En el contexto africano existe una fuerte creencia en la causalidad mística, la concepción del mundo en la que se basa la actividad de la guerra espiritual. Un artículo de J.Kwabena Asamoah-Gyadu.
En la guerra espiritual, los creyentes ejercen su autoridad en Cristo sobre el mal sobrenatural que se cree que impide el progreso y el florecimiento humano. Este artículo explora la intersección entre la guerra espiritual y la misión cristiana desde una perspectiva africana.
Por lo general, en el contexto africano existe una fuerte creencia en la causalidad mística, la concepción del mundo en la que se basa la actividad de la guerra espiritual. Aunque nuestros principales ejemplos provienen del país de África Occidental, Ghana, lo que discutimos aparece en la mayoría de los contextos culturales africanos en diversos grados. La relación entre la guerra espiritual y la misión de la iglesia se manifiesta en parte en la popularidad del cristianismo pentecostal/carismático en particular.
Estos movimientos, debido a su fuerte creencia en el poder del Espíritu Santo, integran conscientemente la guerra espiritual al ministerio cristiano como una forma de cuidado pastoral. Los exponentes de la guerra espiritual asumen el papel de profetas carismáticos y crean un contexto ritual para tratar los problemas existenciales de la vida.[1] Por consiguiente, los problemas relacionados con la educación, el matrimonio, un viaje internacional, un ascenso y mucho más se pueden ver en términos de la actividad sobrenatural. La brujería, especialmente, puede ser culpada de problemas tanto personales como comunales.
En mi tradición ghanesa, las fuentes de maldad sobrenatural incluyen la brujería y los espíritus malignos que se cree que afligen a las víctimas con discapacidades y contratiempos en la vida. No es infrecuente que los ghaneses expliquen el alcoholismo, por ejemplo, como resultado de la maldad de brujas de la familia que buscan arruinar a las víctimas. Los problemas de salud mental y de reproducción humana se explican de manera similar, como producto del trabajo de espíritus malignos.
En las tradiciones pentecostales ghanesas, a menos que la liberación ocurra a través de oraciones de guerra, se cree que las influencias del mal continuarán hasta que la vida de las personas esté completamente destruida. Dado que la Biblia habla del mal sobrenatural y que el contexto africano es uno en el que la creencia en la causalidad mística está muy extendida, la relación entre la guerra espiritual y la misión cristiana no es difícil de apreciar.
La teología del intervencionismo espiritual está arraigada en la creencia pentecostal general de que a los cristianos se les ha dado poder para participar en la guerra espiritual.
La expresión “guerra espiritual” se deriva de la amonestación de Pablo a los efesios:
Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales (Ef 6:10-12).
La expresión “nuestra lucha no es contra seres humanos” es crítica. Según el pentecostalismo, en la guerra espiritual, los cristianos con poder espiritual subyugan a los “poderes”, “autoridades” y “potestades que dominan este mundo de tinieblas” o «principados y potestades”, enfrentándolos a través de la oración y el ayuno. Abarca prácticas exorcistas que incluyen la sanación y la liberación para la restauración de las personas y las comunidades a un orden de funcionamiento adecuado. La guerra espiritual está influenciada por los ministerios de Jesús y los apóstoles y por los escritos de Pablo.
Después de la predicación de la Palabra, Jesús seguía con la curación de enfermedades y la expulsión de demonios, con el siguiente resultado:
Su fama se extendió por toda Siria, y le llevaban todos los que padecían de diversas enfermedades, los que sufrían de dolores graves, los endemoniados, los epilépticos y los paralíticos, y él los sanaba. Lo seguían grandes multitudes de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y de la región al otro lado del Jordán (Mt 4:24-25).
En Marcos 5, el endemoniado geraseno fue aplacado por Jesús, quien exorcizó a la legión de espíritus malignos que tenía. El resultado fue una dramática imagen de restauración completa (Mr 5:14-15). Los episodios exitosos de guerra espiritual generan fe y discipulado, tal como vemos en Hechos 8:4-8 donde, como resultado de la expulsión de demonios, el ministerio de Felipe en Samaria fue considerado exitoso:
Al oír a Felipe y ver las señales milagrosas que realizaba, mucha gente se reunía y todos prestaban atención a su mensaje. De muchos endemoniados los espíritus malignos salían dando alaridos, y un gran número de paralíticos y cojos quedaban sanos. Y aquella ciudad se llenó de alegría (Hch 8:6-8).
Aunque no es su posición hermenéutica exclusiva, los pentecostales en particular entienden la investidura de poder en Hechos 1:8 como un medio no solo de predicar la Palabra sino también de enfrentar los poderes del mal. La teóloga ghanesa Esther Acolatse ha discutido las posiciones polarizadas de Occidente y África en su libro Powers, Principalities and the Spirit: Biblical Realism in Africa and the West. Dice que el mundo bíblico era muy consciente de la existencia del mal sobrenatural, y señala que los efesios “creían en un mundo repleto de fuerzas espirituales personales que se pone de manifiesto en el lenguaje que Pablo usó en su amonestación y aliento a la iglesia” y que “lo que más se destaca en estos versículos es una invitación para estar alerta y una estrategia para asegurar la victoria en la guerra contra el diablo”.[2] En otras palabras, cuando se trata de la causalidad espiritual en términos del mal, parece haber cierta coherencia entre el mundo bíblico y el africano.
