio de la Iglesia acerca del plan de salvación6. Y esto nos demuestra que no son omniscientes. Y de paso da a la Iglesia un ministerio pocas veces mencionado: el pueblo de Dios revela ciertos aspectos del plan de salvación no solo a seres humanos sino también a seres angélicos, y eso sin darse cuenta. Una razón más para preparar los sermones a conciencia.
Estando en la presencia de Dios tienen sin lugar a dudas una visión más clara de todo lo que pasa en nuestro mundo y en el mundo invisible. Ven mucho más que nosotros, pero no saben todo.
Sin embargo, esta capacidad intelectual no les lleva a una actividad autónoma. Solo interfieren en el mundo en la medida que Dios lo ordena.
Otro aspecto de su naturaleza tiene que ver con la ética. Los ángeles tienen una naturaleza profundamente moral. En la escritura se les aplica el adjetivo “santo” en varios lugares. El hecho de que una parte de ellos se rebelaron contra Dios nos enseña que saben perfectamente distinguir entre lo que Dios quiere y lo que no quiere.
Hay un aspecto muy interesante en este sentido que tiene que ver con su obediencia incondicional. En el padrenuestro se pide “hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Es decir: de la misma manera como ellos obedecen a Dios en el cielo, también nosotros debemos hacerlo aquí en la tierra para que la voluntad de Dios sea hecha. En esto son nuestros ejemplos.
Pero el aspecto que sin lugar a dudas más nos impresiona es el poder y la fuerza que tienen estos seres invisibles. Pueden hacer cosas impresionantes como matar a 180.000 soldados en un día o liberar a Pedro de una cárcel de alta seguridad7, acción digna de una novela de servicios secretos. Por lo tanto, Pedro les describe como “mayores en fuerza y en potencia”.8
Y como último nos damos cuenta de que los ángeles tienen emociones. No sabemos si lloran pero eso sí: alaban a Dios y además en voz alta9. Es lo que pasó por ejemplo según el relato de Lucas cuando nació nuestro Señor. Es imposible alabar a Dios y no sentir gozo y alegría.
Y esos sentimientos también los tienen cuando un pecador encuentra el camino de la salvación:
“Así también hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador que se convierte.”1
No sé si hoy ya ha pasado un ángel por mi despacho. Por si acaso espero haberle dado una alegría escribiendo estas cosas.
Notas
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