Una historia de intriga, violencia y venganza en Roma nos ayuda a situar la fecha de la crucifixión de Jesús.
En el anterior capítulo llegamos a la conclusión de que solamente quedan dos años para la fecha de la crucifixión de Jesús que cumplen las exigencias del calendario judío: el año 30 o el año 33. Pero ¿cuál de los dos es el año en cuestión?
Una pieza clave para resolver este enigma viene de una fuente sorprendente: es una historia de intriga, violencia y venganza en Roma, digna de una telenovela.
Nos dirigimos a la corte imperial.
Cuando el emperador Tiberio cumplió 67 años estaba cansado de sus obligaciones políticas. Así que decidió retirarse a la isla de Capri en el año 26 dC. Allí -fuera del alcance de la población de la capital y sus senadores pesados- se dedicaba de lleno a una vida de decadencia total. Pero aún así tenía que ocuparse de algunos asuntos del Imperio. Y para esto nombró a un hombre de confianza.
El elegido para el puesto era un tal Aelio Sejano que formalmente era el jefe de la guardia pretoriana. Sejano era un hombre capaz y leal a Tiberio. Pero al mismo tiempo era ambicioso e implacable. Durante sus cinco años como mano derecha del emperador consiguió eliminar a muchos de los pretendientes al trono de Roma. Según el senador e historiador Tácito, Sejano albergaba la esperanza de hacerse algún día personalmente con el trono imperial1. Y estuvo a punto de conseguirlo.
Infelizmente para Sejano, Tiberio tenía una cuñada que gozaba de su confianza. Su nombre era Antonia. Esa mujer no tenía aspiraciones políticas. Y precisamente por esto Tiberio valoraba mucho sus opiniones. Mientras que casi todas las comunicaciones entre Capri y Roma pasaron por manos de Sejano, Antonia consiguió hacerle llegar una carta a Tiberio donde describió los planes ambiciosos de Sejano con todo lujo de detalle.
La reacción de Tiberio no se hizo esperar y era fulminante. Mandó un emisario con una carta al senado de Roma. La carta se debía leer en la próxima sesión plenaria, con Sejano presente. Al final de la carta, Tiberio acusaba a Sejano de traidor y reclamaba su cabeza. Y claro, Sejano fue ejecutado el mismo día, el 18 de octubre del año 31.
Y ¿qué nos importa ese Sejano?
Debería interesanos, porque de una manera sorprendente une la historia romana y bíblica. Durante su actividad política Sejano nombraba muchos cargos públicos, entre ellos un hombre que bien conocemos de las páginas del Nuevo Testamento: Poncio Pilato. Pilato fue nombrado gobernador de Judea en el mismo año en que Tiberio decidió retirarse a Capri: el año 26 dC. Sejano era un antisemita convencido.2Y por lo tanto, el hombre que él había escogido para el puesto de gobierno en Jerusalén era de la misma madera.
Como muestra voy a citar un pasaje de la Guerra de los Judíos, de Flavio Josefo:
“Siendo enviado Pilato a Judea, y habiendo tomado en su regimiento aquella región, una noche muy callada trajo las estatuas de César y las metió dentro de Jerusalén; y esto tres días después fue causa de una gran revuelta en Jerusalén entre los judíos; porque los que esto vieron fueron movidos con gran espanto y maravilla, como que ya sus leyes fueran con aquel hecho profanadas; porque no tenían por cosa lícita poner en la ciudad estatuas o imágenes de alguno… Y con las quejas y gritos de los ciudadanos de Jerusalén, llegáronse también muchos de los lugares vecinos, y viniendo luego a Cesárea por hablar a Pilato, suplicándole con grande afición que quitase aquellas imágenes de Jerusalén, y que les guardase y defendiese el derecho de su patria. No queriendo Pilato hacer lo que le suplicaban, echáronse por tierra cerca de su casa, y estuvieron allí sin moverse cinco días y cinco noches continuas.”
"Después viniendo Pilato a su tribunal, convocó con gran deseo toda la muchedumbre de los judíos delante de él, como si quisiese darles respuesta, y tan presto como fueron delante, hecha la señal, luego hubo multitud de soldados, porque así estaba ya ordenado, que los cercaron muy armados, y rodeáronlos con tres escuadrones de gente. Espantáronse mucho los judíos viendo aquella novedad, que despedazaría a todos si no recibían las imágenes y estatuas de César, y señaló a los soldados que sacasen de la vaina las espadas… Los judíos, viendo esto, como si lo trajeran así concertado, échanse súbitamente a tierra y aparejaron sus gargantas para recibir los golpes gritando que más querían morir todos que permitir, siendo vivos, que fuese la ley que tenían violada y profanada.”
Aunque los evangelios no entran mucho en el antisemitismo patente de Pilato, hay muchos otros ejemplos en la literatura que lo demuestran. Hasta el evangelista Lucas se hace eco de ello. En el capítulo 13, versículo 1 de su evangelio Lucas escribe:
“En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos.”
Pilato tenía cierto respeto por Jesucristo y estaba convencido de su inocencia y por lo tanto no nos extraña que hasta usaba la crucifixión del Hijo de Dios para darle una bofetada sonada a los judíos cuando puso en la cruz la razón de la ejecución. Leemos en Juan 19:19-22:
“Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS. Y muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín. Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos.Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito.”
Con todo esto surge una pregunta. Pilato normalmente hizo todo lo posible para molestar a los judíos. Entonces, ¿por qué cedió a su petición para la ejecución de Jesucristo? Efectivamente, nos damos cuenta que los evangelios -sobre todo el de Juan- nos cuentan como Pilato tenía la intención de liberar a Jesús. Pero de repente, algo le hizo cambiar de actitud.
¿Qué fue?
Como vimos, en primavera del año 31 Sejano perdió la vida. Y Tiberio sistemáticamente purgó el gobierno del Imperio de los amigos y aliados de Sejano. Uno en la lista podría haber sido Poncio Pilato. La nueva política de Tiberio era: a los judíos hay que dejarles en paz.
Después de la primavera del año 31dC, todo cambió y si Jesucristo fue detenido, juzgado y ejecutado después de esta fecha, la actitud ambivalente de Pilato resulta perfectamente entendible.
Juan 19:12 dice:
“Desde entonces procuraba Pilato soltarle; pero los judíos daban voces, diciendo: Si a éste sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone.”
Entonces, parece que todo apunta a una sola fecha para la crucifixión de Jesucristo: el 3 de abril del año 33.
¿El argumento para la fecha aún no le parece lo suficientemente sólido? De acuerdo. Entonces vamos a esperar hasta la semana que viene. Tendremos la ayuda de un profeta que ya definitivamente nos sacará de dudas.
Notas
1#Tacito Anales, libro IV
2#Filo de Alejandríamenciona en In Flaccum, Iel odio y los planes hostiles de Sejano contra los judíos.
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