Dicen que los efectos del cambio climático se pueden corregir todavía y otros que no. Sin embargo, el cambio paradigmático se presenta como un avance y un progreso.
Lo que hasta no hace mucho era impensable se está produciendo y es que asistimos a un cambio de las condiciones del clima que resultará catastrófico para la vida en la Tierra. La expresión cambio climático se ha hecho tan familiar que prácticamente no pasa un día sin que se aluda a ella, habida cuenta de los desastres que aquí y allá ya está produciendo y los que va a producir, que serán de mayores consecuencias si no se pone remedio, remedio que según algunos a estas alturas ya no es posible, por haberse cruzado los límites de lo enmendable, aunque según otros todavía estamos a tiempo, si se toman medidas drásticas.
El hecho de que el previsible desastre nos alcance a todos, incluso está espoleando a las grandes potencias a buscar una alternativa estable de futuro donde la humanidad pueda continuar su existencia, por si las condiciones de vida en nuestro planeta se hicieran imposibles. Y así es como ya se está trabajando para establecer bases permanentes en la Luna o en Marte. Se trataría de una emigración insólita, porque no sería de una nación a otra, ni de un continente a otro, sino de un cuerpo celeste a otro. Aunque necesariamente tendría que ser una emigración muy reducida, porque ¿cómo se va a transportar a miles de millones de personas al planeta rojo, por ejemplo, y cómo van a sobrevivir en un suelo sin vida? Por otro lado, en caso de que una emigración restringida tuviera lugar sería una solución transitoria, porque si hemos creado tal problema en la Tierra, con todas las ventajas a nuestro alcance, ¿no crearíamos el mismo problema allá donde vayamos, con infinitos inconvenientes en contra? Pues con nosotros irían también los factores que originaron el problema. La experiencia nos enseña que cambiar de lugar no cambia nuestro carácter ni nuestra personalidad. Lo que era bueno en nosotros en un sitio nos lo llevamos al otro y lo que era malo en un lugar también nos acompaña al nuevo. Cambiar de superficie, sin más, no solventa nada.
El peligro del cambio climático nos ha hecho conscientes de los errores cometidos y muy sensibles al exquisito cuidado que hemos de poner, porque lo que se daba por hecho, que estaba garantizada nuestra permanencia continuada y segura en nuestro planeta, está en entredicho.
En definitiva, el cambio climático no es un cambio para bien sino para mal, porque lo que hasta ahora estaba funcionando bien y de manera estable, el clima, lo hemos trastocado totalmente y nosotros, que somos los responsables del cambio, pagaremos las consecuencias.
Mas asistimos también a otro cambio de envergadura mayúscula a nivel mundial, al que podríamos denominar cambio paradigmático. Tiene que ver con la noción de hombre, mujer, matrimonio y familia. Una noción que ha estado funcionando desde que el mundo es mundo y, aun en el estado caído en el que el mundo ha quedado, ha sido preservada a lo largo de las generaciones. El paradigma que ha sostenido a la humanidad hasta aquí es el que presenta el libro de Génesis en sus dos primeros capítulos, donde la naturaleza humana se explica en su condición generalizada y también diferenciada, es decir, por los dos sexos, siendo la unión de ambos lo que constituye la base del matrimonio y de la familia. A lo largo de los tiempos ese paradigma lo han conservado sociedades muy diversas, de creencias muy distintas y de culturas muy dispares. No solamente judíos y cristianos, porque creen que el libro de Génesis es palabra de Dios, han preservado tal paradigma, sino que aparte de esas dos creencias religiosas, las más variopintas civilizaciones han dado por sentado que ése es el paradigma incuestionable. Es un axioma, es decir, una verdad tan evidente que no requiere demostración.
Pero resulta que somos testigos ahora de un cambio de paradigma, en el que se nos quiere hacer creer que el hombres es hombre y la mujer es mujer por determinados patrones culturales y que hay otras formas alternativas de matrimonio y familia, argumentando que este cambio paradigmático es sumamente beneficioso, porque la diversidad enriquece. Ciertamente la diversidad enriquece, pero es la diversidad que existe entre un hombre y una mujer, la cual es una diversidad natural, porque procede de la diferencia entre la naturaleza masculina y la femenina, mientras que la diversidad del cambio paradigmático es una falacia y una contradicción, porque ¿qué diversidad hay en la unión de lo masculino con lo masculino y de lo femenino con lo femenino? Donde se une lo idéntico, no hay diversidad sino homogeneidad. Donde se une lo distinto, sí hay diversidad, porque hay heterogeneidad, la cual sí es riqueza.
Si el cambio climático nos lleva al desastre, el cambio paradigmático nos lleva al mismo final. Unos dicen que los efectos del cambio climático se pueden corregir todavía y otros que no. Pero todos concuerdan en que tal cambio es nocivo. Sin embargo, el cambio paradigmático se presenta como un avance y un progreso; uno de los logros más valiosos que cualquier sociedad moderna puede alcanzar. ¡Qué locura! ¿Tendrá remedio la misma, teniendo en cuenta que los que la padecen son sabios en su propia opinión?
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