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Protestante Digital

 
Sue Arnold
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El riesgo de alcanzar a los no alcanzados

¿Cómo pueden las agencias misioneras y las iglesias locales responder al riesgo?

LAUSANA 03 DE OCTUBRE DE 2019 15:15 h

“Todos los lugares fáciles están tomados”. Este axioma de las misiones modernas resume rápidamente dónde debe realizarse el trabajo restante de las misiones. Hay una razón por la cual los grupos poblacionales no alcanzados y no contactados (UUPG, por sus siglas en inglés) aún no tienen acceso a las Buenas Nuevas:[1]



- Estos grupos poblacionales que no conocen a Jesús están típicamente en áreas donde la iglesia es perseguida o está geográficamente aislada.



- Los UUPG suelen estar en lo alto de las montañas, en medio de desiertos, escondidos en selvas, perdidos en barrios marginales urbanos, llevando un estilo de vida nómada o viviendo en pequeñas islas en medio de vastos océanos.



Alcanzarlos no será fácil por diversas razones: persecución de gobiernos, hostilidad de lugareños, caminos peligrosos, guerras, política, crimen local, terrorismo o clima extremo (solo por nombrar algunos).



 



¿Aversión al riesgo?



Sin embargo, muchos cristianos tienen aversión al riesgo y no están dispuestos a ir a estos pueblos. Puede ocurrir también que otros cristianos sean tal vez temerarios. En noviembre pasado, cuando el misionero de All Nations John Chau fue asesinado mientras intentaba comunicarse con el pueblo de la isla Sentinel del Norte, hubo un amplio desacuerdo entre los cristianos sobre su misión:



- Muchos condenaron y unos pocos elogiaron a John Chau.



- Pocos parecían haber hecho una reflexión crítica sobre los problemas involucrados o haber hecho preguntas sobre los detalles.



Este artículo no pretende ser un análisis de ese incidente en particular, sino solo resaltar la necesidad de pensar en el riesgo.[2]



Lo que espero hacer en este artículo es dar un paso atrás y responder con seriedad (aunque parcialmente) a las siguientes preguntas: ¿Qué dice la Biblia sobre el riesgo? ¿Cómo pueden las agencias y las iglesias locales responder con sabiduría pero también con obediencia a la Gran Comisión? ¿Cómo equilibramos la seguridad para los misioneros con la compasión por aquellos sin acceso al evangelio?



Ha quedado claro que no todos los cristianos entienden las misiones de la misma forma. Por lo tanto, deseo dejar en claro tres creencias teológicas que sostengo que (quizás) deberían quedar explicitadas aquí:



1- Dios en Jesús es digno de la adoración de todas las naciones y finalmente recibirá adoración de todas las naciones.



2- Dios da elección. Es un derecho humano fundamental elegir seguir o no a Jesús. Como corolario, ninguna persona o pueblo tiene derecho a decidir por otra persona o pueblo si debe seguir o no a Jesús. Por lo tanto, es una necesidad humana fundamental tener acceso al conocimiento de las Buenas Nuevas. Los misioneros ayudan a proporcionar la posibilidad de esa elección.



3- Dios elige trabajar a través de agentes humanos. Podría haber tomado otras decisiones, y a veces toma otras decisiones. Sin embargo, su plan normal es invitar a sus hijos a ir e invitar a aquellos que no conocen el nombre de Jesús a probar y ver su bondad.



 



Actividades de riesgo en el Nuevo Testamento



Cuando Jesús envió a los doce en un viaje misionero, en Mateo 10, dio una de sus enseñanzas más claras sobre el sufrimiento y la persecución. Desde el inicio, los conceptos de enviar, ir y sufrir estaban unidos en las acciones y la enseñanza de Jesús. Por ejemplo:



- Jesús “promete” a los apóstoles que sufrirán y serían arrestados por su nombre, traicionados por sus propias familias, azotados y que lidiarían con el temor.



- Los alienta a huir y mantenerse firmes, un equilibrio que ha sido difícil de entender para los creyentes desde entonces.



- Jesús también deja en claro que, si los creyentes aman a sus familias más que a él, se niegan a tomar una cruz o intentan aferrarse a su vida, esto no es andar en el camino (vv. 37-39).



Hay muchos lugares en el Nuevo Testamento donde los discípulos y las iglesias abrazaron el riesgo. El ejemplo apostólico básico para esto parece ser cuando Pedro y los apóstoles desobedecen directamente a la autoridad gobernante de su tiempo (Hechos 5:28-29):



- Aunque anteriormente los ángeles habían liberado a los apóstoles de la prisión, en este caso ningún ángel los rescató. Como resultado de su arresto, las autoridades locales azotaron a los apóstoles.



