Hay que considerar la evolución de la visión del sexo que tuvo Berg. Hace falta una perspectiva cronológica para darse cuenta de que una iglesia no se convierte en secta de un día para otro.
Si hay un cambio claro que trajo 1968 es la revolución sexual. El año que David Berg (1919-1994) comienza los Niños de Dios en California –luego conocidos como Familia del Amor, ahora la Familia Internacional–, el mundo evangélico conservador del que provenía, inicia una campaña que dura hasta el día de hoy, contra las nuevas ideas y costumbres de una sociedad que ya no volverá a ser la misma. Mientras el cristianismo conservador se dedica a discutir sobre la homosexualidad, la profesora de sociología canadiense Susan Raine observa que lo que a Berg le interesa es el resultado final de la revolución sexual, el poliamor.
Ya en 2007 Raine publica un artículo en la revista alemana de estudios religiosos de la Universidad de Marburgo sobre la práctica de “efear” –la expresión que utiliza la Familia en español, para traducir la utilización del sexo conocida por el apócope FF, originalmente Flirty Fishing– de 1974 a 1987. Su enfoque va más allá de la discusión de si el “efear” era una mera forma de prostitución, o una manera inmoral de proselitismo religioso –ya que no se planteó tanto como un sistema de reclutar nuevos miembros, sino más bien de recaudar fondos–. La profesora introduce la percepción del cuerpo de unas mujeres que no sólo consentían con esta práctica, sino que se enfrentan a sus consecuencias físicas y emocionales con la naturalidad de la persona que está acostumbrada al sexo con desconocidos.
Para poder entender cómo se llega a una actividad como esta, hay que considerar la evolución de la visión del sexo que tuvo Berg a lo largo de los años. Ese es el enfoque de estos artículos. Creo que hace falta una perspectiva cronológica para darse cuenta que una iglesia no se convierte en secta de un día para otro. Es por eso que para el estudio de la Familia del Amor no ayuda el enfoque sensacionalista que enseguida empieza a hablar de prostitución religiosa o abuso de menores. Hay que ver estas prácticas en su contexto. Y considerar la justificación bíblica que le da Berg. Si no, no aprendemos nada de ello. Y es de lo que se trata en esta serie.
PECADOS OCULTOS
Como hemos visto en artículos anteriores, los primeros años de los Niños de Dios no se pueden describir sino como los de un grupo evangélico cuyas normas de discipulado corresponden a la ética sexual más estricta, casi puritana. Hay una excepción como dijimos, que es la relación de Berg con Maria, pero esta enseguida se legitima en el seno familiar por medio de una supuesta revelación que la convierte en su Nueva Esposa en 1970. Como observamos, no era un divorcio. La Madre Eva acepta la profecía y se queda en segundo lugar. Tampoco era una poligamia, porque como veremos no hay relación exclusiva con las esposas. Se trata de “compartir” en Familia –el eufemismo con el que se habla de las relaciones sexuales–, ya no la familia de Berg, sino la del Amor, la que abarca todos los Niños de Dios.
El tema del incesto en la familia Berg no aparece además hasta los años 80, cuando Débora revela los intentos de aproximación de su padre y la relación que tenía con su hermana Faithy. En el 82 es cuando él también escribe sobre las relaciones con su madre en Sexo con la abuela. Obviamente, la conocida predicadora de sanidades nunca habló del incesto. Si no fuera por su hijo, no sabríamos de ello, ni de las relaciones de su madre con el doctor Koger, el naturópata que hace a la familia Berg reacia a la medicina y los fármacos. Nadie en los Niños de Dios sabía estas cosas.
El reportaje que hace para la televisión la NBC, First Tuesday (Primer Martes), muestra una comunidad cristiana en el verano del 71, donde no sólo no se permite el sexo fuera del matrimonio, sino que las “citas” estaban prohibidas, ni siquiera besarse o “hacer manitas”. Eso como resultado, no de una visita ocasional, sino de una larga estancia del equipo de Bob Rogers en el rancho de Texas. David Berg no aparece por ningún lado, pero su hija Débora y su marido Jetro les dan libre acceso para hablar con cualquiera de los Niños de Dios. Ella cuenta en su libro que el padre estaba en un viaje secreto a Israel intentando comprar un terreno para emigrar todos allí. Dice que su intención era quedarse en Europa, pero tiene que volver porque Débora tenía tantos problemas en su matrimonio, que estaba afectando a la obra.
¿VERDADERA LIBERTAD?
