No hay tallos súbitos o brotes verdes de la noche a la mañana. El ‘milagro’ de la creacion pictórica comienza a lo lejos, desde la infancia del artista o desde los principios del ser humano que buscaba otro lenguaje para transmitir su visión del entorno. Entonces también surgió la metáfora, en cuanto al habla y la comunicación oral. Y empezó a fraguar lo simbólico, que siglos adelante sirvió y sirve para visualizar el registro psíquico inherente al hombre, pues se funda a través de la lengua y la cultura: De lo mucho se tiende a lo breve, a una pequeña imagen que signifique y que merezca un registro perdurable, sine die.
Así, por ese proceso dialéctico de metonimia-metáfora,
emergen símbolos como el Ichtus, el pez con el que los primeros cristianos simbolizaban a su Rabí y, también para identificarse ente ellos en tiempos de persecución. Este acróstico de la palabra griega ‘Icthus’ (pez), contiene en cada letra de la misma un significado que, traducido, resulta “Jesucristo es el Hijo del Dios nuestro Salvador”.
Y llegamos al año 2010, cuando el pintor Miguel Elías, profesor de la Universidad de Salamanca, empieza a crear su serie denominada ‘Icthus’, unas pinturas que, estoy convencido, tendrán un reconocimiento que trascenderá lo anecdótico del éxito. Empezó con dicha serie porque su obra formaba parte del I Premio “Jorge Borrow” de Difusión Bíblica, premio creado por la Asociación Cultural Evangélica “Jorge Borrow”, premio que dicho año recayó en Juan Antonio Monroy, prestigioso escritor y periodista cristiano nacido en Rabat.
Elías necesitaba ser clásico para ser moderno y, por ello, buscó ahondar en los orígenes de la cultura occidental, esencialmente greco-latina, para ofrecernos hasta el día de hoy seis obras sobre lienzo o madera. Aunque cabe recordar que también tiene un grabado de tiraje muy limitado, con el Icthus en color sepia e imagen de la portada de la Biblia del Oso, la tan mentada y leída primera versión de la Biblia al castellano que Casiodoro de Reina publicara en 1569.
Tras las obras entregadas a los premiados Monroy, Gabino Fernández o Samuel Escobar, también ha ofrecido otros dos Icthus: Uno para Toral de los Guzmanes, pueblo leonés donde cada año se celebra el encuentro “Los poetas y Dios”, y el más reciente, al eminente crítico de arte Daniel Giralt Miracle, como Premio Personalidad del Año de la Alianza de Escritores y Comunicadores Evangélicos (Adece).
Tuve el honor de hacerle entrega de dicho cuadro el pasado 4 de abril, en un acto celebrado en la Biblioteca de Cataluña.
El último ‘Icthus’, el sexto es una pieza memorable, como las anteriores, pero también con ciertas diferencias que lo tornan único. Está pintado con acrílico y resinas con pigmentos y tiene unas medidas de 73X54. Y está dedicado a Plutarco, no el filósofo y ensayista de Queronea, sino al Πλούταρχος (Plutarco) de Las Palmas de Gran Canaria (1935), también filósofo y ensayista, además de biblista, con estudios en Atenas, Madrid, Princeton…, admirador del Quijote y de Unamuno, y con una larga vida en Costa Rica, que sino paralela, sí fecunda intelectualmente.
Plutarco Bonilla viene a Salamanca para recibir el Premio Jorge Borrow de Difusión Bíblica 2014 y para llevarse de vuelta este sexto “Pez” salido del generoso y maestro pincel de Miguel Elías.
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