El contexto y el contenido de la Natividad

Pocos días después de las elecciones generales del 12 de diciembre en Reino Unido, independientemente de cuál haya sido el resultado, sabemos que muchas cosas van a cambiar: habrá un parlamento nuevo y un gobierno nuevo, lo que muy probablemente conllevará una nueva relación económica con la UE y nuevos desafíos políticos para la unidad del Reino Unido.

En las campañas políticas las citas se suelen sacar de contexto para alterar su sentido o desacreditar a los oponentes. Es una plaga del discurso político y socava los valores sobre los que se apoya la democracia. Sin embargo, una escucha cuidadosa y detallada del contexto proporciona claridad y significado y puede prevenir gran parte de los malos entendidos.

La historia de la Natividad, que ha ocupado en los últimos días un lugar destacado en las agendas de los colegios de todo el país, también se suele sacar de contexto. Sin contexto, la intervención divina definitoria en la historia humana para rescatar y transformar el mundo se convierte en una anodina historia infantil, la trama imprecisa de inofensivas obras de Navidad.

Pero esa no fue la intención de los escritores del evangelio. Veamos el contexto de la narrativa de Lucas[1], y la introducción que encontramos en Lucas 1:5-7: 

“En los días del Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías. Su esposa era de las hijas de Aarón y se llamaba Elisabet. Ambos eran justos delante de Dios y vivían irreprensiblemente en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. No tenían hijo […], y ambos eran de edad avanzada”.

Aquí encontramos primero el contexto político: Herodes era un tirano cuyo reino dependía del apoyo romano; no se fiaba de nadie y ejecutó a su mujer y a tres de sus hijos. Luego vemos el contexto religioso: un sistema basado en una alabanza centralizada en el templo y en el mandato hereditario de los sacerdotes. En último lugar, Lucas nos proporciona el contexto familiar: una familia que vivía irreprensiblemente y que sin embargo no tenía hijos.

Lucas quiere que seamos conscientes de todos los contrastes, los desafíos y la probabilidad de cambio. Desarrolla esta noción en el resto del capítulo: el mensaje de Gabriel a Zacarías primero y a María después sobre sus respectivos hijos apunta a la renovación espiritual de Israel. A Zacarías le habla del gozo que les traerá su hijo a él y a Elisabet, de cómo renovará su vida familiar. Y a María le dice que su hijo reinará en el trono de David y que su reino será eterno. Después de nueve meses de silencio forzoso, Zacarías también se regocija por las implicaciones políticas de la salvación de la que será heraldo su hijo Juan.

Lucas dedica un capítulo entero (80 versículos) a poner la historia en contexto. Una vez que ha hecho eso, y no antes, empieza a contar la historia del nacimiento de Jesús en el capítulo 2. Incluye política, religión y poco de sexo en su introducción no para conseguir llamar la atención del lector, sino para delimitar el terreno de la vida y la sociedad que se verían transformados con el nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesús.

Aprovechemos la oportunidad en esta Navidad para integrar lo que nuestra cultura tiende a separar. Pensemos en el contexto de nuestra propia sociedad: la desilusión cansada con la política, la erosión continuada de la creencia cristiana y los valores de nuestra cultura, y el dolor y el quebrantamiento de tantas relaciones familiares.

Imaginemos cómo la venida de Jesús y las buenas nuevas de su reino pueden influir de manera global en nuestra cultura. Que podamos ver con renovada claridad cómo el evangelio trae vida nueva no solo a las personas de forma individual, sino que, como la levadura que trabaja en una masa, también ofrece esperanza de transformación a la familia, iglesia, gobierno y todas las instituciones de la sociedad.

Durante 2000 años la gente ha subestimado el impacto que podría tener en el mundo el nacimiento de un niño en el seno de una familia humilde en un lugar remoto del imperio romano. No cometamos el mismo error hoy.

Jonathan Tame es el director del Jubilee Centre

Este artículo se publicó por primera vez en la web del Jubilee Centre y se ha reproducido con permiso.

Notas

[1] Estoy en deuda con Helene, mi mujer, por esta perspectiva del contexto de la narrativa de Lucas.