La iglesia occidental necesita urgentemente más modelos de vulnerabilidad y testimonio del evangelio en medio de este conflicto mundial. Los callejones sin salida de la derecha y la izquierda política exigen una imaginación renovada, moldeada por el evangelio, en este espacio misiológico crítico.
La ciudad de Ámsterdam ha sido un punto álgido en las batallas sobre la inmigración musulmana en Occidente desde el inicio del siglo XXI. En 2004, Theo van Gogh, un cineasta neerlandés y crítico estridente de los inmigrantes musulmanes, fue asesinado a disparos y puñaladas en las calles de Ámsterdam por un extremista musulmán.
Estalló una tormenta nacional. En las semanas que siguieron más de 40 mezquitas e iglesias sufrieron ataques vandálicos o fueron quemadas. Con un fuerte giro hacia la derecha, la cultura política neerlandesa vio el surgimiento de líderes populistas virulentamente anteislámicos. Estos nacionalistas sostenían que los inmigrantes musulmanes tenían dos opciones: asimilarse o partir. En las calles de Ámsterdam era palpable una sensación de desconfianza, división y sospecha; de un lado y del otro.
UNA RESPUESTA CRISTIANA
El problema de la inmigración musulmana no muestra ninguna señal de desaparecer en el futuro próximo, tanto en Europa como en Norteamérica. La iglesia no puede ignorarlo. Entonces, ¿cómo deberían responder los cristianos?
Durante los últimos 20 años la mayoría de los cristianos occidentales han reaccionado a la inmigración musulmana siguiendo las luces de la derecha o la izquierda política:
Como ciudadano cristiano, encuentro que las respuestas de la derecha y la izquierda a la inmigración musulmana son políticamente insostenibles y teológicamente insolventes.
Creo que existe, de hecho, una respuesta alternativa y singularmente cristiana a esta cuestión urgente. Además, creo que este conflicto entre el islam y Occidente representa una oportunidad crucial para el servicio, el testimonio y la hospitalidad cristianos. Quiero presentar a cinco discípulos particulares que están encarnando un humilde testimonio alternativo en medio de esta confrontación.[1]
Creo que el conflicto representa un espacio misiológico crítico en el cual la iglesia puede considerar nuevas oportunidades para el testimonio y la hospitalidad cristianos.[2] Estos cinco discípulos capturan de maneras pequeñas y humildes lo que significa aprender de este ‘choque de civilizaciones’ y enfrentarlo.
UN PASTOR
Las dos terceras partes de las personas que viven en el barrio Nieuw-West (Nuevo Occidente) de Ámsterdam no nacieron en los Países Bajos, y la mitad de ellas son musulmanas. Como muchos barrios urbanos de Europa, Nieuw-West lucha con altas tasas de pobreza, crimen, violencia, desempleo y tensión interétnica.
En 2009, Serge de Boer y cuatro cristianos más llegaron al barrio multicultural y plantaron una iglesia. La llamaron Oase voor Nieuw-West (Oasis para Nieuw-West). Como ávidos plantadores de iglesias, comenzaron a visitar a sus vecinos musulmanes y a frecuentar el mercado local. Se relacionaban con jóvenes inmigrantes en conversaciones y los invitaban a su comunidad para tener una comida gratis. La respuesta habitual era negativa.
Desalentada, la iglesia hizo un giro crítico que cambiaría para siempre su postura hacia el barrio. En vez de ofrecer cocinar para ellos, comenzó a invitar a los nuevos inmigrantes a venir a Oase para cocinar una comida para su comunidad.
La respuesta fue reveladora. Inmigrantes de todo el barrio comenzaron a venir a Oase para compartir sus platos tradicionales con la comunidad. Cuando pedí a Serge que explicara lo que ocurrió, señaló tres factores significativos:
‘Dios ha dado a su cultura algo hermoso, y el tiempo de la comida nos da a todos la oportunidad de celebrarlo’, dice de Boer. Sigue diciendo: ‘En toda cultura hay cosas buenas y malas, pero cuando las personas comen juntas comparten las cosas buenas que Dios ha hecho en la cultura de cada uno’. Agregó: ‘No quieren ser servidos por una comunidad, sino quieren ser parte de una comunidad’. Dice también: ‘Cuando comemos juntos, estamos mucho más relajados, abiertos y dispuestos a hablar con los que nos rodean’.
UNA COSTURERA
Algunas de las discusiones más feroces en Europa sobre la inmigración musulmana se realizan en la ciudad de Róterdam. La confianza es baja y las tensiones son elevadas.
En medio de esta lucha urbana, un grupo de mujeres cristianas decidió dejar su marca. No protestan, no se postulan para un cargo ni piden diálogos o programas nacionales. Cosen. Cada mes, estas mujeres se reúnen en un barrio decididamente musulmán para coser, tejer y hablar, e invitan a sus vecinas musulmanas a unirse a ellas. Mientras trabajan las mujeres, las barreras se resquebrajan y empiezan a formarse vínculos:
Mientras las mujeres musulmanas comparten sus desgarradoras historias de inmigración, la escucha cristiana se convierte en empatía cristiana. Las mujeres cristianas escuchan cómo los neerlandeses han ignorado, abusado y excluido a sus vecinos musulmanes.
Al lograr lo que ningún programa del gobierno ha podido conseguir, este pequeño grupo de costura está produciendo un extraño fenómeno social en la sociedad civil neerlandesa: un diálogo interétnico e interreligioso y, por encima de todo, afecto.
