Alice pertenecía a un grupo de mujeres norteamericanas con profunda fe en Dios, y a la vez con una fuerte convicción de que la mujer debía tener acceso a la educación superior, entonces sólo accesible a los hombres
“Nada en la vida debe ser temido, solamente comprendido. Ahora es el momento de comprender más, para temer menos”, Marie Curie.
Alice Gordon Gulick,(1847-1903), fue misionera y educadora, fundadora del Instituto Internacional. Esta maravillosa mujer dedicó su vida a luchar en favor de la educación en general, y la de la mujer en particular, como medio para acabar con el fanatismo y la persecución religiosa en España.
Desde su punto de vista, este medio, aunque lento, era el medio más eficaz para convertir a España en un país tolerante, donde se pudiera predicar el evangelio con libertad. Plenamente convencida de este modo de pensar, se instaló junto con su esposo William, primero en Santander, y más tarde en San Sebastián, donde abrió una escuela elemental y un internado que entonces se ocupaba especialmente de formar a las chicas para ser maestras en las escuelas protestantes, ya que en aquella época, por lo general, con cada iglesia que se establecía, se abría una escuela.
El internado, poco a poco, se convirtió en un prestigioso centro educativo. El método de enseñanza no era el usual en España. No se practicaba la memorización del libro de texto y el examen correspondiente; sino que se utilizaba una enseñanza práctica, con salidas al campo, para estudiar ciencias naturales, se hacían prácticas de laboratorio en la clase de química, se leían las principales obras de literatura en vez de limitarse al estudio de datos biográficos y listas de obras….. También estudiaban inglés, música y dibujo.
Además, se estudiaba la Biblia de forma sistemática, y se favorecía la educación física. Todo esto era una autentica y absoluta innovación pedagógica en aquella época, y más hablando de mujeres.
Cuando Alice llegó a España el estado de la educación, especialmente la de la mujer, era de total abandono. Las clases humildes no tenían posibilidades de aprender nada. La clase media y la alta burguesía educaba a sus hijas en conventos, en los que se les enseñaba a leer y escribir con bonita caligrafía, a coser y a bordar, tal vez un poco de francés, más que mucho catecismo, y algo de de piano.
Alice Gordon Gulick pertenecía a un grupo de mujeres norteamericanas, dotadas de una profunda fe en Dios, pero al mismo tiempo de una fuerte convicción de que las mujeres debían tener acceso a la educación superior, hasta entonces sólo accesible a los hombres. Por ello, desde el principio contó con un profesorado formado por mujeres eruditas, grandes investigadoras e innovadoras en materia educativa, que convirtieron el Instituto en un centro modelo, al estilo de los Colleges americanos de donde procedían.
El centro contaba, además, con algunas profesoras especializadas en la educación preescolar, siendo una de las instituciones pioneras en este tipo de educación en España. En Junio de 1897, dos alumnas del Instituto, Esther Alonso y Juliana Campo, recibieron el título de Licenciadas en Filosofía y Letras de un tribunal compuesto de los profesores Salmerón, Morayta y Amador de los Ríos, siendo las primeras en hacerlo preparadas solo por mujeres, y además mujeres protestantes.
Por otra parte, hasta entonces ninguna mujer se había presentado como libre para conseguir dicha licenciatura. Más adelante, Raquel Alonso y Marina Rodriguez, dos graduadas del Instituto se licenciarían en Farmacia, abriendo un nuevo campo de trabajo para la mujer española.
Después de un período de estancia en Biarritz, Francia, debido a la guerra entre Cuba y España, el Instituto se estableció en Madrid, donde habían comprado unos terrenos, gracias a los esfuerzos inmensos de Alice Gulick que había pasado 32 años de su vida enseñando y al mismo tiempo buscando fondos y apoyos al otro lado del charco. Sin embargo, ella no llegaría a ver cumplido su sueño en Madrid, ya que murió el 14 de septiembre de l903, mientras se efectuaba el traslado del colegio desde Biarritz.
El Instituto, no obstante, pudo continuar su andadura gracias al apoyo de muchas personas en Estados Unidos, a las que Alice Gulick había transmitido su pasión por la educación y por España. En los años 20 y 30 se convirtió en uno de los centros culturales más importantes de Madrid, sirviendo de modelo y colaborando estrechamente con la Junta para Ampliación de Estudios en dos proyectos pioneros de la renovación pedagógica en España: la Residencia de Señoritas y el Instituto-Escuela. La Guerra Civil Española pondría fin a esta labor, pero su aportación a la educación en general, y a la de la mujer, en particular, fue inestimable, abriendo el camino para la educación superior de la mujer en España, y siendo modelo de tolerancia religiosa, el medio que Alice Gulick había visualizado y soñado como más eficaz para convertir a España en un país donde se pudiera predicar el evangelio con libertad.
Es absolutamente fascinante la biografía de esta extraordinaria mujer, que era esposa de misionero, quien siempre estuvo a su lado comprendiéndola y ayudándola en todo.
Querámoslo o no, la mujer: aunque con notables diferencias, sigue siendo un tanto discriminada, machacada, en algunos casos maltratada… y, tristemente en lugares tales como las iglesias, en muchas situaciones son tratadas como ciudadanas de segunda categoría.
Me acuerdo de todas las mujeres que sirvieron a Jesús, las había de todos los tipos; pero Jesús vino, entre otras cosas mucho más importantes, para liberar a la mujer de las cadenas que llevaba puestas. Rompió con todos los cánones de su época, y como de costumbre, liberó a lo grande.
¡Lo sé, aun seguimos viviendo mucha cola en todo esto! Pero muchos se olvidan de las palabras de Pablo:
“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”, Gálatas 3:28
“Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. Romanos 12:4-10
De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.
Creo que no tengo nada más que añadir, solamente dar las más profundas gracias desde el corazón a mi Dios, por amarme y no discriminarme como mujer. Y gracias a mujeres como Alice, que han dejado sus vidas para que las que venimos unas cuantas generaciones después, podamos servir a Dios como lo hacemos, a fin de cuentas, Él nos entretejió en el vientre de nuestra madre tal y como quería que fuésemos, con un propósito muy especial, sólo nos queda obedecerle.
¡Gracias mi Señor!
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