Evidencias internas de la autoría mosaica del Pentateuco

Tras examinar cuatro puntos la pasada semana, continuamos exponiendo argumentos sobre el Pentateuco, la autoría de Moisés y las debilidades de la Hipótesis Documentaria.

5. El estilo distinto de Deuteronomio no contradice a una autoría mosaica

El estilo de Deuteronomio (que en realidad son cuatro discursos bien demarcados de Moisés) por supuesto tendrá que tener otro estilo que por ejemplo Levítico (que es un códex legal) o Números (que básicamente es un relato). Por lo tanto, no sorprende que Moisés use un estilo de orador, editando detalles, enfatizando asuntos prácticos, etc. Me parece bastante lógico que un libro que nos presenta los discursos de un gran orador como Moisés sea inusual en comparación con otras fuentes de su época.

Las profecías de Isaías que son anteriores al siglo VII contienen un estilo aún más elaborado con un vocabulario bastante más complejo. Y ¿qué diremos de algunos salmos que datan de la época de David con un estilo marcadamente retórico y elaborado?

6. Los criterios para discernir las diferentes voces (o fuentes) tradicionalmente llamados J, E, P, D son arbitrarios y contradictorios

¿En base a qué criterios se distingue entre la voz “deuteronomista” y la “sacerdotal”? No pretendo borrar de un plumazo siglos de estudios bíblicos. Lo que pretendo es ser crítico con los críticos porque la diferenciación de distintas “voces” o “fuentes” es completamente artificial, más todavía: es una mera teoría sin prueba arqueológica alguna que la apoye. Ningún documento, ninguna tradición antigua, ningún escrito, ningún hallazgo arqueológico, nada, salvo las teorías surgidas a raíz de la teoría de Graf y Wellhausen hablan de diferentes tradiciones y fuentes.

Si se afirma que Josué o el mismo Jesucristo atribuyen claramente el Pentateuco a Moisés no estoy hablando de la tradición, sino del mismo texto bíblico. En otras palabras: estamos hablando de documentos antiguos e históricos que atribuyen claramente el Pentateuco a la autoría de Moisés. Sería interesante que se mostrara un solo documento histórico del primer milenio antes de Cristo que hable de las diferentes “voces” o fuentes al estilo J,E,D,P. No hay ninguno. Si consideramos todo lo que no es “pentateuco” como “tradición” en relación con el pentateuco y si la tradición no cuenta, entonces me queda solamente el documento que es el pentateuco. Y en este caso hay que aplicar el procedimiento sencillo que cualquier historiador aplica a una fuente histórica: merece credibilidad hasta que se demuestre lo contrario. La catedrática de historia antigua de la universidad de Göttingen, la Dra. Helga Botermann, escribe: “Una fuente tiene de entrada siempre el derecho de credibilidad. Y su crítico es aquel que tiene que demostrar lo contrario” (“Der Heidenapostel und sein Historiker”, p.2.3).

7. El libro de Levítico pretende que Dios mismo hablaba a Moisés

En el Pentateuco abunda la frase “Hablaba YHWH a Moisés, diciendo…”. Es lógico que uno se pregunte: en este caso ¿Dios hablaba literalmente?

Efectivamente, es exactamente lo que creo. Y me siento arropado por Jesucristo en esto que menciona de que la Ley es inquebrantable precisamente por ser la mismísima Palabra de Dios (por ejemplo Mateo 5:18). ¿No puede haber hablado Dios? ¿Y es tan descabellado pensar que una persona como Moisés apuntara estas palabras?

