Cuando fue preguntado, Jesús definió el amor como la mayor prioridad en el Reino de Dios, y el amor es una cualidad de las relaciones: por consiguiente las relaciones deberían estar en el centro de cómo entendemos la vida pública.
Imagina esta escena: caminando por la calle te encuentras con un amigo, y te detienes para charlar. Como no has visto a tu amigo desde hace unos días, le haces la típica pregunta:
“¿Cómo te ha ido la semana?”
Y recibes la típica respuesta: “Bueno, fantástica, muy ocupada.”
He mantenido esa conversación. Probablemente cientos de veces, en ambas direcciones. Por lo tanto sé que no soy el único. Supongo que la mayoría de personas la reconoce.
En esta conversación corriente, oculta a simple vista, está la que Dallas Willard llamó “la gran enemiga de la vida espiritual en nuestro día”: la prisa.
Las palabras de Willard dan al pastor y autor John Mark Comer el título a su nuevo libro, The Ruthless Elimination of Hurry (La eliminación despiadada de las prisas). Comer recurre a su propia experiencia personal de los peligros de una vida con prisa, distracción y ansiedad, y después considera las tendencias culturales y tecnológicas que han originado, lo que un autor ha llamado “la era de la aceleración”. Cada vez más vivimos a un paso frenético, apresurándonos y dándonos prisa, constantemente distraídos por nuestros dispositivos digitales omnipresentes. Y el peligro, como Comer argumenta, es que debido a que esto se ha convertido en nuestra “nueva normalidad”, no logramos darnos cuenta de que “las prisas son una amenaza no sólo para nuestra salud emocional sino también para nuestras vidas espirituales”. (p.52)
Comer nos recuerda que la invitación de Jesús en Mateo 11 es particularmente importante en nuestros tiempos:
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. (Mateo 11:28-30)
La versión de Eugene Peterson en The Message- El Mensaje, es esta:
‘¿Estás cansado? ¿Fatigado? ¿Agotado por la religión? Ven a mí. Escápate conmigo y recuperarás tu vida. Te enseñaré cómo hacer un descanso verdadero. Camina y trabaja conmigo- mira cómo lo hago. Aprende los ritmos espontáneos de la gracia. No te echaré nada pesado o que no te encaje. Acompáñame y aprenderás a vivir con libertad y ligereza.
Con una perspicacia brillante, Comer muestra que se trata de una invitación radical, contracultural- hacia una vida tranquila llena de amor, alegría y paz. La vida de Jesús fue exactamente así: aunque su vida estaba llena, no corría. Tenía tiempo para hablar con las personas, dormir, comer, aceptar interrupciones. “Si hay algo que aprendes al leer los cuatro evangelios es que Jesús rara vez estaba apurado.” (p.89)
Para seguir el ejemplo de Jesús, y para eliminar las prisas despiadadamente, Comer ofrece cuatro disciplinas espirituales: el silencio y la soledad; el Sabbat; la simplicidad; y la desaceleración. Estos capítulos están llenos de sugerencias prácticas para “pausar” tu vida, desde detenerte para pasar tiempo a solas con Dios, a cosas cotidianas como poner límites al uso de la televisión o del móvil. Hay muchas ideas excelentes y desafiantes, pero tal y como Comer enfatiza de principio a fin, son un medio hacia un fin: en sintonía con el Espíritu Santo, estas prácticas posibilitan la experiencia de una ‘vida llena con Jesús.’ (p.107)
Como ya habrás notado, realmente he disfrutado de este libro. Está escrito con elegancia e informalidad, brillantemente combinado con una buena investigación e implicaciones teológicas y espirituales profundas. El hecho de que todo el libro esté enraizado en la experiencia personal de Comer le aporta una autenticidad real. Es una visión cautivadora de una vida sin prisas plenamente comprometida con el discipulado de Jesús.
Pero también tiene implicaciones sobre cómo consideramos la vida pública, y cómo la iglesia puede hablar de forma colectiva en este momento cultural de urgencia. Cuando fue preguntado, Jesús definió el amor como la mayor prioridad en el Reino de Dios, y el amor es una cualidad de las relaciones: por consiguiente las relaciones deberían estar en el centro de cómo entendemos la vida pública. Comer deja claro este punto acerca de los peligros de la prisa: “La prisa y el amor son incompatibles” (p.23); aún más enfáticamente, “la prisa pone fin a las relaciones” (p.52).
