El Papa sigue siendo católico

Uno casi puede tener la impresión de que cualquier día el Papa de Roma sale del armario confesándose evangélico. Para algunos, no solamente habla “nuestro idioma” sino que además abre las puertas para una nueva unidad. Claro, bajo su liderazgo, eso sí. Algunos incluso hablan de la posibilidad de una nueva reforma 500 años después de la reforma de Martín Lutero pero esta vez iniciada por el mismo papa de Roma, para que las ovejas descarriadas vuelvan al redil de la iglesia madre.

¿Realmente se acabaron las razones de “la protesta” de Lutero y otros reformadores? Durante el concilio de Trento Roma condenó al infierno a cualquiera que creyera en la salvación por la fe en Jesucristo solo. Es muy conocida la cita:

“Si alguno dijere, que el pecador se justifica con solo la fe, entendiendo que no se requiere otra cosa alguna que coopere a conseguir la gracia de la justificación; y que de ningún modo es necesario que se prepare y disponga con el movimiento de su voluntad; sea anatema.”¹

Y el canon IX del concilio de Trento nunca ha sido revisado. Vale la pena recordar lo que el cardenal Gerhard Müller - el prefecto de la congregación de la fe (antes llamada “Santa Inquisición”), - dijo:

“Yo no puedo cambiar la doctrina de la fe católica y el papa no puede cambiarla ni tampoco los obispos en su conjunto pueden cambiarla.”²

Müller habla aquí de un problema esencial de la Iglesia Católica que muchos evangélicos en términos generales parecen ignorar. Roma no puede retirar ninguna decisión de ningún concilio. Esto, por cierto, es una de las razones por las que el culto a los santos, a las reliquias y la existencia de las indulgencias sigue existiendo en la Iglesia Católica de hoy exactamente igual que hace 500 años. Roma puede hablar menos de todo esto, hasta cambiar algunas formas. Pero jamás su doctrina. Y esto esto no va cambiar aunque cada vez más evangélicos quieran juntarse con el papa declarando que también es “su papa”, como vimos en mi artículo de la semana pasada.

Cambian las formas, pero no el contenido. Las siguientes citas se podían leer en un rotativo británico el 17 de julio del año 2013. Y se refieren todos a este papa “evangélico”:

La salvación - por lo menos una estancia corta en el purgatorio - podría estar ahora simplemente a un tweet con la noticia de que el papa Francisco va a ofrecer indulgencias (…) para los fieles que le siguen en los medios sociales (…). Alrededor de 1,5 millones de personas se van a reunir en Río de Janeiro para celebrar el día mundial de la juventud con el pontífice argentino. Pero para aquellos que no pueden viajar a Brasil el perdón igual puede estar a su alcance simplemente siguiendo a Francisco a través de las pantallas o medios sociales. (…). La Sagrada Penitenciaría Apostólica, la corte vaticana que regula el perdón de los pecados, dijo que las indulgencias pueden ser extendidas a aquellos que siguen “los ritos y ejercicios piadosos” del evento por televisión, la radio o los medios sociales.³

Como evangélicos nos conviene prestar más atención a las decisiones doctrinales de la Iglesia Católica que a sus campañas mediáticas. El que reina en el Vaticano es un profesional. Nadie llega a ser sumo pontífice solo porque sonríe. Y Francisco sabe muy bien lo que las normas de su organización dictan: el catecismo católico explica esas doctrinas católicas y el derecho canónico las convierte en las leyes que rigen dentro de la Iglesia Católica y su territorio político - La Santa Sede (por cierto, la única monarquía absolutista de Europa).

Cuando la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica sacaron su declaración conjunta de la doctrina de la justificación de 1999 tuvieron el problema de que Roma no podía anular los cánones de condena del concilio de Trento. Encontraron la solución en la afirmación de que el concilio de Trento simplemente había condenado cosas que hoy serían irrelevantes porque se había llegado a un consenso en las verdades fundamentales sobre la doctrina de la justificación.

Sin embargo, si examinamos el documento con cuidado, nos damos cuenta de que la Iglesia Católica no se ha apartado ni un ápice de su doctrina.⁴

Quiero resumir mis conclusiones.

