¿Nos comunica Dios algo a través de los desastres naturales, aunque muchos de ellos sean causa de la irresponsabilidad del hombre?
Estamos en pleno apogeo del activismo por el cambio climático. Ahí está la adolescente Greta Thunberg motivando al mundo a favor de la tierra, la ecología, el clima. No voy a hablar directamente de ello, a pesar de que está bien ponerlo como marco de actualidad. Nos vamos a fijar más bien, con cuidado y tacto, en los susurros que emanan en o de las catástrofes, en medio de las gotas frías.
Muchos habitantes de nuestro planeta tierra, están empezando a creer, cada vez más, en el cambio climático como consecuencia de irresponsabilidades humanas, pecados ecológicos contra la creación de Dios. Es verdad que al hombre de hoy, con cierto cultivo de su cerebro y de su actividad racional, le ha costado siempre mucho trabajo ver la acción de Dios y sus advertencias, sus susurros, a través de los signos de los tiempos. ¿Quién va a querer ver hoy en las riadas, en las catástrofes naturales, en las consecuencias de la llamada gota fría, algún mensaje del mismo Dios que no sabemos si nos susurra o nos grita? ¿Nos quieren dar algún mensaje estos desastres, tanto dolor?
El Mediterráneo que baña también las costas de España, está subiendo su temperatura. Un grado más en los últimos diez años. Es posible que muchos minusvaloren este dato, pero hay mucho vapor de agua en la atmósfera que da lugar a situaciones desastrosas en nuestro país. Recordemos lo ocurrido en estos días en Alicante, en Valencia, en Murcia, en Almería, en Baleares. Igualmente en el mundo en general. ¿Es posible que algunos cristianos puedan ver en todo esto algún mensaje, algunos susurros o gritos, lanzado desde los infinitos, desde los cielos donde reina el mismo Dios? No. No os voy a llevar a radicalidades, solamente a alguna reflexión que podamos hacer. No nos queremos meter en interpretaciones teológicas tendenciosas como castigo de Dios contra algún grupo humano. No.
Sin embargo, ¿quién puede negar que Dios también se puede expresar y lanzar algún mensaje a los hombres a través de estos signos naturales que llegan a ser trágicos? Se ha dicho que todo dolor puede ser el megáfono de Dios que nos advierte de algo, el megáfono que nos grita de forma radical y sumamente sonora, para que los humanos, sus criaturas, pongan su atención en él, para que se vuelvan a Él y se conviertan, para que cesen en sus irresponsabilidades y ataques a la creación de Dios.
Los profetas hablan de los signos de los tiempos, incluidos los desastres naturales, como una invitación para que nos volvamos a Él. Así, se puede leer en el Antiguo Testamento: “Os herí con viento solano y con oruga; la langosta devoró vuestros muchos huertos y vuestra viñas.... Envié contra vosotros mortandad tal como en Egipto; maté a espada a vuestros jóvenes..., pero no os volvisteis a mí, dice el Señor”.
No quiero afirmar que con los desastres causados por el cambio climático por los pecados ecológicos de los hombres, sea siempre así, que el Señor esté intentando enviarnos un mensaje para que cambiemos de dirección, para que rectifiquemos, para que volvamos a las sendas antiguas, para que, en el fondo, nos convirtamos a Él, pero sí nos podría aportar algunos elementos de reflexión, para que los cristianos sigan siendo los colaboradores de Dios en la creación, como quiso que fueran Adán y Eva en el Huerto del Edén. Los cristianos nos debemos preocupar por la tierra, la ecología, la vida en el planeta en el que Dios nos ha puesto.
Nos dice la Biblia que “la tierra grita como con dolores de parto esperando la liberación”. ¿Puede el hombre colaborar con Dios en el cuidado de su creación? ¿Puede interpretar algunos signos de los tiempos como mensajes de Dios para que cambiemos y no seamos, como ya alguien ha dicho, el “Satán de la tierra”? ¿Nos comunica Dios algo a través de los desastres naturales, aunque muchos de ellos sean causa de la irresponsabilidad del hombre? ¿Necesitamos convertirnos también desde los parámetros y perspectivas ecológicas? Esperemos que Dios no nos tenga que decir en alguna ocasión la frase que hemos citado del Antiguo Testamento: “Pero no os volvisteis a mí”. Reflexionemos más sobre el cambio climático y la ecología, y actuemos en consecuencia.
Quizás, en todo acontecer del mundo está la boca de Dios con un mensaje. Quizás en todo desastre natural, más cuando es debido a la irresponsabilidad humana, hay un comunicado que nos llama al cambio, a la transformación, al arrepentimiento. Los mensajes, los susurros de Dios o sus gritos, no son solamente de intención científica o racional. También hay mensajes existenciales que, siempre, implican también un toque espiritual, un sentir trascendente, un enfrentamiento cara a cara con el Creador. ¿Seremos lo suficientemente espirituales para poder intentar comprender esos mensajes? ¿Hay algo de llamamiento para que el hombre se vuelva a su Creador? ¿Vamos a ser sordos siempre al megáfono de Dios? ¿Puede darnos Dios, a través de los desastres naturales ocasionados por nuestra irresponsabilidad, algún grito de alerta que pueda traspasar nuestra alma y hacer que nos volvamos a Él?
Que nunca tengamos que escuchar este mensaje: “Mas no os volvisteis a mí”, y que, por el contrario, sepamos volvernos al Dios que está siempre dispuesto a volverse a nosotros con su mano tendida siempre de ayuda. Tengamos nuestra sensibilidad, nuestros oídos, nuestra alma y corazón, siempre abiertos a esos posibles mensajes de lo alto. Cuidemos de la creación. Él quiere que también ahí seamos sus colaboradores. Quizás desde que puso al hombre en el huerto del Edén.
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