- Pedro había visto a Anás y Caifás arrestar y ejecutar a Jesús (a través de la manipulación de las autoridades romanas), de modo que los apóstoles conocían el riesgo de su desobediencia.



- Sin embargo, de todos modos eligieron la obediencia a Dios en lugar de los humanos.



- Más tarde, Pedro les recuerda a los creyentes que no se sorprendan (es decir, que vean como normal) cuando los creyentes se encuentren con el fuego de las pruebas (1 Pedro 4:12).



 



El apóstol Pablo. / Wikimedia Commons



Parece haber habido cierto desacuerdo sobre el riesgo apropiado en varios incidentes en la iglesia primitiva. Por ejemplo:



- En Éfeso, Pablo quería aparecer ante la multitud, a pesar del alboroto obviamente peligroso.



- Algunos, incluidos los discípulos y los amigos de Pablo, trataron de disuadirlo (Hechos 19:30-31).



- Al final, no parece que hubiera sido necesario que Pablo se dirigiera a la multitud.



- Sin embargo, está claro que hubo desacuerdo entre los creyentes bien intencionados sobre lo que era y lo que no era un riesgo apropiado.



Solo un capítulo después, en Hechos 20, Pablo se dirige resueltamente hacia Jerusalén. Sabe que allí le esperan la cárcel y penurias, pero considera que es un costo que vale la pena pagar a la luz del cumplimiento de la tarea que el Señor le había encomendado (Hechos 20:22-24). Su decisión hizo que los creyentes lloraran, lo abrazaran y hasta se afligieran (Hechos 20:37-38). Después de que Pablo comenzó su viaje hacia Jerusalén, recibió una palabra profética de Ágabo. Ágabo profetizó que Pablo sería atado y entregado a los gentiles (Hechos 21:11).



Es interesante que Ágabo no termina su palabra profética instando a Pablo a que novaya a Jerusalén. De hecho, por el texto, sabemos que nada de lo que dice Ágabo es una nueva revelación para Pablo. Sin embargo, cuando la gente escuchó esto, le rogó a Pablo que no fuera a Jerusalén (Hechos 21:12). La gente parecía haber llegado a la conclusión de que el peligro significaba que Pablo no debía ir, pero esto no es lo que Pablo había concluido de la misma palabra profética. De hecho, Pablo le dijo a la gente que le estaban partiendo el alma con su llanto y que él se negaba a ser disuadido por ellos (Hechos 21:12-14). Pablo conocía el peligro y sentía que debía ir a Jerusalén de todos modos.



 



Evaluación de riesgos: conversaciones valientes y actos valientes




A veces me pregunto cómo sería esa misma escena si hubiera tenido lugar en mi iglesia o en mi agencia de misiones. Está claro, a partir del texto, que creyentes sinceros no entendían o aceptaban el riesgo en el mismo nivel. Me pregunto si mi iglesia o agencia habría concluido que Pablo había cometido un error cuando finalmente lo arrestaron. ¿Lamentaríamos la “pérdida de un gran líder”?




A menudo me pregunto si simplemente lo llamaríamos “estúpido” y nos encogeríamos de hombros cuando finalmente diera su vida en Jerusalén, sabiendo que Pablo había sido advertido una y otra vez. Me pregunto si nos hubiéramos negado a enviarlo, y tal vez incluso hubiéramos sido desobedientes al plan de Dios de que sufriera por el nombre de Jesús.



¿Cómo pueden las agencias misioneras y las iglesias locales responder al riesgo? Si la iglesia simplemente adopta la actitud de que ningún riesgo es aceptable, niega el ejemplo de Cristo y los apóstoles. Sin embargo, simplemente correr precipitadamente hacia el riesgo y el peligro sin hacer lo que podemos hacer humanamente tampoco es honrar a Dios. El proceso que se describe a continuación cumple con la sabiduría y evita la necedad como se define en Proverbios 14:16: “El sabio teme al Señor y se aparta del mal, pero el necio es arrogante y se pasa de confiado”:



1. Ore y tenga conversaciones valientes con personal de la oficina central, las juntas de las agencias y entre las iglesias locales. Hable sobre el tema de manera honesta, abierta y sin condena de ningún lado. Estudien la Biblia juntos y busquen la sabiduría del Espíritu Santo. Comience la conversación con el comité de misiones local inicialmente, pero las conversaciones deben incluir a toda la iglesia con el tiempo. Cada nivel de envío debe estar bañando toda la misión en oración: la iglesia local, la agencia, la junta de la agencia, la familia (incluidos los padres y abuelos) y el equipo que envía al misionero. Podría haber algunas noches sin dormir y algunas lágrimas cuando el Señor comience a hablar. Prevea desacuerdos, pero trabaje a través del desacuerdo con oración y discernimiento. Consolide sus teologías del sufrimiento, el riesgo y la relación con las autoridades.



