Retos de la iglesia evangélica hoy

Cuando hablamos de los retos a la iglesia evangélica de hoy se nos ocurren una serie de problemas y eso de forma inmediata. Pero obviamente no todos los retos son iguales. Preguntaron a John Piper hace tres años lo que él consideraba como los retos más importantes de la iglesia. Su respuesta fue la siguiente:

Cuando pienso en lo que son los problemas más profundos fuertes y grandes pienso en tres cosas. Hay una serie de retos que tienen que ver con el tema de la verdad del conocimiento y esto tiene que ver con la Biblia. Luego hay una serie de retos que tienen que ver con la fe y nuestra relación con el Señor. Y finalmente hay una serie de temas que tienen que ver con nuestras formas de actuar, nuestras acciones en este mundo.[1]

Los temas que he escogido para esta serie de artículos van en la línea de lo que dice Piper. Hablamos primero de la verdad del conocimiento. Y en este grupo voy a mencionar dos desafíos monumentales: nuestra relación con la Iglesia Católica y el creciente analfabetismo bíblico.

LA RELACIÓN CON LA IGLESIA CATÓLICA

Más de 500 años después del comienzo de la reforma protestante, nos vemos ante un tremendo esfuerzo tanto por una parte de la iglesia católica -representada por el Papa mismo- como de un segmento mayoritario del protestantismo, a pasar página y buscar la unidad sobre todas las cosas. Esta es por lo menos la impresión que tenemos. 

El anuncio de la participación del Papa Francisco en una liturgia católico-luterana en Suecia para conmemorar los 500 años del inicio de la Reforma Protestante ha sido celebrado desde la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica Romana, que parecen encontrar puntos en común para caminar hacia la unidad.[2]

En una llamada a la oración en el año 2016 el Papa Francisco dio la bienvenida a todas las religiones unidas en el amor. Y que él toma el abrazo a todas las religiones muy en serio lo ha comprobado en varias ocasiones, la última vez durante la celebración de la Pascua en el Vaticano en el mismo año. 

Vamos a examinar brevemente como el Papa Francisco no ha parado de acercarse a otro grupo religioso que le interesa mucho: el islam. Y esto nos demuestra una cosa: el supuesto acercamiento a los protestantes hay que verlo en el contexto de su acercamiento a todo el mundo, incluso a los comunistas, de los cuales le parece atractivo sobre todo su lectura de principios económicos. Las siguientes citas son del primer encuentro ecuménico del actual Papa del 20 de marzo de 2013:

Saludo cordialmente a todos ustedes queridos amigos de otras tradiciones religiosas. Antes que nada a los musulmanes que adoran al dios único, vivo y misericordioso, y le invocan en oración. Aprecio mucho vuestra presencia. Para mí es una señal tangible de la voluntad de crecer en nuestra estima mutua y cooperación para el bien de la humanidad. (…)[3]

Queda claro por estas palabras que Francisco cree que católicos y musulmanes adoran al mismo Dios. Hace unos años, el Papa pronunció la siguiente frase sobre los musulmanes: 

“Nunca debemos de olvidar que ellos profesan seguir a la fe de Abraham y juntamente con nosotros adoran al dios único y misericordioso que juzgará a la humanidad el último día.”[4]

Con esta afirmación Francisco rechaza otra de las doctrinas más fundamentales de la fe cristiana porque un cristiano cree que Jesucristo es Dios. Los musulmanes odian esa doctrina y dicen que no hay otro Dios salvo Alá. Entonces, que nos explique el Papa como cristianos y musulmanes pueden estar adorando al mismo Dios. La única manera para pronunciar esta frase es negando la divinidad de Cristo.

En la misma reunión ecuménica, el Papa dejó atónitos a algunos asistentes católicos con la siguiente frase:

El Señor nos ha creado a su imagen y semejanza y somos la imagen del Señor y él hace bien a todos nosotros y todos tenemos este mandamiento en el corazón: haz el bien y no hagas el mal. Todos nosotros. [Algunos dirán] “Pero Padre, eéste no es católico. Éste no puede ser el bueno.” Sí, puede. (…) El Señor nos ha redimido a todos nosotros con la sangre de Cristo. “Pero Padre ¿Y los ateos?” Incluso a los ateos. A todos.[5]

Pero vamos a volver a la ya mencionada llamada a la oración que se llevó a cabo a través de un canal de YouTube[6]. Se trata de un mensaje de un minuto y medio con una calidad absolutamente profesional. Francisco une a representantes de los cristianos, judíos, del Islam y del budismo. 

