Ha muerto el último de los Ramones, Tommy, a los 62 años. Era el único que quedaba de los cuatro fundadores del grupo que dio origen al punk en Nueva York, en 1974. No era su nombre real, pero hacían como si fueran hermanos, llevando la misma ropa y corte de pelo. Uno de los valores más apreciados en la juventud de aquella época, era el sentido de tribu que hermanaba a los chavales como colegas. La música rock ha dado a menudo, expresión a esos sentimientos, pero nunca de forma tan obvia como en Los Ramones…
Para aquellos que vivimos “la movida madrileña”, la música de los Ramones era todo un punto de referencia. Sus cortas canciones de ritmo neurótico, basadas en un par de acordes y estribillos machacones, sirvieron de inspiración a muchos grupos españoles. La cultura popular se vio en aquellos días profundamente afectada por un movimiento que nació en Inglaterra en 1976, el
punk, que tiene su origen realmente en Nueva York. Ya que grupos como los Sex Pistols o los Clash, se inspiraron en la provocación de Iggy Pop y los Stooges, el escándalo de los New York Dolls, pero sobre todo, el sonido de Los Ramones.
Aquellos días los pelos no sólo se ponían de punta o se pintaban de colores, sino que cualquiera podía ser estrella de “rock and roll”. Chicos como los Ramones se enorgullecían de no saber nada de música, pero ser, sin embargo, capaces de rasgar sus guitarras a toda velocidad, acompañadas de coros tan infecciosos como aquel
Gabba Gabba Hey, que se pegaba como una lapa, repitiéndose en la cabeza, una y otra vez...
EL ÚLTIMO SUPERVIVIENTE
El sonido sucio, rápido y furioso de los Ramones no nació de ningún medio marginal, sino de chicos con bastante buena educación, que vivían en un barrio de gente rica como Queens. Ellos comenzaron en un club que ha llegado a ser ya mítico, el CBGB, que está junto a la calle que lleva hoy el nombre de su cantante, Joey Ramone, muerto de cáncer el año 2001. El bajista, Dee-Dee murió al año siguiente de una sobredosis. Y el guitarrista, Johnny, fallece de cáncer en el 2004.
Tommy era de origen judío, como Joey, el único que nació fuera de Estados Unidos, en Budapest. Fue el primer batería del grupo. Luego, se hizo luego productor. Ahora usaba su verdadero nombre, Erdelyi. Su sucesor, Marky, abandonó la banda, para volver justo antes de la tragedia de Sao Paulo, cuando en un concierto de los Ramones en Brasil, murieron tres personas y otras treinta, acabaron heridas, a causa de unos disparos. El punk nos anuncia que “no hay futuro”...
Estoy harto
No hay esperanza
Voy a vomitar
Soy un hombre gusano
Voy a arrastrarme a un agujero
Nadie es mi amigo
No soy bueno para nadie
Quiero algo de suciedad
Nunca seré feliz
Me odio a mí mismo
Me gustaría estar muerto
Me gustaría estar muerto
Me gustaría estar muerto
(Worm Man, 1987)
LAS APARIENCIAS ENGAÑAN
El grupo se disolvió finalmente, en 1996. Tras la falsa imagen de hermandad, hubo continuos desencuentros. Johnny no le volvió a dirigir la palabra a Joey, desde que le robó la novia en 1980, para casarse con ella. Así que él tampoco fue a visitarle cuando se iba a morir. Eso “hubiera sido hipócrita”… Aunque los dos pisaran los mismos escenarios durante 22 años, luciendo el mismo corte de pelo, con las mismas chupas de cuero y llevando hasta el mismo apellido. No hay duda que las apariencias engañan…
No soy yo
No soy yo
No soy yo
No quiero morir por tus pecados
No tengo poderes especiales,
sacrificio o privilegio
Yo quiero vivir
No soy Jesús
No puedo curarte
(I Am Not Jesus, 1987)
Es evidente que ni los Ramones, ni ninguna otra música, pueden salvar a nadie. Además el punk estaba inevitablemente destinado a tener una vida muy corta, ya que es imposible ser tan destructivo, sin al final destruirse a uno mismo. Pero cometeríamos un error si pensamos que su historia no fue más que otra manifestación de nihilismo de una juventud desesperanzada. Su rabia no era sino un grito de rebelión frente a una vida vacía.
EL ROCK COMO RELIGIÓN
La música de Los Ramones fue algo más que una forma entretenimiento, en una época en que el rock estaba ya totalmente comercializado. Sus canciones fueron verdaderamente, una expresión de sus sueños y frustraciones. Ya que tras su estudiada pose de aburrimiento, los Ramones mostraron una pasión que veía realmente al rock como su única forma de redención.
“Los chicos ya no tienen en que creer hoy”, decía Stiv Bators, el cantante de Los Señores de la Nueva Iglesia, una banda que recogió los restos de cuatro de los últimos grupos punk que había en Inglaterra. “Puedes creer en el
rock´n´roll con el fervor del fútbol o la religión”. Porque para ellos – ¡no lo olvidemos! –, la música era un lugar de encuentro espiritual.
“Así como con la música gospel”, dice Bators, “los holy rollers blancos (que rodaban por el suelo, tras su experiencia pentecostal) establecieron un vínculo espiritual, así también el rock´n´roll se puede convertir en el vudú de la cultura occidental”. Los Ramones nos recuerdan, sin embargo, que la música no puede curarnos, puesto que no tiene poderes, ni privilegios especiales.
Sólo hay un sacrificio que pueda salvarnos. Y ese es el de Aquel que murió por nuestros pecados. ¿Quién quiere entonces vivir para la música?
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