2. Consulte con expertos, incluidos abogados, personal de seguridad, grupos de asesoramiento, trabajadores locales, etc. Escuche sus consejos y comience a prepararse. Hay muchos buenos grupos en misiones hoy que pueden ayudar con esto. Lo más probable es que no tenga todos los expertos que necesita en su agencia o en su iglesia local. Consulte a los expertos, pero tenga en cuenta que las decisiones misioneras pueden ser diferentes de las decisiones tomadas por las ONG o los funcionarios del gobierno.



3. Evalúe el riesgo seriamente con las personas que se ofrecen como voluntarias para el servicio misional en lugares de riesgo. Siga un método simple de pensar en todas las cosas posibles que podrían salir mal y las posibles consecuencias de cada una de ellas. Haga una lista tan amplia como pueda concebir. Haga esto con el personal de la oficina central de la agencia y el equipo de envío, así como con cada grupo que tendrá diferentes niveles de responsabilidad en la misión. (No se olvide de la familia extendida del misionero, es decir, los que no van pero que están enviando a sus familiares a arriesgarse).



4. Mitigue los riesgos tanto como pueda sin comprometer la misión. Tenga en cuenta que los misioneros no pueden esconderse detrás de muros de instalaciones ni siempre pueden estar rodeados de un gigantesco servicio de seguridad. A veces, solo planificar descansos es la forma más sencilla de disminuir la posibilidad de agotamiento para sus familias en situaciones de alto riesgo. Por lo tanto, no pase por alto mitigaciones como el descanso, el sueño, la diversión y las vacaciones.



5. Equipe a la misión. Capacite a su personal y recaude fondos para hacer lo que puede hacerse de manera razonable y necesaria para cumplir la misión y proteger a sus misioneros. Las agencias y las iglesias locales deben crear en conjunto fondos de emergencia y planes de contingencia para hacer frente a: evacuaciones de emergencia, capacitación especial, asesoramiento especial, tiempos de vacaciones, tiempos de descanso, repatriación de restos, respuestas a los medios, etc. Sus fondos de emergencia serán de al menos decenas de miles de dólares, si no más.



Estas no son decisiones o discusiones fáciles. Sin embargo, son necesarias y honran a Dios y a los pueblos del mundo que aún no han tenido la oportunidad de escuchar acerca de Jesús. La decisión de aceptar el riesgo implica amar a los demás más de lo que nos amamos a nosotros mismos. No son decisiones que se tomen a la ligera o con displicencia, pero cada vez más agencias e iglesias locales elegirán enviar a sus seres queridos al peligro por el bien del Evangelio. Hagámoslo con sabiduría y osadía, para la gloria de Jesucristo.



 



Sue Arnold es el seudónimo utilizado por una persona que ha estado sirviendo en misiones durante más de 20 años, especialmente en lugares donde no se conoce a Jesús y la persecución contra los cristianos es elevada.



Este artículo se publicó por primera vez en septiembre de 2019 en el Análisis Mundial de Lausana y se ha reproducido con permiso. Se puede conocer más acerca de esta publicación en la página web del Movimiento Lausana.



Notas





  1. Nota del editor: Ver el artículo de Ben Thomas “¿Cómo podemos alcanzar definitivamente a los no alcanzados?”, en el número de marzo 2018 del Análisis Mundial de Lausana https://www.lausanne.org/es/contenido/aml/2018-03-es/como-podemos-alcanzar-definitivamente-a-los-no-alcanzados 

  2. Para un buen análisis detallado de ese incidente, ver: https://margarethensley.wordpress.com/2019/03/04/two-mind-sets/ .



 

 


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COMENTARIOS

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Respondiendo a

Galo Nómez
06/10/2019
23:26 h
1
 
John Chau no fue un valiente, sino un tonto. O al menos alguien que buscaba figurar como el primer cristiano en llevar la palabra a la isla Sentinel del Norte, frente a la opinión pública y el Señor, pero guiado más que nada por esa motivación. Podría haber llevado el evangelio a mucha gente de la propia India que tampoco ha sido alcanzada, en vez de hacer un sacrificio absurdo que sólo quedará en el anecdotario de la estupidez humana
 



 
 
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