Vale la pena que analicemos el video brevemente: la voz del Papa desde el fondo nos explica que un diálogo de las religiones es necesario porque la mayor parte de la población mundial se considera creyente. Aparecen acto seguido cuatro representantes de las diferentes religiones mundiales. No son creyentes normales sino representan autoridades de sus respectivas creencias. El Papa no es uno de ellos sino que está sentado leyendo su declaración desde un escritorio. Pronuncia la frase: no debemos cesar de orar y colaborar con aquellos que piensan de otra manera. 

Una representante del budismo, Rinchen Kandro, dice: “Confío en el Buddha”. El rabino Daniel Goldman: “Creo en Dios.” Guillermo Marcó, el sacerdote católico: “Creo en Jesucristo”. Omar Abboud, un líder islámico dice: “Creo en Dios, Alá.”

A continuación, el Papa nos explica lo que significan los diferentes credos: los hombres sienten y piensan de forma distinta y por eso ellos buscan y encuentran a Dios de forma distinta. Pero al mismo tiempo, dice el Papa, existe en todas las religiones una sola verdad que tenemos que mantener: todos somos hijos de Dios. 

Después de una conversación amable, todos los representantes de las diversas religiones están de acuerdo: todos creen en el amor. Por el vídeo queda evidente que el Papa da a entender que las diferentes religiones simplemente son diferentes caminos que llevan todos a Dios.

Lo que llama la atención es que el Papa no se considera como un representante más de una religión sino como cabeza de todos los que creen en Dios. También llama la atención que no aparece ningún representante de alguna iglesia protestante. La razón no es porque los protestantes -por lo menos la gran mayoría de ellos- no estuvieran de acuerdo con la línea papal, sino simplemente porque la Iglesia Católica ya toma por sentado que implícitamente representa también a los protestantes frente a otras creencias. Y es en este contexto en el cual hay que entender la ofensiva diplomática papal y su empeño de celebrar el quincentenario de la Reforma juntamente con los protestantes. Forman parte de la familia cristiana que es representada por el Papa de Roma. Esto queda claro en una carta de Gerhard Ludwig Müller, el prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe -antes llamada la Santa Inquisición-  que se titula Iuvenescit Ecclesia, del 15 de mayo de 2016: 

“El testimonio de una comunión activa con toda la Iglesia (…) lleva a una filial relación con el Papa, centro perpetuo y visible de unidad en la Iglesia universal, y con el Obispo principio y fundamento visible de unidad en la Iglesia particular.”[7]

Más claro uno no se podía expresar en el año del quincentenario de la Reforma: la unidad de la Iglesia solo es posible con el papa como cabeza visible de la misma.

Y un detalle más llama la atención: en la parte donde todas las religiones juntan sus símbolos, el sacerdote católico no lleva una cruz en su mano si no la figurita de un niño Jesús. Parece que la Cruz de Cristo ofende demasiado y en el diálogo de religiones no puede aparecer.

Notas

[1] http://www.desiringgod.org/interviews/what-are-the-biggest-challenges-facing-the-evangelical-church-in-2016

[2] La conmemoración conunta, un sinsentido, en Protestante Digital.

[3] https://zenit.org/articles/pope-s-address-to-representatives-of-the-churches-ecclesial-communities-and-other-religions/

[4] http://www.wnd.com/2013/11/pope-authentic-islam-opposes-violence/#!

[5] http://www.huffingtonpost.com/2013/05/22/pope-francis-good-atheists_n_3320757.html

[6] https://www.youtube.com/watch?v=Nq7us5Lf5IU

[7] CartaIuvenescit Ecclesia a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la relación entre los dones jerárquicos y carismáticos para la vida y misión de la Iglesia, 15 de mayo de 2016.