Jesucristo habla de ellos en muchas ocasiones. Pablo los menciona y Pedro incluso tuvo el privilegio de ser liberado por un ángel.
Llevo enseñando sobre extraterrestres desde hace 26 años. La Biblia los llama “ángeles”. He enseñado sobre el tema en diferentes seminarios, iglesias y países. La reacción de los alumnos suele ser siempre la misma: “Es la primera vez que oigo algo sobre este tema de una forma sistemática”.
Y otra cosa curiosa suele ocurrir: a veces -después de la clase- alguno de los estudiantes empieza a contarme acontecimientos de su vida que hasta el momento no se había atrevido a compartir con casi nadie por miedo a quedar en ridículo o peor: exponerse al peligro de ser considerado como creyente ingenuo e inmaduro. Lo que me suelen contar normalmente tiene que ver con alguna situación de peligro donde la actuación de una persona desconocida evita una tragedia. Y esa persona no suele esperar a que nadie le dé las gracias. Simplemente desaparece sin dejar rastro.
Por supuesto, no estoy en condiciones de evaluar la veracidad de cada caso. Y es cierto: algunos me parecen más creíbles que otros. Pero al mismo tiempo no conozco a ningún creyente que niegue la existencia de los ángeles. Tampoco existe ningún versículo en la Biblia que indique que los ángeles hayan dejado de hacer su trabajo: estar muy pendientes del pueblo de Dios. Y para eso no necesitan permiso, ni de teólogos, ni de gobiernos.
Pues bien. Aún así: poco se sabe de ellos, ¿no? Tan poco por lo visto que hasta en las teologías sistemáticas que forman parte de mi biblioteca, ninguna dedica más de unas pocas páginas al tema.
¿Realmente tan poca importancia tienen los ángeles que se mencionan nada menos que 110 veces en el Antiguo Testamento y 150 veces en el Nuevo Testamento?
Por si esto fuera poco, hay otra curiosidad: prácticamente no existe pueblo o cultura donde no haya tradiciones en cuanto a la existencia de los ángeles.
El teólogo inglés John Owen -poco sospechoso de ser un místico- escribió hace 300 años en su famoso comentario de siete tomos sobre la epístola a los Hebreos:
“Dios no ha mencionado o revelado [el ministerio de los ángeles] para nada. Él espera alabanza y gloria sin cesar por ello; pero ¿cómo podemos alabarle por algo sobre lo cual no sabemos nada? El ministerio de los ángeles es por lo tanto algo que tenemos que examinar con toda sobriedad.”1
¿Qué lugar tienen los ángeles en nuestra teología? ¿Cuántas veces pensamos en ellos? ¿Cuántas predicaciones hemos escuchado sobre el tema?
En su libro sobre los ángeles2, Billy Graham menciona que él nunca había escuchado a nadie predicar a los ángeles. Parece que particularmente en la teología no se toman en serio a estos seres invisibles y misteriosos creados por Dios.
¿A qué se debe este silencio extraño en la teología cuando el mundo post-moderno está fascinado con con el tema? Algunos libros de autores seculares sobre los ángeles llegaron a ser bestsellers. Y no digamos lo que hay en el cine: Tony Kushner ganó un premio Pulitzer en 1985 por una película donde un ángel visita a un hombre con SIDA. Incluso la HBO sacó una mini-serie basándose en Angels in América en 2003. En It's a Wonderful Life, un ángel aprendiz devuelve la esperanza a un hombre a punto de suicidarse. Y son solo unos pocos ejemplos.
Por supuesto no pretendo que estas películas representen de forma adecuada lo que la Biblia nos enseña de estos seres casi siempre invisibles. Pero a veces me da la sensación de que el mundo está más interesado en ellos, que los seguidores del Señor. O tal vez debería ser más preciso: que los seguidores del Señor en el mundo occidental. Porque también es cierto que en otras culturas -por ejemplo en Asia o África- el tema es bastante más popular, pero infelizmente distorsionado por muchas ideas paganas y supersticiosas.