Dios había escogido a Moisés para hacer las veces de secretario. Podría haber escogido a Josué, a Aarón, a María, a Caleb, pero no lo hizo. Y si el texto bíblico en Levítico menciona hasta la saciedad que Dios habló a Moisés, entonces me parece que lo más sensato es suponer que Moisés luego escribió estas palabras, o las dictó a un secretario. Por lo tanto, llegamos al siguiente punto:

8. El libro de Levítico (y los otros del Pentateuco) no apunta hacia una autoría no-mosaica

Pero ¿no hay pasajes en el Pentateuco que nos llevan a suponer que fueron escritos por alguien en siglos posteriores y en un contexto distinto? No es extraño que una legislación tome en cuenta las diferentes fases que los israelitas iban a vivir: primeramente la travesía por el desierto y luego el asentamiento en Canaán. Claro que Levítico 25 es difícil de entender si se supone que Israel habría de pasar el resto de su existencia en el desierto. Pero no fue así. No veo porque esto debe de ser un indicio de que los diferentes versículos vengan de diferentes épocas. Tampoco hay que olvidar que antes de salir de Egipto, los israelitas sí que vivían en un país donde la agricultura jugaba un papel muy importante. Que los israelitas serían incapaces de entender perfectamente un capítulo como Levítico 25 como algunos pretenden, es para mí sinceramente un enigma. 

En la Ley Fundamental alemana, por ejemplo, la mayoría de los párrafos se refieren a la vida en una Alemania dividida. Pero existieron ya en 1949 algunos que tenían una aplicación para un día hipotético del futuro, cuando las dos Alemanias se iban a unir. Y no creo que en un futuro surjan estudiosos que atribuyan una parte a una fuente temprana y otra a una fuente que fue escrita después de la unificación. ¿No puede el Legislador de Israel hacer una serie de leyes que se aplican tanto al desierto como a la vida que se espera en un país? Pero es precisamente esta tendencia de querer ver contradicciones y diferentes capas de diversas tradiciones, que ha llevado a la hipótesis documentaria a un callejón sin salida. 

No entiendo que haya que buscar la “voz real” de Moisés en todo esto. ¿Qué es eso de la voz real? No se trata en el caso del Pentateuco de la autobiografía de Moisés, o de una novela escrita por él, sino el escrito de un profeta que según el testimonio del Nuevo Testamento habla de lo que Dios le revela. La voz que hay detrás de esto es la voz del Legislador de Israel. Ahora bien, si una de las premisas es que Dios no ha hablado y que Moisés no puede haberlo entendido, entonces el resto es todo especulación. A veces vale la pena ser claro también con las premisas que uno tiene.

¿Qué impide que un texto antiguo que muestra un conocimiento de la época de la que dice proceder, haya sido escrito por el autor que el texto menciona como el más probable: Moisés? De no ser así estamos hablando de una falsificación histórica, un fraude, para entendernos. Fraudes de esta índole siempre han existido. Pero los fraudes históricos fueron descubiertos muchas veces porque había voces y testimonios contemporáneos que demostraban el engaño y también contradicciones internas, cosas que en el caso del Pentateuco no existen.

Al fin y al cabo según los “entendidos” críticos del texto del Pentateuco el fraude pseudo-mosaico fue tan perfecto, que no solamente todos los judíos de los tiempos del Antiguo Testamento, sino también Jesucristo fueron engañados. O bien, sabiendo que era un fraude, entonces Cristo mismo se convierte en mentiroso, o no sabiéndolo, entonces era tan ignorante como sus contemporáneos.

Y además, en este caso, cualquier documento antiguo de entrada se convierte en documento sospechoso. ¿Quién nos garantiza que Hammurabi era el autor del codex que lleva su nombre? ¿Qué sabemos realmente de los babilonios, los egipcios, los persas? ¿Aplican los estudiosos del Antiguo Testamento los mismos criterios a otros documentos históricos, o radica el problema sencillamente en el hecho de que muy pocos estudiosos defensores de la hipótesis documentaria y otras teorías se han dedicado al estudio de textos primarios antiguos, con el enfoque de un historiador secular?

Una última pregunta a mis lectores que no están de acuerdo con mi defensa de la autoría de Moisés. Veo y leo sus argumentos. Obviamente no estoy de acuerdo. Pero ¿podrían simplemente dar una respuesta simple y clara a la siguiente pregunta: Jesucristo ¿se equivocó al afirmar la autoría mosaica del Pentateuco? Díganlo alto, claro y no se escondan detrás de un pseudónimo.