Si en nuestra sociedad la palabra culpa ha sido desechada, mucho más lo ha sido la palabra pecado, con su contenido moral y religioso, que se contempla como una arcaica noción.
Entre los términos que la edad actual ha barrido de la conciencia de las personas está el de culpa, el cual se considera un concepto anticuado y, sobre todo, dañino, propio de épocas oscuras y manejado astutamente por clérigos y eclesiásticos, para mantener a la gente asustada y domesticada para sus propios intereses. Las ciencias modernas han venido a corroborar tal idea, de modo que la tendencia en pedagogía y psicología es evitar esa palabra, que incluso en el lenguaje cotidiano se considera desagradable y hasta repulsiva. Todavía se mantiene en la terminología jurídica, por lo que el procesado cuyo delito ha sido demostrado es declarado culpable por el juez o el jurado, aunque si todo sigue la tendencia dominante es posible que en un futuro se busque un eufemismo a la palabra culpable, que sea menos fuerte.
Pero por más que se den rodeos y se procure escamotear la realidad, el hecho es que la culpa es el resultado de la transgresión de una ley. La culpa puede ser objetiva o subjetiva; en el primer caso está expresada por la sentencia emitida por el custodio de la ley; en el segundo caso está expresada por la sentencia emitida por el propio transgresor sobre sí mismo.
En la Biblia la palabra culpa está asociada estrechamente con la palabra pecado, de modo que una y otro forman un dúo inseparable. Demás está decir que si en nuestra sociedad la palabra culpa ha sido desechada, mucho más lo ha sido la palabra pecado, con su contenido moral y religioso, que se contempla como una arcaica noción, exclusiva de espíritus escrupulosos y fatalmente obsesionados y desequilibrados. De ahí que la mera pronunciación del vocablo pecado provoque repulsa, manifestada en burla y escarnio, que es el desprecio en grado sumo.
La íntima relación en la Biblia entre pecado y culpa es tal, que por el segundo término se entiende el primero, existiendo de hecho una palabra (‘asham), que establece que el pecado es culpa, o que una faceta del pecado es la culpa. En la Biblia el pecado es poliédrico, es decir, tiene muchas caras y por eso hay una variedad de palabras para definirlo, como rebelión, transgresión, maldad, desvío, abominación, etc. Pues bien, entre esa variedad de términos está también el de culpa.
Hay un tweet de Dios en el que se contemplan las dos actitudes que es posible tener hacia la culpa y es el que dice: ‘Los necios se mofan del pecado, mas entre los rectos hay buena voluntad.’ (Proverbios 14:9). La palabra que se ha traducido como pecado es literalmente culpa, de modo que el texto dice que los necios se mofan de la culpa, de la culpa del pecado. Como la asociación entre pecado y culpa es Dios quien la ha establecido, en última instancia los necios se mofan de Dios. Pero el mismo calificativo que los define a ellos, necios, es bien elocuente del estado de loca insolencia que los domina, por lo que su mofa de la culpa no es sino la expresión de su locura moral. No solamente se ríen de la misma noción de culpa sino también de las terribles consecuencias aparejadas a la misma, que consideran vanas amenazas vacías de contenido.
Una de las ofrendas expiatorias prescritas en el ceremonial del Antiguo Testamento era la ofrenda por la culpa, ofrenda que lleva el mismo nombre que la propia palabra culpa, identificando así el pecado y la solución al mismo. Era el remedio dado por Dios para ser libres de la culpa, al morir una víctima inocente cargando con la culpa del transgresor. Es decir, hay una sustitución que se produce, al hacerse responsable la parte inocente de la culpa de la parte culpable. Esa palabra culpa, referida a ese tipo de ofrenda, es la que se emplea en Isaías 53:10 para referirse proféticamente a la muerte de Jesús, al decir: ‘Cuando haya puesto su vida por la culpa, verá linaje…’ De modo que la única manera en la que el culpable puede librarse de la culpa es poniendo la confianza en la muerte sustitutoria de Jesús, como medio de salvación y de esa forma es como el culpable encuentra aceptación o agrado ante Dios.
¿Qué significa la segunda parte de este tweet de Dios, cuando dice ‘mas entre los rectos hay buena voluntad’? La expresión buena voluntad no se refiere a la propia buena voluntad de los que se denomina rectos, como si fueran rectos por su mérito, sino a la buena voluntad, es decir, agrado o aceptación, que han hallado ante Dios, precisamente porque han confiado en la ofrenda por la culpa que Dios ha preparado. Por lo tanto, los rectos son los culpables que, reconociéndose como tales, acuden a Dios, quien les muestra la ofrenda que les salva. Los rectos son culpables en sí mismos y ellos lo saben; pero hallan aceptación ante Dios mediante la verdadera ofrenda sustitutoria y por eso son rectos.
Este tweet de Dios enseña que hay dos actitudes posibles frente a la culpa y solamente dos. Una es de locos y acaba en el precipicio, porque los necios no sólo se burlan de la culpa sino también de la ofrenda por la culpa. La otra es la de los que aceptan tanto su culpa como el valor de la ofrenda por la culpa, por lo cual son aceptos ante Dios.
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