Hay que eliminar ese silencio bajo el cual esconden sus vergüenzas todos aquellos que no quieren que el mundo los juzgue, pero no saben que hay otro juez que todo lo ve y que, un día, va a romper definitivamente ese silencio de muerte, silencio insolidario.
No siempre ante una muerte, un asesinato, se oyen los ruidos de los disparos o el revuelo y gritos de la matanza. Hay muchas muertes rodeadas de silenciosos fantasmas. Hay formas invisibles de matar, silenciosas, “discretas” y con dificultad de encontrar a los responsables. Difíciles de identificar, engorrosas y oscuras para aplicar castigos a los posibles culpables.
Fantasmas silenciosos que amparan la injusticia. Parece ser que, en muchas de estas muertes calladas, cubiertas por extrañas nubes que les dan esa invisibilidad de la que hemos hablado, los culpables también se difuminan, quedan amparados por la ley del silencio, de lo invisible, de lo indemostrable. Esto ayuda a que se den conciencias tranquilas ante ciertos holocaustos en el mundo.
Os puede parecer extraño y, quizás, os preguntaréis que qué es eso de que hay muertes impregnadas y rodeadas del silencio, de un manto imperceptible, de una nube de silenciosos e invisibles fantasmas. ¿Quién mata sin armas, sin golpes, sin horcas y sin cuchillos? ¿Dónde están esas violencias asesinas indirectas? Normalmente todos piensan que las muertes, las matanzas, los holocaustos son visibles, comprobables, observables, punibles. Pues hay muertes, escándalos de supresión de vidas que se esconden de la conciencia y de la percepción de muchas personas que jamás piensan en denunciar estos holocaustos.
Violencia velada por las sombras de lo insolidario. Creo que hay una violencia estructural silenciosa de la que, de una manera u otra, todos formamos parte. Violencia velada que mata. Violencia que no tiene armas ni da golpes físicos. El silencio de la muerte y de los condenados a la infravida en un mundo injusto. Alrededor de todo esto se mueven como negros fantasmas muchos silencios cómplices que pueden alimentarse también en ambientes cristianos.
Sí. Muchos guardan silencio ante esos negros fantasmas. Es como si alguien estuviera poniendo su dedo índice en posición vertical sobre sus labios lanzando mensajes impregnados de la insolidaridad ante muchas víctimas: Silencio, que nadie se preocupe, que nadie denuncie, que nadie clame por justicia. Silencio, que no haya ruido alrededor de este holocausto, que trabaje esa violencia estructural silenciosa que pretende dar la espalda al mundo.
Fantasmas despojadores de bocas sellados. Se desea que todo hombre sea cómplice de ese silencio sin despegar para nada los labios. Se desea dar la apariencia de que en el mundo nadie grita. Que el grito de los pobres está ahogado, que la muerte por el hambre de muchos niños no clama en el mundo. Egoísmo y maldad silenciosa que mata. Desequilibrios económicos que asesinan. ¿Dónde están los culpables? ¿Nos puede afectar a nosotros, cristianos de buena reputación, esa culpabilidad? ¿Nos ponemos sordinas en los oídos y antifaces en los ojos para no escuchar ni ver nada?
Por todas partes pululan los fantasmas del egoísmo. En el mundo hay muchos ladrones y egoístas silenciosos que llevan a multitud de muertes y reducción de personas a la infravida, al no ser de la pobreza severa de una forma también “discreta”, una violencia que quieren vestir con un manto de honorabilidad que fomenta el prestigio de la riqueza de muchos, el concepto de la riqueza como prestigio y de la pobreza como algo que se oculta y que se intenta no contar con ella… aunque haya cadáveres de los que nadie se quieren sentir responsables.
Fantasmas controlados por el dios de las riquezas. Silencio, que nadie haga ruido que no se perturbe el consumo insolidario y desmedido de las sociedades insolidariamente ricas. Silencio. Guardad silencio todos, incluidos los grupos cristianos. Son simplemente los condenados en el altar del dios de las riquezas.
Pues no. Quiero lanzar un NO rotundo ante este silencio cómplice. Desenmascarar a esos fantasmas de la muerte. Un No que debe resonar en el interior de nuestras iglesias, en las calles, en los lugares de trabajo, en los medios de comunicación, en medio del mundo pobre, en las entrañas del mundo rico. NO más muertes por la insolidaridad de los integrados en los palacios del dios del consumo, del dios que controla los desiguales repartos, las injusticias humanas que no tratan al prójimo como alguien al que deben amar en relación de semejanza con el amor al mismo Dios.
Fantasmas del silencio vergonzante en el que se ocultan tantas vergüenzas y tantos escándalos en el mundo debe ser roto. Todos deben ser desestructurados, aniquilados por la voz de los creyentes que salen a la palestra pública enarbolando los valores del Reino. Nuestra única violencia.
Fantasmas que rechazan lo justo. Hay que eliminar ese silencio bajo el cual esconden sus vergüenzas todos aquellos que no quieren que el mundo los juzgue, pero no saben que hay otro juez que todo lo ve y que, un día, va a romper definitivamente ese silencio de muerte, silencio insolidario. También destruirá todo ese silencio cómplice en el que algunos, aparentemente de forma inconsciente, hemos estado navegando y alimentando la muerte en el mundo.
Señor: Haz que en esta situación puedan gritar y hablar hasta los mudos, que puedan lanzar voces las gargantas cansadas, que surjan altavoces gigantescos que atruenen el mundo denunciando y buscando justicia. Que surja de nuevo en la tierra la denuncia profética y que el pueblo de Dios rompa su silencio.
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