No hay que arrancar, desarraigar, desconectar la Navidad del fuerte compromiso de Dios con los hombres.
La verdad es que el concepto de Navidad, tal y como hoy lo entiende la sociedad, está muy desfigurado con mitos y ficciones ñoñas, sin sustancia y un tanto infantiles. Habría que desmitificar el Nacimiento para llegar a tener un concepto justo y adecuado de la auténtica Navidad. En muchos casos, estamos celebrando en nuestros entornos sociales una perspectiva de la Navidad totalmente empobrecida, de festividad de invierno y, lo más importante, muy debilitada en cuanto al compromiso cristiano en general, y en cuanto a la verdadera historia de la relación de Dios con el hombre.
Yo propongo desmitificar belenes, mulas, bueyes, pastorcillos y otras imágenes de corte popular, bucólicas o de ficción que, a veces, recargan la auténtica imagen de la Navidad y la dejan reducida a eso, una fiesta de invierno que no se despega de lo que pueden ser las fiestas paganas. No hay que arrancar, desarraigar, desconectar la Navidad del fuerte compromiso de Dios con los hombres, especialmente con los más débiles, proscritos, desclasados y privados de libertad o de dignidad.
Todos los mitos, imágenes, símbolos e iconos que se usa para dar un carácter festivo a la Navidad que, en muchos casos es de corte pagano, habría que reinterpretarlos para entroncar con el meollo del mensaje navideño, con el compromiso de Dios con el hombre, con la importancia tan radical de la encarnación, con el hecho majestuoso del Reino de Dios que, en la figura de Jesús, irrumpe en nuestra historia, en nuestras vidas, en el mundo.
El que Jesús naciera sin lugar para él en el mesón, el que viniera a este mundo sin techo, el que se nos tenga que hablar de que se tuvo que acostar en un pesebre, no son, estrictamente hablando, sólo imágenes simbólicas, bucólicas o conceptos base para una festividad de invierno que, como hemos dicho, puede ser de corte pagano. Navidad, con todos estos símbolos e imágenes, es la muestra del amor de Dios que dio a su hijo, naciendo en pobreza, como el inicio de una relación solidaria de Dios con los pobres, una relación de amor con los pecadores, y una relación que abría al hombre las puertas de la salvación. Sí. Estas son las imágenes que nos dicen que María “lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”.
Así, más que imágenes ñoñas, festivas, bucólicas o de festividad de invierno, deben ser símbolos del compromiso, de la humildad, del amor y propósito de salvación que Dios tuvo para con el hombre encarnándose en sufrimiento. Cuestión que si lo pasamos a nosotros, que somos o queremos ser discípulos suyos, estas imágenes navideñas son una fuerte y contundente llamada al compromiso con el prójimo sufriente y que, en un momento dado, nos necesita.
Así, estas imágenes navideñas nos llevan a pensar que el cristianismo está lejos de los deseos de los centros de poder humanos, de los lugares de lujo y confort de los ricos de este mundo, y que, muchas veces, la llamada al discipulado está de espaldas a los centros de poder donde están los poderosos y acumuladores de la tierra, para centrarnos en el servicio. Todo esto, estaría en el centro del mensaje navideño. Estar al lado de los que nos necesitan, de aquellos a los que, de alguna manera, debemos liberar, redimir de su dolor y de su afrenta… siempre con la ayuda del Señor. Al igual que Jesús descendió de los cielos para habitar con nosotros en medio de un mundo de dolor, así nosotros también debemos descender a los bajos fondos, a los lugares de conflicto allí donde se encuentra nuestro prójimo sufriente.
La auténtica celebración de la Navidad debe ser una inmersión en los auténticos valores cristianos, los valores del Reino en donde muchos últimos serán los primeros. No podemos celebrar la Navidad de una manera ñoña, insolidaria, con imágenes, símbolos y mitos, con gestos de lujo, cenas o bebidas caras que insultan a los pobres de la tierra, con orgías, borracheras y comilonas que, para nada, agradan al Rey de Reyes y Señor de Señores cuyo nacimiento celebramos en Navidad. Eso, desfigura el sentido de la auténtica Navidad.
Oíd el mensaje del Cántico de María con Jesús ya en su vientre: “quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos”. Esto ya es un auténtico mensaje de Adviento, mensaje prenavideño que indica cuales deberían ser las prioridades del Mesías. Todo forma parte de un conjunto evangélico, que irrumpe en fechas navideñas, en las que aún hay muchos niños en pesebres infectos, pasando frío y sin los alimentos, sin vacunas ni medicinas que son normales en medio de las sociedades ricas, de consumo desmedido.
Por eso hoy, yo os animo a que busquéis la auténtica Navidad, la del compromiso con el hombre, la del amor y la solidaridad humana, en contraposición a los mitos paganos que muchos introducen en esta celebración tan especial, manchando el concepto de la auténtica Navidad.
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