Miremos un ejemplo: el Sabbat, un día a la semana apartado para descansar y adorar, de manera que podemos deleitarnos en Dios, entre nosotros y en la creación. Es clave en el pueblo de Dios a lo largo de la Biblia. Una de las primeras campañas del Jubilee Centre fue ‘mantener el domingo de forma especial’, con la aspiración de evitar la desregulación de la actividad comercial dominical. Una de las razones que justifica esta campaña es el valor relacional de un día compartido reservado para descansar y adorar, el Sabbat. En 2019, fuera de las comunidades religiosas, hay cada vez menos distinción entre el domingo y los otros seis días de la semana. Algunas personas no tienen otra opción que trabajar el domingo, bien por circunstancias financieras o por contratos de cero horas. Aun así, la mayoría de cristianos tienen un día libre en sus trabajos habituales, y asisten a un servicio en la iglesia. Pero (y hasta el año pasado esta era también mi vida, así que no te sientas culpable) el resto del día casi nunca se dedica al descanso y a la adoración. Se parece al resto de días, lleno de listas y compras y entretenimiento y distracción y prisas. Comer es uno de los varios autores contemporáneos que recalcan la pérdida del concepto y práctica del Sabbat en nuestra cultura. A. J. Swoboda ha comentado:
“[El Sabbat] ha sido olvidado por la iglesia en gran medida, que ha imitado sin cuestionar nada, los ritmos del occidente industrial, obsesionado con el éxito.” (A. J. Swoboda, citado por Comer en la p. 152)
El significado principal del verbo hebreo relacionado con la palabra Sabbat es sencillamente ‘parar’ o ‘cesar’. Si los siete días se parecen unos a otros, ¿qué sucede? Verdaderamente nunca paramos, y eso significa que la prisa y la distracción son omnipresentes en nuestras vidas. Sin un Sabbat, vivimos en una cultura de más: más dinero, más cosas, más entretenimiento, más experiencias, más prisa. Comer hace una distinción clave: nuestra sociedad se caracteriza por la agitación, en lugar del reposo ejemplificado en el Sabbat. Combinado con la publicidad y los medios sociales, esto crea problemas profundos: “Cuando nuestra inquietud innata humana choca con la era digital, el resultado es una crisis de ámbito cultural de mala salud emocional y muerte espiritual.” (p. 147) Las consecuencias en las relaciones son serias: aunque las familias y amigos compartan el mismo día libre, es poco probable que el vínculo y el descanso estén en la agenda. Y cuando la prisa y la distracción están fuera de control, no tenemos posibilidad de parar y descansar en la presencia de Dios. La prisa pone fin a las relaciones.
Como Walter Brueggemann ha demostrado, el Sabbat no sólo nos beneficia a nosotros y nuestras relaciones, sino que es un acto profundo de resistencia. Para los israelitas, fue un modo de declarar que ya no eran esclavos, sino verdaderamente libres de la cultura y la economía opresivas de Egipto. Pero como Brueggemann y Comer remarcan, Egipto está vivo y sano en la actualidad, nuestra sociedad, como Egipto, se define por la acumulación y el logro. Esto es todo lo contrario al descanso y adoración que definen al Sabbat:
“[El Sabbat] declara de forma material que no participaremos del sistema de ansiedad que penetra en nuestro entorno social. No nos definiremos por el ajetreo y la adquisición y la persecución de más, ni en nuestra economía ni en nuestras relaciones personales ni en ningún área de nuestras vidas.” (Brueggemann, Sabbat como Resistencia, p.31-2)
La legislación relativa a la actividad comercial dominical puede haber cambiado, pero la sabiduría de un día apartado para el descanso y la adoración permanece. Es cierto para los individuos, y para la sociedad en general. Tal vez la razón más importante para adoptar el Sabbat en el siglo XXI es que nos obliga a disminuir la velocidad, para que podamos disfrutar de lo que realmente importa, la vida en relación con Dios y entre nosotros. Pero es improbable que convenzamos a las personas del valor de un día de reposo si nosotros mismos no lo practicamos. Y es improbable que atraigamos a las personas al camino de Jesús si estamos tan ansiosos, estresados y apresurados como ellas.
Existe una mejor manera, la manera en la que Jesús nos invita, caracterizada por el amor y el descanso, en vez de la ansiedad y la prisa. Pero para la mayoría de nosotros, eso significa que necesitamos desacelerar y eliminar las prisas de nuestras vidas. Sé que es verdad para mí. Así que pongo las ideas de Comer en práctica: desacelerar para estar disponible en el momento, en el mundo, para las personas, y para Dios. Es un proceso, pero es hacia donde me dirijo. Lentamente. Si encuentras el diagnóstico de Comer y la invitación de Jesús convincentes, te animo a que te unas a mí.
Andrew Phillips participa en el programa de graduados SAGE del Jubilee Centre. Se graduó de la Universidad de Oxford con la carrera de Clásicos y hebreo bíblico.
Este artículo se publicó por primera vez en la web de Jubilee Centre y se ha reproducido con permiso.
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