Es necesaria una aclaración al comentar este párrafo del Compromiso de Ciudad del Cabo. Hace referencia a algo que llama “movimientos de información privilegiada” que es la traducción del término en inglés “insiders movement”. Considero esta traducción pobre e inadecuada, no nos dice nada sobre el fenómeno al cual se alude.
“Insider” es alguien que está dentro de un grupo o movimiento. Creo que el término “creyentes secretos” se aproxima más a lo que se quiere significar. Lo adopto aquí provisionalmente.
El término proveniente del campo misionero se ha venido usando para referirse a grupos de población que aunque han aceptado a Jesús como Señor y Salvador, se han quedado dentro de las filas de la religión de la cual formaban parte, budista, musulmana, o hinduista, por ejemplo, donde tienen sus conexiones familiares y redes sociales. No han adoptado las formas culturales de sus evangelizadores europeos, norteamericanos o latinoamericanos. Es necesario un rodeo metodológico para entender lo que este párrafo del
Compromiso dice y la forma en que nos desafía.
Los párrafos 8 y 9 del
Pacto de Lausana hacen referencia a la cooperación de las iglesias para la evangelización mundial teniendo en cuenta la urgencia de la necesidad espiritual de más de dos tercios de la humanidad. Dentro del movimiento de Lausana se insistió en este sentido de urgencia como motivación para la evangelización mundial, al mismo tiempo que se redescubrió la dimensión “integral” de la misión como
presencia en la sociedad y
servicio a las necesidades humanas.
Desde 1974 hubo cierta tensión creadora entre los partidarios de una evangelización rápida y eficaz que buscaba resultados de cantidad, cuantitativos, y los partidarios de la calidad en la acción misionera que la evaluaban más bien por su fidelidad al modelo bíblico y la integridad de su mensaje. Fue la tensión, por ejemplo, entre los entusiastas del “iglecrecimiento” numérico como los estadounidenses Ralph Winter y Peter Wagner y los evangelistas y teólogos latinoamericanos de la misión integral como Orlando Costas y René Padilla.
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Un ejemplo que nos ayude a entender estas diferentes perspectivas puede advertirse en la evaluación de la obra misionera evangélica en España. Estudiosos con la mentalidad de “iglecrecimiento” consideran que la falta de crecimiento numérico de los evangélicos españoles reflejaría conceptos y metodologías equivocados. Esa es por ejemplo la postura de Kent Eaton, estadounidense ex - profesor del IBSTE y que escribió una tesis doctoral de 455 páginas sobre la obra misionera de las Asambleas de Hermanos en España de 1869 a 1936.
[1] Aunque se trata de un estudio cuidadoso y exhaustivo que ha utilizado cientos de informes, cartas de misioneros y artículos de revistas misioneras, y que manifiesta respeto por la vida y obra de los misioneros y misioneras a los que estudia, su conclusión es que esa obra fracasó porque no tuvo como resultado un crecimiento numérico importante.
Por otra parte, estudios más recientes que no ponen énfasis en el crecimiento numérico sino en los principios bíblicos a los cuales trató de conformarse la acción de los misioneros, no ofrecen un juicio final tan negativo como el de Eaton.
Tal es el caso del libro
Generations por el historiador británico Tim Grass que estudia la obra misionera de las Asambleas de Hermanos en España entre 1834 y 1990.
[2] Y hay que reconocer que Eaton parece haber olvidado que dentro del panorama del protestantismo español de la segunda parte del siglo veinte, en determinado momento las Asambleas de Hermanos fueron la denominación evangélica más numerosa en España. Según un estudio del misionero Dale G. Vought, publicado en 1973, en el año 1961 las Asambleas de Hermanos constituían el 28.2% el porcentaje más alto de la población evangélica y diez años más tarde en 1971, constituían el 22.8 %. Durante el mismo período los Pentecostales pasaron de ser el 3.7% del total de evangélicos de España a ser en 1971 el 29.5%, el grupo más numeroso.
[3]
Uno de los énfasis de los entusiastas de iglecrecimiento es que hay momentos históricos en los cuales ciertos pueblos son más receptivos al Evangelio que otros. Esta apertura de comunidades o pueblos enteros, en determinado momento, llevó a los estudiosos J. Waskom Pickett y Donald Mc Gavran a hablar de “movimientos de pueblos” hacia el Evangelio, de conversiones numerosas que constituyen crecimiento numérico notable.
