Acciones, gestos, iconos

Vivimos en un mundo en el que la imagen, los iconos, los gestos y las acciones son cada vez medios de comunicación imprescindibles y cada vez más usados y mejor entendidos por el receptor de esos mensajes gráficos y visuales. Es como si el oído no fuera el único canal receptor de todo tipo de comunicaciones o mensajes, sino que la visión, la recepción visual en el mundo actual va ganando cada vez más terreno.

A los cristianos, fundamentalmente a todos aquellos que se sienten más llamados a la evangelización, se les debería mostrar o enseñar que en la tarea evangelística no debemos ser solamente emisores de mensajes verbales. Y digo “no solamente” de forma enfática, pues la palabra es esencial en la comunicación.

Nadie duda de que la Palabra tiene su fuerza, pero la Biblia nos dice también que tenemos que ser “hacedores de la Palabra”. Así, se nos deriva hacia la acción, los gestos y los compromisos que pueden ser apoyados por todo tipo de imágenes visuales que pueden irradiar de nuestras propias vidas.

La evangelización no consiste solamente en hablar, en profesar, en exaltar con palabras, en el proclamar aunque sea a voz en grito. La Biblia es muy dura con esto. Así, el apóstol Pablo en su Epístola a Tito (1:16) dice: “profesan conocer a Dios, pero con sus hechos lo niegan”. Luego los hechos hablan.

Las acciones y los compromisos comunican. Los testimonios de vida son esenciales para la evangelización. La palabra tiene que ser complementada con la coherencia de los hechos, de los estilos de vida, de las prioridades, de los compromisos visibles.

Muchos han sido ganados para el evangelio por las conductas de los creyentes, sin palabras, sin hacer largos discursos verbales de proclamación o predicación. Puede ser que, en muchos casos la palabra humana se quede corta, y digo la “palabra” con minúscula y no la “Palabra” con mayúscula, la Palabra de Dios.

El apóstol Pedro, hablando de las relaciones entre marido y mujer, dice: “También, los que no creen la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta”. Esto puede ser válido para todos en la evangelización sin que tengamos que optar por uno o por otro, por la verbalización o por la acción o el gesto. El Señor es quien debe iluminarnos. O sea, la conducta habla, los hechos testimonian, los compromisos transmiten mensajes. Dan coherencia a la palabra hablada.

En la Biblia muchas veces se contrapone la palabra con los hechos, pero no para negar unos u otros, sino para complementar y dar coherencia y credibilidad al mensaje. El que habla y no hace es un necio que edifica sobre la arena. El que muestra el amor sólo de palabra, no está mostrando un amor auténtico. El amor a los hombres, según la Biblia, no se muestra sólo de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.

Jesús, en la trasmisión de su mensaje, en su testimonio nada menos que para implantar un Reino que irrumpe en la tierra con la figura de Jesús y que él proclama que ya está entre nosotros, no usa sólo las palabras. Jesús dijo: “Las obras que yo hago dan testimonio de mí”, luego las obras hablan y testimonian.

Por tanto, se puede decir, con toda la autoridad bíblica, que las acciones transmiten mensajes. De aquí se puede deducir que existe una “Acción Social Evangelizadora”. Nadie debe dudar que la obra social en la que yo tanto tiempo he estado involucrado, tiene efectos evangelizadores. Jesús también dijo: “Por sus frutos los conoceréis”. (Mt. 7:20).

Por tanto, una evangelización integral debería reunir varias facetas: 1.- El uso de la palabra, o sea, la verbalización del mensaje. El anuncio. 2. – Esta palabra debe estar respaldada por la conducta, por la acción, por los compromisos, por las obras, por el amor en acción, por la solidaridad para con los más pequeños, por los estilos de vida, por las prioridades. Es la fuerza evangelística de la acción social evangelizadora. 3. – Debemos evangelizar también con el uso de la palabra en defensa de la justicia, denunciando las estructuras sociales injustas.

La denuncia, en los profetas, formaba parte de su comunicación de la vivencia de la espiritualidad apoyada en el Dios verdadero. La evangelización debe denunciar el pecado y, entre estos pecados, está la opresión de los débiles, la marginación, la exclusión y el quitarle la dignidad a los más pequeños.

A mí, por mi experiencia cristiana, no me cabe duda de que la acción social es vital para la evangelización. La misión diacónica de la iglesia está en relación con su misión evangelizadora. No se puede evangelizar de espaldas al grito de los marginados y de los pobres del mundo. Hablemos, hagamos, actuemos, mostremos conductas ejemplares, amorosas, solidarias y en compromiso con el hombre sufriente.