Para muchos ciegos de nuestra cultura secular, la felicidad está en el poseer, en el consumir, aunque tampoco allí puedan encontrar sentido a sus vidas.
Dos frases, dos sentencias bíblicas: “La vida del hombre no consiste en los bienes que posee” y “Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate”. ¿Dónde estamos nosotros los cristianos?
Me dirijo a los que vivimos en sociedades de consumo donde hay muchos cristianos que desconocen o no se fijan en sentencias bíblicas impactantes. Hay frases en la Biblia que, realmente, son locura para el mundo secular y consumista hoy, pero que los cristianos tampoco nos ponemos a la vanguardia haciendo que estas frases se inculturen en los ambientes consumistas en las que nos movemos.
¿Qué le parecería al hombre de hoy, incluidos los cristianos, si, en alguno de los lujosos almacenes de consumo o en concesionario de lujo, se pusiera esta frase en la entrada: “La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”? (Luc. 12-15). ¿Le impactaría haciendo cambiar sus valores, o pasaría de ello con una sonrisa burlona?
Quizás pensarían que el mundo se había vuelto loco. Sería un contrasentido, una locura. Más aún si agregamos el contexto de la frase: “Mirad y guardaos de toda avaricia”. Evangelio versus cultura consumista, valores del Reino frente a aquellos valores mundanos en contracultura con ellos. La Biblia golpeando las estructuras egoístas y de valores injustas ante la mirada ajena de los creyentes.
La única forma en que estas frases estuvieran circulando por las grandes ciudades, los centros de consumo, por la calle, en los centros de trabajo y en todas las áreas de la vida en general, sería el que los cristianos llevásemos grabada esa frase en nuestro rostro: “La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. Desgraciadamente, no creo que éste sea el caso. Los rostros de los creyentes, iluminados por sus estilos de vida y prioridades que, muchas, veces están en contracultura con los valores bíblicos, no reflejan esas sentencias bíblicas, esos valores en contracultura con el consumo desmedido.
Alguien se puede reír, pero es posible. El rostro de los cristianos debe reflejar sus estilos de vida, sus prioridades y lo que hay dentro de su corazón. Y no solamente se debe reflejar en el rostro, en los ojos y en la mirada, sino en los gestos, las solidaridades, las acciones, la entrega y el servicio incondicional al que sufre. Sí, porque existe una frase que puede cambiarnos a nosotros y al mundo: “La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”.
¿En qué consiste la felicidad? Es posible que algunos se lo pregunten, pero hay que tener muy fuertes convicciones cristianas para pregonar que la felicidad puede estar en la entrega, en el dar, en el darse, en el desprenderse de lo superfluo y en la vida sencilla. Hoy, en contracultura con la Biblia y para muchos ciegos de nuestra cultura secular, la felicidad está en el poseer, en el consumir, aunque tampoco allí puedan encontrar sentido a sus vidas y sientan el vacío que conduce a la angustia vital, al sinsentido, al absurdo… pero no saben buscar.
¿Se meten estos valores antibíblicos también en nuestras congregaciones? Los cristianos debemos tener cuidado de no caer en la trampa de sobrevalorar al rico y al ambicioso, pues los valores antibíblicos también se meten en nuestras congregaciones y, muchas veces, los llamados cristianos viven como los que no tienen esperanza. Nos lanzamos a la ganancia, al consumo, a la acumulación, al ahorro que muchas veces es inútil y rara vez resuena en nosotros la frase que puede cambiar el mundo: “La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”.
El mundo necesita seguidores de Jesús que cambien la situación social y sus valores consumistas. Es esa sentencia bíblica tenéis un arma adecuada. Con esta frase podríamos transformar el mundo, pero lo que pasa es que, aunque la hayamos leído en la Biblia, no la hemos hecho vida en nosotros en la mayoría de los casos. Es entonces cuando esta frase resulta inoperante en nuestras vidas y no se comunica, no puede cambiar la vida del otro, ni la cultura, ni la economía, ni la sociedad insolidaria en la que nos movemos.
La frase de Jesús: “La vida del hombre no consiste en los bienes que posee”, es hoy una frase chocante, desquiciante para muchos, difícil de aceptar incluso para los seguidores de Jesús. Es una frase que está en contracultura en relación con los valores egoístas que se desenvuelven en el mundo. Poco lugar queda entre los hombres para que encaje esta frase que puede cambiar el mundo y salvar vidas.
Para terminar, vamos a contraponer estas dos frases ya citadas desde el inicio: La frase de Jesús, “La vida del hombre no consiste en los bienes que posee”, y la frase del rico necio egoísta que refleja el estar en manos del falso dios de la riqueza: “Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate”. Hay que elegir. Todos sabemos dónde deben estar los cristianos. Y no sólo como vivencia personal, sino como mensajero para un mundo en el que esta gran frase puede cambiarlo todo: “La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”.
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