Berg alquila un apartamento de dos habitaciones en Dallas, donde tiene las reuniones con los responsables de la Familia. Uno de ellos, Abner, muere en un accidente de moto en el rancho de Texas. Se golpeó la cabeza contra una roca y entró en coma, pero nunca despertó. Murió a los pocos días. Antes del funeral, Moisés David dice tener una profecía que dice que tome a su viuda Sifra, como esposa. Tenía ya tres mujeres –no legalmente, ¡claro!, pero las bodas de la Familia nunca se inscribían civilmente–, que eran Eva, María y Marta, una chica que vivía ya con él en la caravana, fuera del rancho. Ahora eran cuatro. El verano del 71 añadiría una más, Raquel, que llevaba dos años casada con otro, Sansón.
No hay que confundir esto con la poligamia que se da en el Islam o sectas mormonas –ahora no se practica más que en escisiones de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, ya que en el mormonismo más habitual fue prohibida en 1890 y abolida oficialmente en 1904–, puesto que en estas religiones el hombre tiene varias esposas, pero sólo puede tener relaciones sexuales con ellas, no con ninguna otra. Esta no es la práctica de la Familia del Amor. En las reuniones de dirigentes que tenía en su apartamento de Dallas, para “formación”, Berg decide introducirles a la “verdadera libertad espiritual”, que practicaba en su familia. A estas conferencias acudían los matrimonios responsables de la obra. Es allí donde aprenden a “compartir” sexualmente. La práctica la llevan al rancho, pero tienen que tratar esa “libertad” con discreción. No se ha de practicar con “bebés” o nuevos discípulos, sino sólo con aquellos que son “maduros en la fe”.
Esto es importante para entender las diferentes experiencias que han tenido algunos en los Niños de Dios. El primer año en la Clínica del Alma de Texas es el propio Berg quien enseña a un grupo selecto. Estas clases son grabadas y transcritas como Cartas de Mo (Moisés David). El concepto de estas publicaciones surge cuando está en Europa e Israel en 1970. En ellas da instrucciones específicas sobre cómo llevar a cabo la Revolución por Jesús. Alguna cartas iban dirigidas a responsables y otras a “todos los discípulos”. Los que no podían digerir más que “leche”, no tenían acceso al material más provocativo sexualmente. Y como Débora, tampoco participaban en orgías. Siempre hubo esa “libertad”.
“LA GRAN HUÍDA”
En Burlington había una gran “colonia” de los Niños de Dios –como llamaban a sus comunidades–, al norte de Seattle. De repente más de un centenar de discípulos se pusieron enfermos por una epidemia. Los medios de comunicación se hicieron eco de ello y Berg interpretó el incidente como un castigo divino a los “excesos de la carne”. En una carta titulada Pecado en el campamento acusa a los dirigentes, no por su inmoralidad, sino por el abuso al que habían llevado a “bebés espirituales” a “todas las cosas” –la expresión eufemística basada en Tito1:15, para referirse a la libertad sexual–. Tal falta de discreción, Moisés David no está dispuesto a tolerarla y varios son retirados de sus responsabilidades.
Hay que darse cuenta que no todos los Niños de Dios eran de trasfondo marginal. Algunos venían de buenas familias. Los padres molestos forman la primera organización anti-secta con Ted Patrick en San Diego, que como tenía un hijo en los Niños de Dios (Children Of God, conocidos por la abreviatura COG), forma FREE-COG. Son los primeros en hablar de “lavado de cerebro” y “desprogramación”. Sus argumentos eran tan peregrinos que creían que era por medio del hipnotismo que estaban en la Familia. Y recurren a medios ilegales como el secuestro de mayores de edad, para hacer su “desprogramación”. Lo que consiguieron, desde luego, es echar a la Familia de las propiedades del evangelista Fred Jordan, recurriendo al chantaje por el que amenazan denunciarle a él también, por prácticas dudosas.
Las acusaciones llegan al productor de televisión de la NBC, Bob Rogers, que tiene que hacer otro reportaje denunciando a los Niños de Dios en su programa Chronolog en 1972. Moisés David lo interpreta como un “ataque del diablo”, señal de la persecución que va a venir, anunciada ya en la Biblia. Es el momento de ir a Europa. Estados Unidos está bajo el juicio de Dios. Y a partir de ahí, él se establece en Londres y la Familia se extiende por Francia, Alemania, Suiza, Italia y España en Europa; Puerto Rico, México y Brasil en Latinoamérica; hasta llegar a Hawai, Australia y Nueva Zelanda, llegando a finales de año a la India. Tenían ya doscientas colonias en medio centenar de países.
“BOMBARDEO DE AMOR”
La hija que rompió con la Familia, Débora, dice que los Niños de Dios nunca tuvieron muchos medios económicos. Si es simplista decir que las sectas lo que buscan son dinero, en el caso de la Familia todavía más, ya que lo suyo se trata de una mera economía de subsistencia. No eran la Iglesia de la Unificación de Moon. La principal fuente de ingresos que tenían los Niños de Dios eran los donativos que recibían por “litificar” –el anglicismo que usan para traducir un juego de palabras con “testificar” (witness) y literatura, “litness”–, o cantar en la calle. El mantenimiento venía de los equipos encargados de “provisionar”, o sea pedir alimentos y otros medios materiales a negocios locales, para “ayudar a los jóvenes a salir de la droga”. Les suena conocido, ¿verdad?
