Mammón disfruta por las dependencias de sus templos paganos, los despachos de los grandes bancos, las Juntas de accionistas de los grandes centros comerciales y mira con sonrisa de oreja a oreja los coches de lujo y otras joyas.
¡Cuántos años han pasado ya desde que Jesús vio estos lazos, estas cadenas, estas trampas. Nos dijo que era imposible servir a Dios y a Mammón, el dios de las riquezas! ¡Cómo pasa el tiempo! Desde entonces, ya deberíamos haber destruido ese ídolo maldito que nos tiende su lazo para atraparnos. ¿Hacemos algo nosotros para que ese ídolo salte en pedazos?
No se hace mucho, no se trabaja en su destrucción. ¡Mira! En el mundo actual, siguen surgiendo ídolos e ídolos del falso dios sustentados por aquellos necios adoradores que se inclinan ante él esperando sus bendiciones en forma de sustanciosas ganancias que les revuelquen en el lodo del consumismo loco y desenfrenado al que muchos se entregan como si eso fuera el objetivo o la finalidad de la vida. Quedan atrapados en el maldito lazo del mammonismo. ¿Dónde estás tú? ¿Dónde están los cristianos? ¿Dónde está la iglesia del Señor?
Para los mammonistas no hay crisis. Cada día se construyen más y más templos al dios Mammón. Templos o catedrales maléficas, llenas de trampas, visitadas por ojos codiciosos. Enormes centros comerciales de lujo, ofertando sus venenos, por donde las gentes pasean esperando alguna recompensa del falso dios que atrae como un imán maléfico. No trabajemos para estos fines.
Necios que no saben, no entienden que “la vida no consiste en la abundancia de los bienes que se poseen”. Muchos trabajan confundiendo los medios con los fines, luchan, se esfuerzan hasta quedar agotados con la única idea de que puedan disfrutar de los frutos tóxicos que ofrecen esos falsos templos, frutos que, en muchos casos, son innecesarios y que no sacian la sed del alma humana, sino que nos hunden en pozos de desesperación y vacío existencial. ¡No entres por ahí, huye de las influencias de este falso dios de las riquezas.
¡Cómo nos engañas, Mammón, cómo nos engañas! Tus lazos de oro actúan como trampas que trastocan todos los valores y que confunden a los humanos. Cómo seduces a los hijos de los hombres para apartarlos del Dios vivo, pues sabes que el dicho de Jesús es aún vigente: “No es posible servir a Dios y a Mammón”. ¡Cuidado! ¡Pon atención! No te dejes seducir por estas artimañas.
Mammón vive rodeado de toda una cohorte de servidores de sus malvados templos, no es un ídolo muerto, sigue engañando y seduciendo a los débiles, a los que no tienen una fe fuerte con las raíces en el Dios de la vida. ¡No formes parte de esta cohorte de servidores paganos! Busca ayuda en el Evangelio. Escápate de la seducción del dios de las riquezas, del ídolo insolidario que confunde y arrastra a tantos y tantos humanos necios.
Busca, estudia, lee las Escrituras. Posiciónate frente a Mammón. Su filosofía, su religión, su falsa espiritualidad es la contraria a la que nos enseñó el Maestro. Esa falsa y perversa religión mammonista nos dirá: ¡Consume, gasta, acumula, inclínate al oro, malgasta, revuélcate en las falsas diversiones que el mundo ofrece!
Mammón es sagaz. Te lanzará un dulce veneno con sus suaves palabras diciéndote: Ese es el todo de la vida. Mientras que se reirá a carcajadas de las ideas solidarias, de los principios de un mayor equilibrio en el reparto de los bienes del planeta tierra, del consumo sostenible.
Aférrate a los verdaderos valores. Mammón nos anima a saquear la tierra, a explotarla, a extraer hasta los límites extremos sus riquezas, mientras que más de media humanidad se desenvuelve en sus diferentes niveles de pobreza hasta llegar a la pobreza severa, extrema y a los hambrientos de esta tierra que están en torno a los mil millones de seres humanos.
Mammón se ríe. Disfruta con los desequilibrios que lanza a tantos hombres a la pobreza. Estos empobrecidos son para él los condenados de la tierra. Mientras, él disfruta viendo a los que se encumbran en las riquezas humanas aumentando sus graneros y sus ganancias locas sin dar ningún otro sentido a sus vidas. Mammón disfruta por las dependencias de sus templos paganos, los despachos de los grandes bancos, las Juntas de accionistas de los grandes centros comerciales y mira con sonrisa de oreja a oreja los coches de lujo y otras joyas fuera del alcance de sus condenados. Intenta reírte tú de él. Nunca le sigas ni te dejes atrapar por sus sonrisas falsas.
¡Cuántos seres confundidos en el mundo! Muchos piensan que el dios Mammón ha triunfado, lo idolatran, le rinden pleitesía y a él se inclinan perdiendo toda dignidad mientras disfrutan del capitalismo salvaje. Han perdido el norte. ¿Se acabará algún día el incienso para este falso Dios y podremos cambiar los valores del mundo? ¿Algún día triunfará la frase de Jesús de que “la vida no consiste en la abundancia de los bienes que se poseen” o todos seguiremos lanzados por una patada de Mammón al precipicio del desastre y del escándalo humano de la pobreza y la desigualdad en el mundo?
¡Critica, denuncia! Falsos pastores, dementes sacerdotes, tristes monaguillos del dios Mammón, ¿aflojaréis algún día el lazo que oprime al mundo o lo dejaréis que siga oliendo a tristeza, hambre, infravida, pólvora marginadora de más de media humanidad? Tu olor, Mammón, no nos es grato, nuestro olfato sufre con tu cercanía como si nos echaran azufre en las fosas nasales, tu incienso huela a basura y tus humillaciones de tantos y tantos hombres mujeres y niños llenan la tierra del olor de la podredumbre.
Mira lo eterno, lo que ni la polilla ni el orín corrompe. Quizás algún día podremos destruir sus ídolos mammonistas, matar a sus sacerdotes, eliminar a todos sus agentes del falso reino de las acumulaciones de riquezas injustas. Quizás algún día los valores del Reino, con su valor más representativo a la cabeza, ese que dice que “los últimos serán los primeros”, destruirá tu reinado y llegaremos a la claridad, a la iluminación de un mundo más justo.
Sigamos los valores del Reino de Dios. Sería la utopía por la que trabajamos muchos cristianos, la meta alta y difícil tras la que caminamos. Satanás será destruido y el trono del dios Mammón será pasto de un fuego consumidor continuo. Será entonces cuando en los basureros nacerán rosas y cuando en los entornos de pobreza resurgirá la justicia como una luz que se expanda por el mundo llamando a una nueva situación. Será entonces cuando las primeras cosas, las injustas, las dolientes y tristes, habrán pasado para siempre. Mammón habrá dejado de existir y nadie sabrá ni siquiera en donde está su fría tumba.
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