Entre estos movimientos de pueblos estarían grupos de personas que han conocido a Jesucristo y han creído en Él pero que no desean ser parte de una comunidad con las características extranjeras de los misioneros. Desean permanecer dentro de sus comunidades naturales de raza, idioma y cultura y no adoptar una cultura extranjera como expresión de su fe en Cristo.
Uno de los argumentos tomados de la Biblia que se usa para explicar y justificar la existencia de estos “creyentes secretos” es el de la conversación entre Jesús y la mujer samaritana y el ministerio de Jesús (Juan 4). La mujer y los samaritanos de su ciudad que reciben a Jesús no tienen que aceptar el sistema religioso judío y hacerse judíos para creer en Jesús o como consecuencia de haberlo aceptado. Dios acepta su adoración “en espíritu y en verdad” porque como explica Jesús ha llegado la hora en que ni el sistema judío ni el samaritano son el camino de adoración verdadera a Dios.
Dice Jesús: “Vosotros adoráis lo que no conocéis, nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación proviene de los judíos. Pero se acerca la hora y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoran.” (Jn 4: 22-23). Aquí Jesús reconoce que la salvación ha llegado por medio de los judíos, de modo que no está diciendo que la religión samaritana sea la misma cosa que la judía. Sin embargo con su llegada como el Mesías algo nuevo ha surgido que reemplaza a lo anterior. Los samaritanos no son invitados a hacerse judíos sino a creer en Jesucristo, al punto que los creyentes llegan a afirmar “sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo.” (Jn. 4: 42).
En España se ha visto un “movimiento de pueblos”, es decir una aceptación colectiva del Evangelio en la conversión de gitanos a Cristo en la Iglesia Filadelfia. Esta experimentó un crecimiento numérico espontáneo y notable. Vought en el estudio ya mencionado señala que entre 1968 y 1971 se bautizaron 3,000 personas y se establecieron 30 iglesias.
Más recientemente, luego de un estudio de cuatro años, la socióloga Manuela Cantón, que no es protestante, señala que en 1998 hay 700 a 800 congregaciones de la Iglesia Filadelfia, con una membresía de entre 150,000 y 200,000 fieles.
[4] Hay que reconocer este crecimiento numérico impresionante,
pero no se puede decir que estas iglesias sean “discípulos secretos”. Lo que sí hay que reconocer es que para ser creyentes y crecer como iglesia no han tenido que volverse comunidades parecidas a los evangélicos de Inglaterra o Estados Unidos. Son comunidades de gitanos que creen en Cristo, y la cultura que se expresa en sus cantos y su modo de vida es la cultura del pueblo gitano.
Frente a fenómenos como éste el
Compromiso de Ciudad del Cabo nos advierte:
Deberíamos evitar la tendencia, cuando vemos la labor de Dios de una manera inesperada o desconocida, tanto (i) de clasificarla precipitadamente y promover una nueva estrategia misionera como (ii) de condenarla a la ligera sin una escucha contextual sensible.
Sin embargo, debemos reconocer que en el caso de “discípulos secretos” en el mundo musulmán, budista o hinduista es mucho más difícil evaluar la realidad y llegar a conclusiones válidas. De allí la importancia de tener en cuenta los dos principios que el Compromiso de Ciudad del Cabo nos señala en su párrafo final, tratando de mantener “el espíritu de Bernabé”.
Este artículo se corresponde a la serie que en un blog bajo el nombre de "Lausana"analiza y aplica el documento "Para el mundo al que servimos: La llamada a la acción de Ciudad del Cabo" elaborado en el tercer encuentro del Movimiento Lausana (realizado en 2010 en África del Sur, al que acudieron cuatro mil líderes evangélicos de todo el mundo, y que se celebra cada diez años aproximadamente).
[1]Kent Eaton,
The Implantation of the Plymouth Brethren in Spain 1869-1936, tesis doctoral defendida en la Universidad de Gales Lampeter, 10 de Mayo 2000.
[2]Tim Grass,
Generations. British Brethren Mission to Spain, 1834-1990, Thornhill Media, Ramsey, Isla de Man 2011. Esta obra está próxima a aparecer en castellano.
[3] Dale G. Vought,
Protestants in Modern Spain, Ed. William Carey, Pasadena, 1973.
[4] Manuela Cantón Delgado,
Gitanos pentecostales. Una mirada antropológica a la Iglesia Filadelfia en Andalucía, Signatura Demos, Sevilla, 2005.
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