Aunque nos gusta pensar que somos libres, la realidad es que somos prisioneros de muchas cosas. Estamos cautivos de nuestra idea de felicidad, el trabajo, o la causa por la que luchamos. La película “Prisioneros” muestra nuestro deseo de venganza, cuando nos vemos atrapados por el peso del pasado y nos sentimos dominados por la vergüenza o la culpa. Intentamos protegernos de nosotros mismos, pero estamos cautivos del mal.
Este apasionante
thriller parte del misterioso secuestro de las dos hijas menores de dos familias amigas. El director franco-canadiense de “Incendies” –una poderosa metáfora sobre la tragedia del Líbano– hace ahora su primera incursión en el cine estadounidense con Hugh Jackman como un atormentado padre de fuertes convicciones religiosas y Jake Gyllenhaal como el frustrado policía de un original guión repleto de líneas secundarias, falsos culpables y giros inesperados.
Este es un film intenso, inteligente y adulto, cuyo desarrollo, dosificación y ritmo trepidante hace que se pasen dos horas y media casi sin darse cuenta. La estructura laberíntica te hace dudar si realmente hay salida para esta intriga. El misterioso caso se va adentrando en múltiples callejones de una historia llena de sorpresas, que no deja de mantener el suspense. Ya que este no es un relato de buenos y malos, sino que nos enfrenta al dilema de la condición humana, por el que no podemos escapar del mal.
EL HUEVO DE LA SERPIENTE
“Prisioneros” es una profunda reflexión moral, llena de referencias bíblicas. Ambientada en una pequeña población de la América rural, la película recorre los paisajes helados de las novelas de Russell Banks y la desolación de historias como “Mystic River”, que nos enfrentan a esa zona oscura, que es el lado turbador de la existencia. Gyllenhaal nunca ha estado tan extraño, obsesivo y balbuciente como con este policía, que nos recuerda a “Zodiac”. Jackman es un padre contradictorio. Y todos los personajes están llenos de fugas, recovecos y aristas.
Este terrorífico thriller,de fuerza hipnotizante, nos lleva a la estremecedora conclusión de que somos capaces de hacer cualquier cosa. El ciudadano de apariencia decente esconde una serpiente, que se mueve lenta y secretamente en nuestro interior.
La película está llena de imágenes bíblicas. Comienza con el Padre Nuestro en los labios de un padre que ayuda a su hijo a matar un ciervo para la comida de Acción de Gracias. Y hay cruces por todas partes. Las vemos desde el espejo retrovisor, tatuadas en las manos, o colgadas del cuello.
El padre escucha a un predicador por la radio citar el libro de Job: “como las chispas se levantan por el aire, así el hombre nace para la aflicción” (5:7). “Prisioneros” es una historia de dolor y pérdida, que nos habla del poder de la tentación y el peligro de seguir nuestro sentido de justicia. Te fuerza a pensar sobre la complejidad y cotidianidad del mal. Puesto que “todo pecado tiene sus raíces en nuestro corazón”, como dice Robert Murray M´Cheyne. “Si no brota, es por la gracia de Dios”, como observa el predicador escocés.
LA FE DEL PADRE
Hugh Jackman es un actor australiano que se crió con su padre en Inglaterra, tras divorciarse de su madre. El padre fue convertido por la predicación de Billy Graham. Hugh iba con él a verle, cada vez que venía el evangelista a Australia. “Mi padre se toma su religión muy en serio”, dice el actor, que ve el cristianismo evangélico como demasiado limitado. Ya que no puede “tragar con el hecho de que el 95 por ciento de la gente del planeta vaya al infierno, porque no son cristianos”.
La búsqueda espiritual de Jackman le ha llevado a la Escuela de Filosofía Práctica, una secta que nació en Inglaterra en los años veinte del pasado siglo. Todo “es sobre la unidad”, dice el actor. Es una forma de meditación, cuya “filosofía básica es que si Buda, Krishna y Jesús, estuvieran en una mesa juntos, no estarían discutiendo”. Hugh cree que “hay una verdad esencial” y es que “no tenemos límites”. El problema de este pensamiento, lo demuestra esta misma película…
Los personajes de esta historia tienen una motivación religiosa, pero ¿de qué les sirve? Están igualmente cautivos del mal. Aferrados a nuestro propio sentido de justicia, estamos ciegos a la verdad. Creamos que Dios está a nuestro lado, o actuemos en contra de Él, nuestra vida sigue girando en torno a un dios que no es más que un ídolo, que nosotros mismo hemos creado.
¿HAY SALIDA DE ESTE LABERINTO?
El lema de este padre no es “orar por lo mejor, pero prepararse para lo peor”, sino que “Dios ayuda a los que se ayudan a sí mismos”. La oración enseña a los hombres a depender de Dios, mientras que el personaje de Jackman está convencido que depende de su sudor, no de la gracia. Es por eso que el perdón no es una opción para él.
No hay mayor pesadilla para un padre, que la perdida de un hijo. Dios conoce esa experiencia. Ha visto a su Hijo abusado, torturado y muerto por la misma gente que vino a salvar. Dios conoce nuestro dolor, no sólo intelectualmente, sino íntimamente. En medio de esta patente oscuridad, Dios está ahí. Responde las oraciones angustiadas. Y la esperanza viene de la forma más inesperada.
Las palabras de Job 5:7 –que escucha el padre en la radio–, nos muestran el triste destino de los hijos de Adán, al este del Edén. Los siguientes versículos parten de esa realidad, pero nos dan una luz de esperanza. En mi aflicción puedo “ciertamente buscar a Dios”. De hecho, la fe es “encomendar a Él mi causa”, porque “El hace cosas grandes e inescrutables, y maravillas sin número” (vv. 8-9).
No podemos negar la oscuridad y depravación del hombre, pero hay Alguien que cuida de nosotros. “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todo nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?” (
Romanos 8:32).
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