El contagio de la esperanza

Hay algunas cosas que se extienden. Ese es el problema que enfrenta nuestro mundo en este momento, ya que el coronavirus infecta a personas en todo el planeta y provoca que miles se enfermen y, trágicamente, algunos mueran. 

La conversación entre las autoridades y los estratos de poder es cómo evitar que se propague, porque las cosas poderosas son las que se propagan. Y lo hacen de manera más potente y rápida a través de redes de contactos y relaciones.

En 2014 se produjo un brote del virus del ébola que mató a muchas personas, especialmente en África occidental. La BBC informó sobre la posible amenaza para el Reino Unido en ese momento y explicó que “el Departamento de Salud relató que un hombre había sido examinado por síntomas relacionados con el ébola en Birmingham, pero las pruebas habían resultado negativas”. Cuando un amigo me envió el artículo lo supe de inmediato, porque el hombre en cuestión era yo.

[destacate]Debemos ser una presencia no ansiosa y demostrar a quienes nos rodean la diferencia que Jesús hace frente a la crisis.[/destacate]

Había estado en el extranjero y llegué a casa con la peor “gripe” que jamás haya experimentado. Al mencionarle al médico que había estado con compañeros en Sierra Leona me pusieron en cuarentena de inmediato, usando una máscara con un símbolo de peligro biológico en la puerta de mi habitación, y me sentí como la estrella de una película de desastre apocalíptico. Estaba confinado por personas que conocen el poder del contagio.

Los virus son contagiosos. Se transmiten a través del contacto humano, especialmente cuando no te lavas las manos. El pánico es contagioso. El miedo y la histeria pueden extenderse a través de una multitud a un ritmo alarmante. Pero también lo es la esperanza. Si alguna vez has estado en un evento deportivo o con una multitud cuando surgen buenas noticias, reconocerás el poder de la esperanza para transformar una situación y extenderse rápidamente a través de un grupo de personas.

Como cristianos, tenemos en nuestro corazón y en nuestras manos el mensaje de esperanza más contagioso que el mundo haya conocido. Las buenas noticias de Jesús se propagan de manera más rápida y efectiva desde cristianos contagiosos a las personas más cercanas.

Los tiempos son preocupantes para el mundo en medio de la incertidumbre de todo lo que trae el coronavirus. Pero los tiempos también son extremadamente emocionantes para el evangelio. La rápida propagación de la enfermedad muestra cuán conectados estamos como sociedad. Quizás seríamos mejor definidos como “relaciones humanas” en lugar de seres humanos, puesto que tal es nuestro deseo de estar en relación. Tenemos más conexiones que nunca. Según las conclusiones de la investigación Talking Jesus en 2015, la persona más importante para influir en alguien a la hora de convertirse en cristiano es un amigo o familiar.

Las buenas noticias de Jesús se han extendido implacablemente a través de las relaciones desde que María regresó de la tumba con la sorprendente noticia de que “Él ha resucitado”. Este mensaje transformador ha llegado a miles de millones a lo largo de los siglos y se está extendiendo más rápido que cualquier virus en el planeta tierra hoy. Ninguna cantidad de lavado de manos, uso de mascarillas, control gubernamental o estructuras sociales pueden detenerlo. El mensaje hermoso y lleno de esperanza de Jesús sigue vivo y en nuestros tiempos crecerá más rápido que en cualquier otro momento de la historia. 

La pregunta es, ¿qué tan contagiosos somos? El fenómeno de la viralidad me recuerda que la esperanza se propaga rápidamente a través de las personas más esperanzadas y conectadas. En la difusión de las buenas nuevas de Jesús, todos tenemos un papel que desempeñar. ¿Qué tan contagioso eres? ¿Cómo estás cultivando la esperanza en tu propio corazón para que otros puedan verla y quieran saber más sobre su origen? ¿Cuán intencionado eres con tus propias conexiones al orar por tus amigos que aún no conocen a Jesús?

Próximamente saldrá mi primer libro, Story Bearer. Trata de historias y relaciones. Después de leerlo, mi oración es que seas más contagioso como portador de la historia más poderosa del universo y que tengas una mayor confianza en vivir y compartir tu propia historia sobre la mayor esperanza del universo. Me encantaría que le eches un vistazo y me hagas saber lo que piensas.

Oremos por el fin del coronavirus y por quienes sufren con él. Seamos una presencia no ansiosa y demostremos a quienes nos rodean la diferencia que Jesús hace frente a la crisis (la guía de la Alianza Evangélica del Reino Unido sobre cómo responder al coronavirus se puede encontrar aquí). Pero también seamos de inspiración en estos momentos para ser lo más contagiosos que podamos ser con la esperanza de dar vida al mundo.

PD: Por si te has quedado con interés de saber, en 2014, después de una serie de pruebas, mi diagnóstico fue el de un caso de gripe severa.

Phil Knox dirige la misión con jóvenes adultos de la Alianza Evangélica del Reino Unido (EAUK, por sus siglas en inglés). Este artículo se publicó por primera vez en la web de la entidad y se ha reproducido con permiso.