Las mujeres cristianas afirmaron con franqueza que esperaban compartir la historia de Jesús con sus nuevas amigas musulmanas. ‘Pero’, se apresuraron a agregar, ‘es un camino muy largo’. Dicen: ‘Solo Dios siembra las semillas de la conversión en el alma de una persona. Solo Dios hace crecer las semillas de la fe’. Y: ‘Nuestro llamado [es simplemente] remover las piedras del jardín de estas mujeres’. Las piedras de malentendidos, desconfianza y enemistad necesitan ser desarraigadas a través del cuidado y la conversación. Mientras cosen, oran para que Dios siembre las semillas.
UN PROFESOR
Martien Brinkman dice:
Digo a cada estudiante que viene a estudiar teología en la Universidad Libre: todos son bienvenidos aquí, sean cristianos, judíos, musulmanes, liberales, ateos u otra cosa. No les pediremos que oculten, cambien o se disculpen por su creencia. Sin embargo, en nuestro programa tendrán que aprender y escuchar acerca de las creencias de los que los rodean.
Martien Brinkman, un profesor cristiano de Teología en la Universidad Libre de Ámsterdam, está cultivando una cultura única de hospitalidad académica a través de las creencias. En un tiempo de tensión y animosidad interreligiosas, no es una tarea fácil. Brinkman sostiene que la educación nunca puede ser una actividad religiosamente neutral. Es inevitable que todos los estudiantes y profesores aporten sus convicciones religiosas e ideológicas a su enseñanza y a su investigación.
Si esto es cierto, sostiene Brinkman, entonces se debe alentar a todos los estudiantes y académicos a ser abiertos y sinceros acerca de sus convicciones religiosas. La sinceridad y hospitalidad interreligiosas en el ámbito académico no son opcionales, sino una necesidad absoluta.
Brinkman sostiene que pretender asimilar nuestras diferencias religiosas o rehusar reconocerlas o lidiar con ellas no es útil para el desarrollo de los estudiantes, la investigación académica ni para la sociedad en general. Brinkman está resistiendo aquí una cultura académica dominante en Occidente que a menudo ve los compromisos con la fe como impedimentos para el pensamiento crítico o la reflexión académica. En contraste, Brinkman ejemplifica una hospitalidad académica radical y testifica de su Dios de hospitalidad.
UNA FAMILIA
Gert y Rita Hunink dicen: ‘Los musulmanes que llegan a los Países Bajos nunca deberían temer la opresión cristiana. Si han de temer algo, ¡los musulmanes deberían temer que los cristianos sean tan amables con ellos que sentirán una fuerte tentación de convertirse!’.
La inmigración musulmana no era la pregunta que Sint-Joriskerk en Amersfoort estaba buscando contestar hasta que la pregunta llegó a la puerta principal de la iglesia. No sabían qué hacer cuando Shawky Hafez, un musulmán drogadicto de Egipto, golpeó la puerta y anunció: ‘Quiero saber acerca de Jesús. ¿Pueden ayudarme?’.
Los miembros de la iglesia Rita y Gert Hunink comenzaron a invitar a Shawky a su hogar para tomar café. Lo acompañaron mientras enfrentó numerosos problemas con la adicción, el desempleo, la vivienda y la fe.
Amersfoort cuenta con un centro de acogida que hospeda a muchas personas desplazadas de África, Oriente Próximo y Asia. Después de la llegada de Shawky, más solicitantes de asilo comenzaron a unirse a los encuentros en el hogar de los Hunink. Cada semana venían a participar de juegos y disfrutar de una torta, café y charlas. Hablaban del clima, las excentricidades de la cultura neerlandesa, los problemas de la inmigración e historias de Jesús. Cada vez venían más personas.
Si bien abrir el hogar puede ser una práctica habitual en algunas culturas, no lo es en los Países Bajos. Shawky recuerda que había vivido 18 años en el país antes que fuera invitado a un hogar neerlandés; los Hunink fueron los primeros en abrir su puerta.
Rita señala que los solicitantes de asilo que vienen a su casa y a la iglesia no estaban buscando un buen sermón, música excitante ni aun ayuda financiera. Buscaban un hogar, una familia. No querían una visita de otra trabajadora social del gobierno. Querían una relación con un hermano o una hermana.
La experiencia tuvo un impacto profundo más allá de la iglesia y el hogar de los Hunink. Comenzó a afectar sus políticas también. Gert es un líder local en el partido político Unión Cristiana. Como movimiento político nacional, la presión hacia la derecha política sobre el tema de la inmigración musulmana es especialmente fuerte y tentadora.
Gert sostiene dentro del partido que la retórica temerosa de la derecha no es una guía aceptable para la acción política cristiana. Al estar en Cristo, sostiene, los discípulos no tienen derecho a temer el islam. Dice: ‘La única cosa que podemos temer es una iglesia débil que no refleje fielmente el amor y la hospitalidad de nuestro Salvador’.
Hunink sostiene que la defensa de la seguridad y la paz nacionales de la Unión Cristiana debe comenzar por acciones pequeñas y locales de hospitalidad cristiana. Las familias, escuelas e instituciones dentro de la comunidad cristiana neerlandesa deberían encarnar la paz que desean.
Hunink entiende que una plataforma política fundada en la hospitalidad corre el riesgo de ser desestimada como ingenua, cobarde y débil. Ante estas acusaciones, su respuesta es sencilla: en ciudades tan desprovistas de confianza y amistad, hay pocas cosas más valientes y más desesperadamente necesarias que una puerta abierta y una taza de café.
CONCLUSIÓN
Estos discípulos están viviendo una teología de hospitalidad cristiana en medio del conflicto entre el islam y Occidente. La iglesia occidental necesita urgentemente más modelos de vulnerabilidad y testimonio del evangelio en medio de este conflicto mundial. Los callejones sin salida de la derecha y la izquierda política exigen una imaginación renovada, moldeada por el evangelio, en este espacio misiológico crítico.
Notas
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
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