Hace 20 años, al firmar el primer Convenio de una Comunidad autónoma con los protestantes, Alberto Ruiz Gallardón, como Presidente de la Comunidad de Madrid y yo mismo como Secretario ejecutivo del Consejo Evangélico de Madrid, citamos ambos a D. Miguel de Unamuno.
Hoy y aquí es Unamuno quien nos cita a nosotros.
Un Unamuno que como intelectual era “verso suelto” en la España de su tiempo, pero capaz de rimar en respeto con quienes sabían dialogar con el diferente, como él practicaba con su absoluta convicción y vehemencia. Yo estoy seguro que de la misma forma que su familia aprobó el nombre de este Premio, el propio Don Miguel habría aprobado que se lo diéramos a Usted hoy.
Porque
Usted no dudó en impulsar la firma de aquel Convenio que heredaba del “diferente” Joaquín Leguina, un opositor político. En aquel Convenio los “heterodoxos españoles” de Madrid éramos acogidos por primera vez como iguales, no sólo sobre el papel, sino en el desarrollo del propio Convenio, que no ha sido luego igualado en ninguna otra autonomía española en los muchos Convenios posteriores que copiaron a aquel primero.
Puedo asegurar que
por primera vez sentí a Madrid de forma integral como mi casa cuando fui invitado en representación del protestantismo madrileño y acogido por su saludo en las celebraciones del 2 de mayo y la Constitución. Un pequeño reflejo de lo mucho que se hizo en los despachos, debo decir que con la ayuda inestimable que Usted dispuso a través de alguien que llegué a apreciar profundamente, Don Jesús Pedroche.
Como protestantes valoramos de forma esencial no sólo nuestra libertad, sino la de todos. La convivencia plural no es la meta, sino el camino. Por ello también hemos considerado de gran valor su sensibilidad con las llamadas “minorías religiosas” españolas.
Además de la firma de un Convenio similar al nuestro con judíos y musulmanes, debo decir que
fui feliz de que Casa Sefarad volviese a tener una sede digna gracias a su gestión como alcalde de Madrid, curiosamente de la mano de una mujer excepcional y ¡cómo no! “diferente”: Henar Corbi, primer Premio Unamuno amigo de los protestantes y que hoy nos acompaña porque me consta que ella también le aprecia y nos aprecia entrañablemente.
A ello se añade una casa mucho más amplia, en la que ya
como Ministro de Justicia (y junto con el Ministerio de Asuntos Exteriores) se edificó en forma de nacionalidad española para los descendientes de aquellos sefarditas expulsados, por ser judíos, de su patria. Y qué decir de la instauración del recuerdo oficial del Día de la Memoria del Holocausto en la Asamblea de Madrid, un faro y un grito contra el horror y a favor de la convivencia en libertad de los seres humanos.
No quiero dejar de mencionar su defensa de la diferencia entre el terrorismo fanático del 11M y el derecho a la presunción de inocencia -sin sambenitos- para los creyentes del islam. Usted dijo: "Que no se hable de nacionalidad, de razas, de religiones. Los terroristas no tienen más que una patria que es la muerte y no tienen más que una religión que es el odio y aquí ninguno habitamos esa patria ni profesamos esa religión".
Un gesto que le honra, especialmente cuando no era nada fácil tenerlo en medio de los discursos de los prejuicios y el miedo.
No se nos escapa que
este Premio, aunque concedido formalmente en junio de 2013,
se le entrega en un momento de polémica en torno a su persona. Pero de la misma forma que usted nos dio la mano y nos acogió porque entendía que era lo justo y lo correcto, hoy en nombre de este diario que representa a muchos –muchísimos- protestantes españoles y europeos yo le doy la mano y nuestro agradecimiento. Porque es lo justo y lo correcto. Convencido de que hay pocas personas y políticos capaces como usted de defender lo que cree, y –sobre todo- lo que creemos los que, para algunos, somos diferentes, y posiblemente en muchos aspectos indefensos ante la maquinaria de lo establecido.
Pero no lo dude usted,
le estamos agradecidos no sólo por lo que ha hecho, sino especialmente por ser quien es, sin duda un “verso suelto” de Unamuno. Muchas gracias, Alberto. Muchas gracias, amigo.
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