Los cristianos debemos darle la vuelta al lema: Lo que es nuestro, queremos que sea del mundo, en el sentido de que lo que es nuestro, el evangelio, queremos que sea del mundo.
Me llamó la atención la publicidad en una marquesina de parada de autobuses, donde se veía una imagen de la estatua de la Fuente del Ángel Caído, del escultor Ricardo Bellver que se encuentra en el parque del Retiro de Madrid. A esa imagen en la publicidad la acompañaba el lema: Lo que es nuestro, queremos que sea del mundo. El anuncio forma parte de una campaña que el Ayuntamiento de Madrid ha impulsado, para que el entorno del eje Prado-Retiro sea declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Ciertamente ese entorno es uno de los más bellos de la capital de España y lugar idóneo para el paseo y el esparcimiento. Además de poder dar una vuelta por el estanque del Retiro, subir en la barca solar o alquilar una barca de remos, es posible disfrutar del escenario del Palacio de Cristal y descubrir rincones encantadores en ese parque. Y saliendo del mismo, el bulevar del Paseo del Prado también se presta para ir desde Atocha a Cibeles, sin olvidar que en ese recorrido está ese magnífico triángulo de la pintura, que son los museos del Prado, Thyssen y Reina Sofía, sumándose ese pequeño, pero entrañable, recorrido por los libros que es la Cuesta de Moyano.
Sí, verdaderamente hay razones para que la candidatura de ese espacio a Patrimonio de la Humanidad reciba el reconocimiento anhelado.
Pero el lema, por la imagen que lo apoya en las marquesinas de los autobuses, tiene una segunda lectura. Se ha dicho que la escultura de la Fuente del Ángel Caído del parque del Retiro es la única en el mundo dedicada a Satanás, de lo cual no estoy seguro, dada la tendencia que existe en nuestro tiempo a atribuir tal o cual singularidad de manera rotunda a éste o aquél objeto, con el fin de hacerlo único y así rodearlo de prestigio, que redunda en el sitio que lo alberga. Aunque en tantas ocasiones, luego se descubre la precipitación que hubo en dicha atribución, cuando alguien se toma la molestia y el trabajo de hacer una investigación más exhaustiva. Sea como sea, el Ángel Caído de Bellver goza de una aureola de notoriedad, la cual han aprovechado los creadores de la campaña para representarla.
Bellver no ha sido el único artista que ha intentado recoger ese momento en el que se produce la caída de esa exaltada criatura celestial. Por ejemplo, Gustavo Doré también lo hizo, al ilustrar la obra poética El paraíso perdido de Milton. Pero a ojos vista, salta la diferencia entre la obra de Bellver y la de Doré, aunque fueron contemporáneos. En la del primero Satanás sale exaltado, aunque haya sido condenado; en la del segundo solamente sale condenado. La estatua de Bellver es un homenaje que glorifica al representado, protagonista de la escena en la que Dios queda ignorado, no solamente porque no está representado sino porque de lo que se trata es precisamente de que el caído sea el centro de atención. El propio gesto, mezcla de horror y rebeldía, le da un aire de héroe, de manera que aunque el nombre de la escultura es el Ángel Caído, la intencionalidad es encumbrarlo.
Como la imagen de ese Ángel Caído encumbrado es la que refuerza el lema de la campaña de publicidad: Lo que es nuestro, queremos que sea del mundo, entonces puede resultar bien expresiva de una sombría verdad: Lo que es nuestro, [Satanás], queremos que sea del mundo. Toda una declaración de intenciones.
En el Nuevo Testamento a Satanás se le llama por unos títulos que definen bien su posición dominante. Uno de esos títulos, que Jesús le dio, es el de ‘príncipe de este mundo’ (Juan 14:30), que indica la autoridad que posee y su alcance: Gobernante de este mundo. El apóstol Pablo también le da otro título, ‘príncipe de la potestad del aire’ (Efesios 2:2), que muestra el gobierno que ejerce no ya solo en este mundo sino sobre las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Pero para que no quede ninguna duda en cuanto a la prominencia que tiene, Pablo le aplica el título ‘dios de este siglo’ (2 Corintios 4:4), en el que por siglo no se ha de entender un periodo de cien años, sino una era, la que comenzó cuando Adán cayó y terminará cuando regrese Jesús. Satanás es el dios de esta era caída, que le rinde tributo y adoración.
Pero los cristianos debemos darle la vuelta al lema: Lo que es nuestro, queremos que sea del mundo, en el sentido de que lo que es nuestro, el evangelio, queremos que sea del mundo. Cuando Cristiano y Fiel, en la obra El progreso del peregrino de Bunyan, pasaron por la Feria de las Vanidades y dieron testimonio de lo que creían, ese testimonio le costó la vida a Fiel, pero fue la causa de que Esperanza dejara la Feria y se uniera a Cristiano en la peregrinación hacia la Ciudad Celestial.
Lo mismo ocurre ahora, cuando la predicación del evangelio en esta Feria de las Vanidades, que es este mundo, recibe el rechazo de unos, pero la aceptación por otros. Sí, es un lema apropiado, rectamente entendido: Lo que es nuestro, queremos que sea del mundo.
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