Otra posibilidad es simplemente negar su existencia. Y esta idea no es nueva. En los tiempos de Jesucristo fueron los saduceos los que siguieron en esta línea: negaron su existencia y de paso también la resurrección. Parecían discípulos de Rudolf Bultmann3 con 2000 años de antelación.4 Los saduceos en versión moderna siguen entre nosotros en forma de teólogos que enseñan que la idea de la existencia de seres angélicos es completamente inaceptable para la mente moderna. Al mismo tiempo, estos teólogos no tienen ningún problema en especular sobre la forma en la cual vida inteligente puede existir en otros planetas5.
Bultmann y su intento de “desmitologizar” el Nuevo Testamento no tenía sitio para los ángeles en su cosmovisión. Para él y sus seguidores no había ángeles en el nacimiento de Cristo ni en su resurrección. Porque entre otras cosas, tampoco creyeron en la resurrección.
No puedo dejar de pensar que este tipo de teólogos se parecen mucho a Balaam, quien no reconoció la existencia de un ángel incluso teniéndole enfrente. Para darse cuenta de esta realidad necesitaba de la intermediación de un asno que estaba más al tanto de la realidad del mundo invisible6 incluso sin certificado de estudios teológicos.
Pero entre la mayoría de los creyentes parece que prevalece la idea: ¿por qué deberían interesarnos los ángeles si Dios nos ha dado a su Hijo?
La Biblia no nos transmite esta indiferencia. Todo lo contrario: nos empobrece esta ignorancia y el desinterés por un tema muy extendido en las páginas de la Biblia. Dios no solamente nos ha dado a su Hijo, sino también a los ángeles aunque con propósitos bien distintos. El Hijo muchas veces aparece rodeado de ellos.7 Y como veremos, ellos tenían y tienen una función importante en la historia de la redención.
Jesucristo habla de ellos en muchas ocasiones. Pablo los menciona y Pedro incluso tuvo el privilegio de ser liberado por un ángel.
Pero empezamos al inicio.
¿Dónde habla la Biblia del origen de los ángeles? Si leemos la historia de la creación de todas las cosas en Génesis 1 y 2, no encontramos ninguna referencia que nos pudiera ayudar. La creación de los ángeles no aparece.
Sin embargo, vale la pena buscar en otros sitios. El salmo 148, por ejemplo, nos dice en el versículo 6:
Los hizo ser eternamente y para siempre. Les puso ley que no será quebrantada.
Esto significa que ellos no son eternos, sino deben su existencia -igual que los seres humanos y todo lo demás- a la explícita voluntad creativa de Dios.
¿Cuándo exactamente creó el Señor a los ángeles? A esta pregunta, la Biblia no da ninguna respuesta y no quiero despilfarrar este espacio para especulaciones e ideas que dependen en gran medida de la imaginación de cada uno.
Solo quiero mencionar que algunos ven una conexión posible entre la creación de las estrellas y la de los ángeles. Sin embargo, en la lección magistral que Dios dio a Job en el capítulo 38 sobre los grandes enigmas y hazañas de la creación, menciona lo siguiente:
¿Sobre qué están fundadas sus bases [de la tierra]? ¿O quién puso su piedra angular, cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios?8
Y esto podría indicar que los ángeles ya existían antes de la creación de la tierra. Y efectivamente: el primer versículo de la Biblia habla primeramente de la creación de los cielos antes que la de la tierra, por lo menos en una sucesión lógica. La expresión “los cielos” en este caso habla indudablemente del mundo invisible. Así también lo indica Colosenses 1:16 donde aprendemos que el Hijo fue el Creador de todo lo que hay en el mundo invisible.
Para empezar, ya son algunos detalles muy interesantes. Pero veremos más en las próximas semanas.
Estamos rodeados de seres que son invisibles, extraterrestres, inteligentes y fascinantes. Vale la pena -creo- dedicarles algunos artículos para fomentar nuestra reflexión.
Notas
1John Owen. An Exposition of the Epistle to the Hebrews. Vol 1. III, p. 255 (traducción del autor).
5 Ted Peters: Science, theology, and ethics (2003) chapter 6: "Exotheology: Speculations on Extraterrestrial Life”.
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