Primero. Es evidente que el supuesto acercamiento de la Iglesia Católica a posturas evangélicas en los últimos años y sobre todo bajo el reinado de Francisco, no tiene nada que ver con una nueva reforma o con un proceso de cambio teológico en la Iglesia Católica. Todo lo contrario. La Iglesia Católica no ha renunciado ni a uno solo de sus dogmas, ni siquiera a aquellos que van en contra de doctrinas fundamentales de las iglesias evangélicas. Más todavía: a fecha de hoy Martín Lutero sigue excomulgado de la Iglesia Cristiana desde el punto de vista formal de la Iglesia Católica. La supuesta apertura de la Iglesia Católica hacia posiciones evangélicas tiene que entenderse en cuanto a la capacidad de adaptación de esta institución a cualquier postura religiosa. Roma no solamente se ha acercado a los evangélicos sino al mismo tiempo se ha acercado a judíos, musulmanes, hindúes y budistas. El papa Francisco no solamente busca el apoyo de los protestantes sino de la misma manera busca el apoyo de las demás religiones. Es uno de los hechos vergonzosos de nuestro tiempo que muchos líderes evangélicos en su gran mayoría son incapaces de ver y entender esta estrategia, o les da igual.

Segundo. Si la Iglesia Católica realmente fuera en serio en cuanto a su deseo de acercarse a los protestantes, la mejor manera de demostrarlo sería una revisión de los cánones de Trento. No vale el argumento benévolo que se escucha por parte de muchos evangélicos favorables a alguna apertura con Roma y que alegan que no es posible para la iglesia romana corregir decisiones conciliares. El hecho es: las decisiones de esos concilios son decisiones humanas y si el argumento romano es cierto, que estas decisiones se aplican a una situación históricamente concreta y única, entonces se puede formular una declaración vinculante y conciliar que así lo diga claramente. Sin embargo, la Iglesia Católica no puede confeccionar un documento de este calibre sin negar su propia doctrina de la infalibilidad en cuanto a asuntos de doctrina. Aquellos evangélicos que se niegan a reconocer este sencillo hecho se están engañando a sí mismos y a los demás en el nombre de la construcción de una unidad forzada y artificial.

Tercero. Finalmente una palabra en cuanto a lo que el papa Francisco realmente cree. Sus creencias no parecen ser muy consistentes. Da la sensación que lo más importante para él es unir a aquellos que tienen algún tipo de fe, el que sea. Ese tipo de gente que le cae bien. Y como hemos visto: incluso para los ateos, comunistas y agnósticos buenos y sinceros hay lugar en el cielo, según él. Pero también sabemos qué tipo de gente le cae mal. Son los cristianos “ideológicos” que toman su fe muy en serio (por cierto: también de su propia iglesia). En una misa en Roma celebrada el 17 de octubre de 2013 dijo lo siguiente:

“En las ideologías no hay Jesús (…) . Las ideologías son rígidas, siempre. Siempre tienen la señal de rigidez. Y cuando un cristiano se vuelve discípulo de la ideología ha perdido su fe: y ya no es un discípulo de Jesús es un discípulo de su actitud de pensamiento (…) El conocimiento de Jesús se transforma en un conocimiento ideológico y de moral porque ambas cosas cierran las puertas con sus exigencias. La fe se convierte en ideología y la ideología asusta, la ideología ahuyenta a la gente, les aleja (…) es una seria enfermedad, eso de los cristianos ideológicos. Es una enfermedad y no es nueva.”⁵

Es una bofetada no solamente para los católicos que creen en los dogmas de su propia iglesia. Es un insulto a todos creyentes que tienen convicciones firmes, como por ejemplo que solo en el nombre de Jesucristo hay salvación. El discurso de Francisco suena mucho como el de aquellos protestantes seguidores de una línea racionalista y a-histórica de la fe cristiana.

Parece que han encontrado en el inquilino actual del Vaticano un gran aliado. Y eso también es cierto para aquellos evangélicos que no cesan de buscar terreno común con una iglesia que hasta el día de hoy está traicionando al Evangelio continuamente. Haciendo esto no hacen otra cosa que a su vez convertirse en traidores de las eternas verdades reveladas en las páginas de la Sagrada Escritura. Estamos ante una amenaza mucho mayor y mucho más peligrosa que aquella que en los días de Martín Lutero llevó a la Reforma. Una reforma que un segmento cada vez más creciente de las iglesias evangélicas - particularmente en los países tradicionalmente protestantes - está abandonando.

Notas

1^#Concilio de Trento, Canon IX

2^# Artículo en Biblebund.de

3^# Artículo en The Independent.

4^# Declaración conjunta católico-luterana sobre la justificación.

5^# Discurso en Radio Vaticana.