Se debe querer un mundo mejor, más justo, una tierra en donde los valores del Reino comiencen a fructificar.
Me gustaría esta perspectiva para este año nuevo que comenzamos a celebrar. En el fondo, es mirar el nuevo año 2020 desde una visión profética, pues hoy, los creyentes del mundo, estamos rodeados, como lo estuvieron los profetas, de muchas injusticias contra los más débiles, de grandes corrupciones de los gobernantes, de la opresión de los ricos acumuladores, ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres en el mundo actual, empleados oprimidos, con salarios bajos, a la vez que existen empresarios opresores totalmente insolidarios con los trabajadores que, aun trabajando, pertenecen al grupo de los pobres.
¿Nos gustaría ser voz de denuncia profética, contra todos estos atropellos e injusticias, en este año 2020 que acabamos de comenzar? Algunos al leer la pregunta, se sentirán mal, porque no es fácil ser nada menos que voceros del Señor. Podríamos, porque muchos conocemos los valores bíblicos, los valores del Reino, el trabajo profético, su denuncia, el hecho de que fueron buscadores de justicia, solidarios con los pobres y los débiles de la tierra y con los abusados por los poderosos del sistema. ¿Habremos perdido el mensaje profético para el año 2020?
2020. No sé si podremos tener la perspectiva de justicia, esperanza y utopía en este nuevo año que comenzamos. Los profetas, en medio de tantas adversidades, corrupciones y opresión de los débiles, tenían confianza en Dios. Eso les ayudaba a ser portadores de esperanza, a tener mensajes que, incluso, se podrían apoyar en situaciones que a muchos les podrían parecer utópicas, pero es que tenían la visión y la vivencia de un futuro lleno de esperanza confiados en el poder transformador de Dios.
Dios quiera que las líneas proféticas puedan ser clave en el 2020. El mensaje de los profetas no solamente portaban denuncias e invocaban la justicia para con los débiles y oprimidos, justicia que podía llegar de parte de Dios, sino que podían transmitir esperanza. El pueblo que nadaba en oscuridad, podría llegar a ver una gran luz, las rodillas endebles podrían ser fortalecidas y enderezadas, los desiertos podrían florecer, saltos de júbilo podrían llegar a darse, la justicia y la paz se besarán.
Esperanza profética para 2020. Esta visión positiva era así, porque, en medio de las dificultades, opresiones e injusticias, tenían la vista puesta en un futuro esperanzador, hasta parecer locos que se enganchaban a la utopía de la posibilidad de un mundo nuevo, de una sociedad mejor. A todos aquellos apaleados, a los oprimidos, a los que moran en tierras de sombras de muerte, la luz ha de resplandecer sobre ellos. ¿Podríamos abrazar estos mensajes de esperanza para el año 2020, para el año nuevo que acaba de empezar?
Mensajes de esperanza activa que, para nada, deben disminuir nuestro deseo de lucha por la justicia social en el 2020, deseo noble de hacer que haya justicia para los desheredados, para los equivalentes en nuestro mundo a lo que eran en la historia profética los huérfanos y las viudas. Lo oscuro no va a durar siempre, el mal debe ser vencido, la injusticia no puede ser eterna, los pobres no estarán abandonados para siempre, el salario de los trabajadores, muchos de ellos viviendo en pobreza, tiene que clamar con gritos que rompan las estructuras injustas. No más niños pasando hambre. ¿Podrá comenzar ya esto en el año que estamos comenzando, el nuevo año 2020?
Si confiamos en que la realidad puede cambiar o, en algún caso, en el pensamiento esperanzador, incluso utópico, de que nos espera un futuro glorioso en donde los hambrientos serán saciados y los ricos serán enviados vacíos, como dice el Cántico de María, esto nunca puede conducirnos al hecho de caminar por el mundo con las manos caídas, seguidores pasivos del Maestro que, solamente, esperan bendiciones un tanto egoístas. Hay que trabajar por justicia para los oprimidos, para los pobres, para los injustamente encarcelados, para los maltratados de la historia, a la vez que denunciamos a los cumuladores del mundo, a los que, injustamente, se enriquecen pensando que toda la tierra es suya.
Estas son semillas que deseamos para el 2020 que, aunque sean gérmenes, semillas recién plantadas, vayan creciendo hasta producir justicia, igualdad y paz en nuestro mundo. ¡Abre tus entrañas, 2020, para que estas semillas arraiguen en ti, y sean perspectiva de la luz del futuro! ¡Hasta hay que ser utópicos para dar sentido al trabajo grandioso de seguimiento al Maestro!
Se debe querer un mundo mejor, más justo, una tierra en donde los valores del Reino comiencen a fructificar. Que el lobo y el cordero puedan morar juntos en armonía. “A todos los sedientos, venid a las aguas, y los que no tienen dinero, venid, comprar y comed. Venid y comprar sin dinero y sin precio, vino y leche”. Que el 2020 sea un año que invoque a la justicia, que abra vías de luz para el futuro, que elimine las cargas de opresión y el llanto de los débiles de la tierra.
Si es así, al menos en el hecho de comenzar a ir plantando las semillas de justicia, te abrimos los brazos con esperanza, confiando incluso en la utopía. Que en lugar de la zarza espinosa, crezca el ciprés… o florezca la rosa. ¡Bienvenido, 2020!
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