El afán sensacionalista de algunos escritores y autoproclamados expertos en escatología es tan grande como su manifiesta incapacidad de acertar.
Tengo suficientes años como para haberme dado cuenta de que la tentación de usar la Biblia como pretexto para una interpretación sensacionalista de ciertos pasajes proféticos sigue gozando de mucha popularidad. Casi ningún acontecimiento en Oriente Medio es demasiado irrelevante para que alguien no encuentre el supuesto cumplimiento de alguna profecía bíblica. Es verdad: desde los tiempos de Hal Lindsey este tipo de “popscatología” no ha dejado de dar buenos resultados en cuanto a venta de libros, aunque estos después de algunos años ni siquiera valen el papel sobre el que se han imprimido las interpretaciones extravagantes de algunos “expertos” en escatología. Los libros de Lindsey le han hecho multimilionario, pero últimamente no tienen mucha demanda. Y con razón. Quedan completamente obsoletos y desmentidos por los acontecimientos.
Solo quiero mencionar algunos de los supuestos cumplimientos de los últimos 40 años. Es hasta los años 70 del siglo pasado a donde llega mi memoria personal de este tema: en aquellas fechas, el comunismo se apoderó de Angola, Mozambique, Vietnam y unos cuántos países más. La tercera parte del mundo estaba bajo el poder de los discípulos de Marx y Moscú se barajaba como capital del anticristo. Cinco años después llegó la revolución islámica de Jomeini. Para unos cuantos autores no cabía duda: había aparecido el anticristo, esta vez volando de Paris a Teherán y muchos intentaban demostrar que este hombre era nada menos que el cumplimiento de profecías del AT y que el rapto estaba a la vuelta de la esquina.
Seis años más tarde, en abril del año 1986 ocurrió la catástrofe de Chernobyl, que en ucraniano significa “ajenjo” y todo indicaba -según ese tipo de escatología- que se trataba del cumplimiento de Apocalipsis 8:11.
En el mismo año entraban España y Portugal en la Unión Europea. Eran ya 12 los estados miembros y por lo tanto estábamos presenciando el cumplimiento de la profecía de Apocalipsis 12 y a punto de ver el Reino del Anticristo hecho realidad. Cuando Grecia se había convertido en miembro nº 10, era por supuesto señal del Reino del Anticristo, con sus 10 estados miembros.
Luego llegó el año 1988, 40 años desde la fundación del estado de Israel. Los libros que intentaban demostrar que había pasado ya una generación desde la re-fundación de Israel y que por lo tanto estábamos a punto de entrar en la Gran Tribulación se contaban por centenares. Ante este cuadro ¿realmente valía la pena hacer planes para mañana?
Dos años más tarde ocupó Sadam Husein Kuwait, el hombre que no solo se había propuesto apoderarse de todo Oriente Medio, sino que además se atrevía con la reconstrucción de Babilonia. No cabía duda: viejas profecías se cumplieron delante de nuestros ojos. Cuando finalmente se encontró al “anticristo” Sadam en un hoyo ya pocos cristianos con inclinaciones proféticas se acordaron del fracaso estrepitoso de todos los libros evangélicos que salieron en su honor queriéndole identificar como Nabucodonosor resurgido.
En 1994 llegó Harold Camping, fundador de Family Radio, con absoluta convicción a la conclusión que ya era la hora de la segunda venida de Cristo. Miles de seguidores suyos se quedaron sin casas ni dinero porque lo habían vendido y regalado todo. Cristo no volvió. Tampoco en marzo del año siguiente, como Camping anunció después de haber fracasado en su primer intento. Ni había empezado ninguna gran tribulación que se sepa.
Las torres gemelas cayeron en 2001 y algunos expertos en escatología pop encontraron el cumplimento de Isaías 30:25 en dicho acontecimiento.
No sigo con la lista para no aburrir. No menciono ni las lunas de sangre, el calentamiento global, la amenza nuclear de Corea del Norte, ni a Putin, Trump o Merkel, como cumplimiento de profecías sobre siniestros acontecimientos y candidatos a anticristo.
Todos estos “cumplimientos” de profecías no marcaron el inicio ni de la gran tribulación ni de otra cosa mencionada en la Biblia. Pero la memoria de algunos creyentes es corta y el afán sensacionalista de algunos escritores y autoproclamados expertos en escatología es tan grande como su manifiesta incapacidad de acertar. Olvidamos rápido y viene el siguiente experto para declararnos que estamos ante un gran acontecimiento de índole apocalíptico, porque acaban de producirse hechos claramente anunciados en la Biblia. Y que esta vez, sí, la cosa iba en serio.
Así llegamos al año 2018 cuando finalmente nos enteramos que la guerra civil de Siria y el bombardeo de Damasco son el cumplimiento de Isaías 17:1-3. Y esta noticia se hace viral en los medios sociales y más allá de estos.
La profecía en cuestión forma parte de un contexto. Y en este contexto salen los diversos anuncios de juicios venideros sobre las naciones que rodeaban Judá por mano de los asirios. De hecho, es precisamente este contexto concreto y bien estructurado que nos permite entender la profecía en Isaías 17 como una profecía cumplida.
¿Por qué? Por la sencilla razón que el capítulo 17 no solamente pronuncia el juicio sobre Siria y su capital Damasco sino también sobre su aliado Israel, el reino del norte. Es tan evidente este contexto que hasta Charles Ryrie y John McArthur, dispensacionalistas y defensores firmes del sistema premilenista/pretribulacionalista, no dejan dudas en sus comentarios a pie de página en las Biblias de estudio que llevan sus nombres, de que estamos hablando de una profecía cumplida hace 2.700 años.
Esa profecía se cumplió en el año 732 a.C., para ser exacto. El final de Damasco vino cuando el rey Acaz de Judá llamó a los asirios para que le ayudasen contra la coalición de Israel (reino del norte) y Siria con su rey Rezin (2 Reyes 16:5-9). El rey asirio Tiglat-Pileser -al que conocemos en la Biblia con su nombre Pul- destruyó primero Siria con su capital Damasco en el 732, y luego Israel con su capital Samaria, diez años más tarde. Este fue el final de Siria como estado arameo independiente. Damasco fue destruída como ciudad aunque posteriormente reconstruida, como otras ciudades cuya destrucción se menciona también en Isaías. Uno de los estudios más detallados sobre esta destrucción lo ha llevado a cabo el catedrático eslovaco Peter Dubowsky.
Creo que es evidente que hacer mal uso de la Biblia como cantera para comprobar que ciertos acontecimientos son claramente anunciados por los profetas y apóstoles no es buena idea. Porque lo que se consigue con este tipo de eiségesis es simplemente confundir a los creyentes y hacer reír a los que no lo son. Como evangélicos deberíamos ser rigurosos con nuestra forma de interpretar la Biblia tomando en cuenta su contexto histórico.
Para que nadie me entienda mal: por supuesto creo en la profecía bíblica. Creo que todas las profecías del AT en cuanto a la venida del Mesías se han cumplido con exactitud asombrosa, de la misma manera que se van a cumplir las profecías que hablan de su segunda venida y del juicio venidero. Pero tengo mis serias dudas acerca de si es ético y teológicamente sostenible intentar hacer exégesis de la Biblia leyéndola con el periódico del día en la mano. Ya lo dijo Churchill: no hay nada tan viejo como el periódico de ayer.
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