El León de Belfast acaba de hacer su trigésimo cuarto álbum de estudio, Nacido para cantar: No hay plan B. Tiene ya 68 años. El cantante norirlandés –que es también compositor, guitarrista, saxofonista y armonicista–, sigue viendo la música como algo espiritual, aunque tiene fama de ser tremendamente arisco.
La verdad es que al
León no le gustan nada las biografías. No hace mucho que el evangélico Steve Turner sufrió uno de esos imprevisibles
zarpazos con los que sorprende a todos los que se le acercan demasiado, al impedir la distribución de un interesante libro que ha escrito sobre él. Ya que este huraño artista combina su genial misticismo con un carácter tan temperamental, hosco e irascible, que se ha convertido en una de las personas más temidas por la prensa y la industria musical. Pero ¿en qué consiste su espiritualidad?
ESPIRITUAL
Van Morrison
se dió a conocer en una fecha tan mítica como 1968, cuando su álbum Semanas astrales llegaba a las listas de éxito de todo el mundo. Antes había formado parte de diversos grupos de
rhythm & blues como los
Monarchs o los
Them. Pero un día unió a su afición por el
soul, el redescubrimento de las raíces celtas irlandesas, que le han hecho toda una leyenda de la música popular contemporánea.
“Yo creo que la música es espiritual”, dice Van Morrison. Cantar y tocar un instrumento es para él algo “espiritual”, ya que “viene de un mundo espiritual”. Aunque sus discos fueron muy populares entre los
hippies, la experiencia mística de este cantante no tenía nada que ver con las drogas. Su transformación personal, él siempre la ha descrito en “un sentido de asombro”, como una “visión hermosa”, o un “éxtasis místico”. Pero ¿qué tipo de “arrebatamiento”es ese?
La experiencia por la que andando por una calle de Belfast entra en “trance”, o viendo a unas chicas pasear, encuentra “el ángel de la imaginación, abriendo su mirada”, nos habla de un mundo espiritual más allá de éste. En sus
Semanas astrales canta por eso sobre una redención que le libera de un mundo del que se siente extraño. Su verdadero hogar está “arriba, en otra tierra lejos”. Van Morrison desea así estar “arriba en el cielo / en otro tiempo otro / en otro lugar”…
MÍSTICO
El deseo profundo que Van Morrison muestra a lo largo de su obra es el de rasgar ese velo que separa este mundo del misterio profundo e invisible que hay más allá de esta vida. En canciones como
Ella me da religión, Cypress Avenue o Madame George, habla de experiencia místicas que él tuvo de niño de repente. En aquella época no habló a nadie de ellas, ni tenía punto de referencia alguno para entenderlas. Pero al leer luego la poesía de John Donne y William Blake, se sintió muy identificado. Ha estudiado el budismo, el cristianismo y el hinduismo, e incluso ha hecho los cursos de
cienciología, para intentar comprender esas experiencias. Al hacer su obra “es como si recibiera algún tipo de dirección interior”, la misma que le “lleva a estudiar la religión”.
En los ochenta Van Morrison empieza a hablar del “poder curador” de la música. Colabora por eso con la Universidad de Loughborough en “una exploración del poder de la música para cambiar la conciencia”. En el programa del curso dice que ve su obra “cada vez más como un medio para inducir la contemplación y la sanidad, elevando el alma”.
De ahí vienen álbumes como Visión hermosa, El habla inarticulada del corazón, o Sin gurú, método, ni maestro, donde reconoce la influencia esotérica de Alice Bailey o Krishnamurti. Sin embargo él dice que ese es el tipo de experiencia que tuvo cuando tenía tres años escuchando los discos de
gospel de Mahalia Jackson.
¿CRISTIANO?
En los noventa Van Morrison cambia su discurso de nueva era por un lenguaje cada vez más cristiano. De hecho, uno de sus éxitos de esa década es un dúo con el cantante evangélico Cliff Richard. A partir de entonces se empieza a describir como un “místico cristiano”. Pero cuando le preguntan sobre Jesús, no parece hablar del Cristo de los Evangelios. Ya que Jesús no es para él, el Dios-Hombre del cristianismo histórico.
“¿Por que me llamo cristiano?”, dice en una entrevista. “Porque no soy budista, ni hindú, sino que he nacido en un medio cristiano, en un país cristiano, después de Cristo”. Van Morrison cree que “eso es lo que me hace cristiano”. Pero una persona no es cristiana porque haya nacido en un país que se tiene por tal. Ni porque sus padres sean cristianos, o crean serlo. Ya que incluso una persona puede tener vida espiritual, y no ser cristiana.
Nadie duda las experiencias que puede haber tenido Van Morrison, pero la verdad no se mide por sensaciones. Las Escrituras nos exhortan a discernirlo todo. Debemos “probar los espíritus” (
1 Juan 4:1-3). Debemos analizar nuestras experiencias a la luz de la Palabra de Dios, no a la inversa. Ese es el único testimonio seguro que tenemos para guiarnos en el mundo espiritual.
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