A finales del 73 Débora observa que su padre no para de escribir sobre sexo. Las Cartas de Mo de esa época llevan títulos como Sexo revolucionario, Mujeres revolucionarias, o Matrimonio revolucionario. La que llama ¡vamos, Ma!, ¡quema el sujetador!, publicada el 22 de diciembre, introduce los primeros pasos de lo que será “efear” (FF, o sea Flirty Fishing). La práctica estudiada por Susan Raine se inició en secreto en Londres, cuando Berg se apunta con María a una escuela de baile. Allí conocen al inglés llamado Arthur, que protagonizará la serie de cartas sobre Las noches del Rey Arturo, otro juego de palabras con el nombre de Arthur, pero también con “noches” (nights) y “caballeros” (knights).
Berg era muy ingenioso con el lenguaje, pero también original en el concepto de las cartas, que tienen una tipografía muy peculiar y unas ilustraciones de cómic, que las hacen inconfundibles. Todavía conozco antiguos Niños de Dios que escriben cartas con los mismos párrafos numerados y encabezados por la primera frase subrayada en mayúsculas. Aunque la mayoría hablan de amor y tienen un lenguaje espiritual, lleno de citas bíblicas –los Niños de Dios siempre han memorizado muchos versículos–, las dirigidas a los “maduros” utilizan el termino vulgar para el acto sexual que comienza también con efe en inglés y español. Usa esa expresión, en vez de las similares latinoamericanas, porque es en Tenerife donde se establece a partir de marzo del 74.
Raines observa que la práctica de “efear” con la que asaltan bares, discotecas y clubs nocturnos de Canarias, tiene su origen en su peculiar concepción del cuerpo. Las veintitrés cartas que publica en sólo tres meses, sobre Las Noches del Rey Arturo, presentan este “ministerio” en 1976, al que dedicó casi quinientas cartas, hasta que desaparece en 1987. Es en Tenerife que cambian el nombre a la Familia del Amor. Y es allí también donde le hacen la famosa foto rodeado de mujeres. Fue un engaño de un periodista de la revista alemana Stern, que se hizo pasar por amigo suyo. El artículo publicado en verano del 77 produjo el arresto de algunas mujeres de la Familia por prostitución. Berg tuvo que responder ante las autoridades españolas un par de veces, pero a la primera oportunidad abandonó la isla.
DIOS Y EL SEXO
Como dice la Biblia, Moisés David enseña que el sexo es un hermoso regalo de Dios en el Edén (Génesis 2:18), que ha sido corrompido (3:16), por la obra del Maligno. Sus palabras favoritas eran “el diablo odia el sexo, pero Dios lo ama”. No hay nada sucio, insano, o impuro en el sexo, tal y como lo entiende la Escritura. Otra cosa es la difícil relación que ha tenido la religión con el sexo, pero ese no era el propósito original de Dios al principio (Mateo 19:5). Es algo esencial y básico para el ser humano. Se puede decir incluso que es un mandato de Dios (Génesis1:27-28), como dice Moisés David.
El problema es que Berg lo entiende de tal manera, según su “ley del amor”, que cualquier cristiano que vea a una persona con esa necesidad, tiene que ayudarle a satisfacerla. Para él, es como cualquier otra necesidad humana, igual que hace falta comer o beber. Según su peculiar lógica entonces, todo lo que se hace “en amor”, es de Dios, puro y justo. “Compartir y efear” no son mas que expresiones para él de ese amor, que se muestra “desnudo y no se avergüenza”. Casados y solteros forman parte de una misma Familia. Y “comparten” sus necesidades en ella, sin avergonzarse. Ya hablaremos del problema de los menores… ¡eso vino después!
“Efear” era una forma de conseguir fondos, más que conversos. La llegada del SIDA y la mala prensa, hizo que se renunciara a ella, pero no a sus principios. Se sigue “compartiendo” sexualmente en la Familia, pero de una forma menos visible y frecuente. El problema de fondo sigue siendo el mismo: ¿qué ha quedado del Evangelio en la Familia? Como dice C. S. Lewis en El peso de la Gloria, la verdad es que “en el Evangelio nuestro Señor encuentra nuestros deseos no demasiado fuertes, sino muy débiles”. Nos contentamos con poco, “jugamos con la bebida, el sexo y la ambición, cuando se nos ofrece el gozo infinito”. Y ese está sólo en Cristo Jesús.
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