La resonancia de los discursos sobre la guerra espiritual y las creencias tradicionales del mal en mi tradición ghanesa significa que prácticamente todas las iglesias toman muy en serio la teología del mal. Incluso se enseña a las personas a creer que a veces la resistencia al evangelio en el curso de la misión es instigada por agentes de Satanás, que en este caso incluiría a los espíritus malignos asociados con las religiones autóctonas. Se cree que los agentes de Satanás ciegan a los potenciales conversos a la verdad y también los llevan a la ruina al instigar toda clase de elecciones morales equivocadas en sus vidas, que incluyen la bebida, el cigarrillo y perversiones sexuales.
Además, los discursos sobre la guerra espiritual ghaneses identifican a “demonios territoriales” cuyas actividades incluyen la influencia negativa en comunidades enteras. La capacidad de las iglesias pentecostales para lidiar con el mal sobrenatural explica en parte el crecimiento de las iglesias pentecostales independientes en África.[3]
Se cree que la subyugación del mal sobrenatural allana el camino para el bienestar y la prosperidad humanos. Según esta creencia, Satanás trabaja a través de varios agentes del mal y usa estrategias y ardides para llevar adelante su plan. Sin embargo, los cristianos, según declara el discurso sobre la guerra espiritual, deben tener la confianza de que están empoderados por Dios para oponerse a esos planes o estrategias (1P 5:8-9).[4] Abundan testimonios de miembros de iglesias pentecostales/carismáticas que atribuyen su membresía a esta clase de episodios de liberación de lo demoníaco. Esta es, en parte, la razón por la cual las cruzadas evangelísticas pentecostales africanas, por ejemplo, a menudo se anuncian como reuniones de “sanación y liberación”. Las señales de guerra espiritual que ocurren en estos lugares han sido frecuentemente citadas por las víctimas de aflicción espiritual como una razón importante para convertirse a Cristo.
Cuando Pedro dice “su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar (1P 5:8; Hch 8:4-8), los exponentes africanos de la guerra espiritual normalmente entenderían que esto incluye la forma en que el diablo funciona a través de varios espíritus malignos. En Ghana, los proponentes de la guerra espiritual han desarrollado conjuntos de principios generales y discursos para apoyar las prácticas del exorcismo, la sanación y la liberación:
Jesús dijo: “El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10:10). En los discursos sobre la guerra espiritual, la creencia es que cuando llega la liberación, como vemos en esta declaración de Jesús, se produce la abundancia.
La guerra espiritual es un fenómeno mundial.[5] Es un tema que aún no se ha explorado por completo en el estudio del cristianismo mundial. Aunque los sistemas de creencias africanos han jugado un papel en popularizarlo en lugares como Ghana, incluso aquí, parte de la influencia proviene de una ola particular de pentecostalismo mundial que incluye los ministerios de Peter Wagner y Derek Prince.[6] A su manera, los escritos de Walter Wink también han tenido un impacto internacional en términos de la naturaleza del mal estructural/sistémico en relación con las categorías bíblicas de la guerra espiritual.
Una de las obras más conocidas del difunto John Wimber de las iglesias Vineyard es Power Evangelism. Ha estado disponible en todo el mundo cristiano evangélico desde que se publicó a mediados de la década de 1990.[7] Wimber promovía la idea de Dios “como un transformador empoderador que crea, redime y renueva a través de la disponibilidad inequívoca de diversas formas de poder”.[8]
Power Evangelism articula la visión básica pentecostal/carismática de la sanación, el exorcismo y la liberación como un medio para evangelizar a las personas y, por lo tanto, hacer misión. A pesar de que hay muchos predicadores pentecostales/carismáticos africanos que tienen grandes ministerios de guerra espiritual, aún recibimos una gran cantidad de invitados internacionales que nos visitan para celebrar cruzadas evangelísticas centradas en actividades de guerra espiritual.
Una de las desventajas de la enseñanza de la guerra espiritual, tal como la he experimentado en las iglesias ghanesas, es su incapacidad para hacer que las personas se hagan personalmente responsables de sus acciones. Los discursos sobre la guerra espiritual generalmente culpan a los agentes espirituales externos de todos los problemas concebibles.
Pero esto no resta valor al hecho de que la guerra espiritual es un importante ministerio cristiano. De hecho, como hemos señalado, una de las razones del crecimiento fenomenal del pentecostalismo, especialmente en África, es el hecho de que esta corriente toma en serio el ministerio de la guerra espiritual. Este ministerio, como notamos anteriormente, generalmente se justifica en base a lecturas de incidentes específicos de la Biblia y también en el hecho de que las creencias culturales, experiencias y cosmovisiones autóctonas demuestran afinidades o continuidades con el material bíblico sobre el mal sobrenatural y cómo enfrentarlo.
Si buscamos hacer misión en el espíritu de Cristo, entonces sus actividades de exorcismo y liberación deben entenderse como implicaciones de la predicación del evangelio. La forma de responder a los abusos que han caracterizado la guerra espiritual no es rechazarla por completo, sino, más bien, aceptar su concepción del mundo como bíblica y culturalmente válida y articular respuestas más equilibradas a ella. Una forma de hacer esto es nutrir las capacidades de aquellos que están dotados por el Espíritu en los ministerios de sanación y liberación para que puedan ayudar a lidiar con problemas de origen sobrenatural.
J.Kwabena Asamoah-Gyadu es doctor en teología y profesor de la cátedra Baëta-Grau de Cristianismo africano y teología pentecostal/carismática en el Trinity Theological Seminary de Legon, en Ghana.
Este artículo se publicó por primera vez en la página web del Movimiento Lausana y se ha reproducido con permiso.
Notas
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
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