1) No hay peor ciego que el que no quiere leer; máxime en esta aldea de sordos o autistas. Leer los Evangelios sirve también para salvarse de la mediocridad, madurar ámbitos de libertad y cultivar el espíritu.
2) Lo mío es la ternura y el asombro. Y los amaneceres que no levantan vuelo y el temblor del pecho amado.
3) Tanto parloteo desgasta la Fe.
4) Sólo ruinas quedan de aquellas otrora poderosas razones de Estado. Son como espejos opacos desportillados donde rutilan desengaños y embaucamientos.
5) Alcanzada la cima de la Palabra se rompen las cadenas de una muerte imperfecta.
6) Recordemos los protestantes (quienes protestan ante toda injusticia o quienes guardan silencios difíciles de justificar bajo la luz de los Evangelios), aquel poema perdurable de
Martin Niemöller, pastor de origen alemán, preso en un campo de concentración por ser contrario a la
nazificación (sólo para arios; ningún judío, ni siquiera converso) de la iglesia protestante. Junto al necesario teólogo
Dietrich Bonhoeffer (léanlo cuanto puedan, querido hermanos), fundó la
Iglesia Confesante, bastión de un cristianismo universal en tiempos de oprobio.
El conocido poema (más bien el fragmento de un sermón que diera en 1946, titulado “Que hubiera dicho Jesús”), por años se pensó que había sido escrito por Bertolt Brecht. Niemöller estuvo empáticamente próximo al surgimiento del nazismo y gozó de su protección; pero a tiempo se dio cuenta de la perversión que significaba. Y protestó:
"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista./Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío./ Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista./ Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante./ Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".
7) Explíquenme mejor cómo es eso de que los profesionales de la castidad se permiten pontificar sobre el sexo de las parejas.
8) Que la amistad se muestre serena, sin estrépitos.
9) ¿Alguna Misión para tu existir? Sí, casi siempre. Pero resérvate algún momento para observar a los patos salvajes nadando por el calmo río.
10) Rebusca y empápate de los clásicos. De otro modo, si únicamente ojeas la
modernez, tu pensamiento será famélico.
11) Él doma leones sin importarle su fiereza. Sabe darles buen trato; y es correspondido.
12) Los tropiezos te aportan humildad.
13) Prefieren la inacción o ruegan por la inanición del proyecto de otros. Están convencidos de que sólo lo que ellos idean resulta imprescindible.
14) Jolgorio de niños en los parques: breve historia de la felicidad.
15) No esperéis a su muerte para empezar el largo panegírico. La loa, si resulta merecida, bien debe hacerse en vida.
16) Pesada carga sobre las vértebras del hombre: la delirante ignorancia envanecida.
17) El Eros fundador envuelve la totalidad del ser, mientras que Tánatos segrega otra forma de existencia dispuesta a confundirnos todo el tiempo.
18) A veces vidas y obras se alimentan con el nutriente del amor. Entonces hombres y palabras reciben luz desde lo adorado y ya nada se quita del cuerpo, y ocurre un insólito prodigio a nivel del bien.
19) La envidia se incuba largamente en el fondo del hombre. Pero algunos no desarrollan tal virus letal: la inmunidad se consigue adelantando alegrías por el otro, sin descuidar los frutos de tu propia constancia.
20) Música que broncea al espíritu o vivifica la carnalidad humana y el fugitivo perfil del Dios constelado en la infancia de la creación. Música que desnuda con la velocidad de sones y acordes imantados al viento. Música para las querencias más sublimes, e imprescindible para la soledad llevadera. Música como ligerísima brisa que hace sentir que la existencia no es un tránsito mudo, ni seco ni carente de ritmo. Música para no envejecer, para temblar por entero o perderse al interior de una inmensa caracola.
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